RELACIONES INTERNACIONALES

Zapatero lidiará con la ofensiva de Mohamed VI

El Gobierno aspira a que la entrevista con el rey de Marruecos contribuya a normalizar las relaciones diplomáticas y confía en que Rabat envíe ya a su embajador en España.

Zapatero, entre Chacón, ministra de Defensa, y Montilla, presidente de la Generalitat, ayer en Gavá.
Zapatero lidiará con la ofensiva de Mohamed VI
EFE

El ruido de las relaciones entre España y Marruecos ha estado centrado en los últimos meses en Melilla, pero la cíclica reivindicación de la ciudad autónoma no es ni mucho menos un asunto prioritario para Mohamed VI, ni siquiera para el primer ministro del nacionalista partido Istiqlal, Abbas El Fassi. Cuando el rey marroquí se entreviste con José Luis Rodríguez Zapatero hoy, en el marco de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, lo hará en plena ofensiva internacional para apuntalar su postura sobre el Sahara Occidental.

El Gobierno insiste en que su posición acerca de la antigua colonia española y el respeto a la "libre determinación" del pueblo saharaui no ha variado, pero también admite que es necesario ser realistas y que la solución a este contencioso tiene que ser aceptada por Marruecos o no será viable. España sabe que el país vecino nunca aceptará algo que vaya más allá de un plan de autonomía como el que Mohamed VI presentó ante la ONU en 2007. Una iniciativa que ha ido ganando un "creciente apoyo internacional". En los círculos diplomáticos españoles se ha llegado a especular con la posibilidad de que tras los altercados del verano en Melilla, cuyo origen y motivación nunca han estado claros, se escondiera una estrategia para empujar a España a un apoyo más explícito a la propuesta marroquí.

El caso es que no parece que Zapatero vaya a erigirse en un obstáculo infranqueable. Cada vez que ha habido una controversia con el país magrebí a lo largo de la legislatura, el jefe del Ejecutivo ha defendido la necesidad de preservar las buenas relaciones. Fue el caso de Aminatu, pero también el de los activistas españoles golpeados durante una manifestación a favor del Sahara en El Aaiún el mes pasado o el de la carta que El Fassi envió a Rajoy esta semana para tildar de "provocación" su visita a Melilla.

España tiene en Marruecos importantes intereses económicos, pero también le mueven otras motivaciones relacionadas con la seguridad, el control de la inmigración, de las rutas de la droga y la lucha contra el terrorismo. Y esto último conecta de lleno con el asunto del Sahara. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se mostró convencido hace tan sólo dos semanas de que la solución a ese diferendo "lograría estabilizar la situación en el Sahel".

El siguiente paso del monarca marroquí llegará ante la Asamblea General de la ONU, ante la que ya presentó hace tres años su propuesta. Y España no prevé problemas. Es más, fuentes gubernamentales confían en que tras la entrevista de Zapatero y Mohamed VI, Marruecos desbloquee por fin el envío de su embajador a Madrid. La plaza -que será ocupada por Ahmed Ould Souliem, ex miembro del Frente Polisario ahora en las filas marroquíes- lleva vacante nueve meses. Los continuos roces no han hecho fácil el proceso.