Hechizos y recortes ponen la guinda perfecta

Las vaquillas, el entierro de la sardina y los fuegos artificiales ponen
el punto final a seis días de festejos.

No apareció en una escoba voladora surcando el cielo y tampoco lo hizo con los famosos ‘polvos flu’ de Harry Potter. La bruja Patricia Zenner se presentó ayer en el parque de Europa de Utebo, nada más y nada menos que, montada en un triciclo mágico. Aunque no iba sola, su fiel compañera de viajes y maestra, la lechuza Alba, y su amigo el elfo Olmo la acompañaron en la mañana mágica.


Más de un centenar de personas quedaron hipnotizados con los trucos de la hechicera de calcetines rayados y zapatos puntiagudos. Los chiquillos observaron ojipláticos y boquiabiertos cómo desaparecían unos pañuelos de colores y se convertían en anillas. O la carta que un niño había firmado apareció en la boca de la bruja: "¡Qué asco!", exclamaron algunos sin dejar de mirar, ya que solamente con un parpadeo podían perderse el ‘show’.

Ojo por ojo


Pero hubo un truco que dejó atónitos a grandes y pequeños. Con varita en mano, la encantadora hechizó a la lechuza Alba, también conocida como Lady Chuza, con las palabras: "Ojo por ojo, mente por mente, guíame y veré todo lo que tú ves" y ¡chas! con sus ojos humanos cerrados y con sus ojos animales abiertos adivinó los veinte objetos diferentes (cuadernos, peonzas, azucarillos...) que mostraron al ave. Susana Felipe, una vecina del municipio que acudió con sus hijos Adrián y Diego, nunca había visto a sus vástagos tan atentos. "Les ha gustado muchísimo, han estado muy entretenidos" comentaba. También destacó el resto de actividades infantiles que se habían desarrollado durante las fiestas, como el circo del día anterior, que les fascinó.


La hechicera quiso concienciar a los niños de la importancia de cuidar y respetar la naturaleza. Al mismo tiempo que les enseñaba que no todas las brujas son malvadas. "No todas tenemos verrugas y somos malas", añadía.


Al terminar el espectáculo los pequeños se acercaron a hacerse fotos con la bruja y el elfo, pero sobre todo lo que querían era estar cerca de la lechuza Alba.


Por la tarde hubo otra sesión de magia para todos los públicos, porque como dijo la bruja Patricia "los papás también tienen derecho a hacer trucos, no es un espectáculo plenamente infantil".

Desfile de astados

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Capotes mini en la barrera y chaquetas preparadas para recortar anticipaban lo que iba a empezar a las 12.00 en la avenida de Zaragoza de Utebo. Después de tirar el cohete, comenzó el cuarto y último encierro mañanero, en esta ocasión de la ganadería Murillo Conde, cuyas vacas corren por las calles del municipio desde hace una década, según afirmaba Francisco Murillo. "En esta calle hay que echar animales que se muevan ya que es grande y si no la gente no las ve", indicaba "va a salir Sardina, una vaca veterana de 17 años que puede dar juego". Esta y sus compañeras pegaron en los barrotes y emocionaron a la gente, aunque el encierro se desarrolló sin incidentes.


Por ese motivo los voluntarios taurinos no tuvieron que actuar. "Nosotros estamos aquí para impedir que los niños y las personas mayores salgan y corran peligro. Además si se escapa una vaca tenemos que cogerla o si pilla a alguien lo acompañamos a la ambulancia", contaba el colaborador José Sanz, quien lleva su afición en la sangre, y nunca mejor dicho, ya que tiene tatuado en su gemelo izquierdo la cabeza de un toro. Este grupo de voluntarios está compuesto por 20 vecinos, amantes de los festejos taurinos, que se turnan y se reparten por el recorrido para evitar accidentes y apoyar al director de lidia.


En la barrera también encontramos diferentes tipos de apasionados. Los que la citan con silbidos, los que salen y entran a la velocidad de la luz, los que sacuden sus capotes y los que echan espuma a los astados. Entre ellos están Javier y Mario, de 8 y 6 años. El ‘experto’, como lo denomina su madre Miriam Muñoz, es Javier, quien ya tiene claro que de mayor quiere ser recortador. Su hermano en cambio no lo tiene tan decidido. Su progenitora los acompaña cada día a los encierros, "qué remedio", comentaba entre risas. "Nunca faltamos a las vaquillas de Utebo ni a las del Pilar" afirmaba Muñoz.


Tras seis días intensos de fiestas, ayer se acabaron los actos hasta el próximo verano. El entierro de la sardina a cargo de la peña Los Kolgaos y los fuegos artificiales pusieron el broche final a celebraciones multitudinarias y calurosas.

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