Tesoros perdidos del arte de la Alemania nazi

La Policía alemana recupera varias esculturas de gran valor encargadas por Hitler para su Cancillería, robadas por traficantes tras la Guerra Fría.

La Policía alemana ha recuperado inesperadamente varias esculturas de gran tamaño de la época nacionalsocialista que adornaron los jardines de la cancillería de Adolf Hitler. Son dos enormes caballos de bronce y dos figuras femeninas desaparecidas desde hace décadas y halladas casualmente durante una redada realizada este miércoles contra una red de traficantes de arte en la localidad de Bad Dürkheim, en Renania Palatinado. La operación se saldó con la detención de ocho sospechosos de 64 a 79 años de edad.


Las cuatro esculturas fueron vistas por última vez en 1988, un año antes de la caída del Muro de Berlín, en un cuartel militar soviético de Alemania Oriental. Los dos caballos, realizados en 1939 por el escultor Josef Thorak por encargo expreso del Führer, flanqueaban originalmente las escalinatas de acceso a la cancillería del III Reich, mientras que las dos esculturas femeninas, obra de Fritz Klimsch, adornaban el parque que el dictador nazi podía contemplar desde la ventana de su despacho.


Los agentes recuperaron también un gigantesco relieve de granito, de la altura de un edificio de cuatro pisos, realizado en su día por Arno Breker, el escultor favorito de Hitler. El Führer se lo encargó para adornar el titánico arco de triunfo que quería colocar en el centro de Germania, el nuevo nombre previsto para Berlín como capital del imperio milenario que aspiraba a fundar una vez ganada la guerra. Un arco de triunfo de 117 metros de altura y 170 metros de largo que nunca llegó a construirse y que debía llevar inscritos los nombres de todos los soldados alemanes caídos en la I Guerra Mundial. Germania era el gran proyecto de Adolf Hitler, una obsesión que encargó planificar a su arquitecto preferido, Albert Speer, y para la que contrató los servicios de escultores como Breker, Thorak y Klimsch, que desde 1937 produjeron obras que se atenían al ideal artístico ario para grandes exposiciones.En un campo de deportes

Cuando la II Guerra Mundial dio un giro y el III Reich empezaba a verse acosado por las potencias aliadas, Hitler ordenó trasladar al taller de Breker en la pequeña localidad de Wriezen, 20 kilómetros al este de Berlín, cientos de obras amenazadas por los bombardeos enemigos. Al acabar la guerra, el Ejército Rojo confiscó el almacén y se llevó a Moscú una parte de las obras incautadas, y las demás fueron repartidas por sus cuarteles en la ya extinta República Democrática Alemana. Desde 1950 y hasta su desaparición en 1988, los dos caballos de Thorak adornaron el campo de deportes del cuartel soviético de Eberswalde, al igual que las figuras 'Galatea' y 'Olimpia' de Klimsch y dos esculturas atléticas de Breker.


Las circunstancias de su desaparición poco antes del final de la Guerra Fría son un misterio. Lo que sí esta claro es que desde el punto de vista legal pertenecen al patrimonio de la República Federal de Alemania como heredera del III Reich y de la extinta RDA. Los dos caballos habían sido ofrecidos en el mercado negro por precios que oscilan entre un millón y medio y cuatro millones de euros. Solo el bronce utilizado para su fundición vale varios cientos de miles de euros. Tras su recuperación, las obras de arte nazis serán transportadas a un depósito policial hasta que finalice la investigación y las autoridades germanas decidan qué hacer con ellas.