Belarra y Díaz, condenadas a entenderse

Tras meses de tiranteces, el fracaso del 28-M obliga a ambas a negociar con el papel en las listas de la líder de Podemos y de Montero como uno de los caballos de batalla.

Combo de imágenes de Ione Belarra y Yolanda Díaz
Combo de imágenes de Ione Belarra y Yolanda Díaz
Efe

Cuando Pedro Sánchez sorprendió a propios y extraños adelantando las generales al 23 de julio, activó el contador de diez días que la Ley de Régimen Electoral da de plazo para registrar coaliciones. Yolanda Díaz, que había estado un año cocinando a fuego lento su "proyecto de país", se apresuró a telefonear inmediatamente a los líderes de Más País, Compromís, la Chunta Aragonesista, Equo, Alianza Verde, y hasta dieciséis organizaciones interesadas en confluir de la mano de Sumar a las elecciones. No había tiempo que perder y en esta ronda de llamadas la líder gallega incluyó a la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, con la que ha mantenido tensiones en los últimos meses por el encaje de los morados, que piden una "posición hegemónica" en este mar de siglas. El deshielo se inició a marchas forzadas.

El ambiente en la sede de Podemos el lunes era de nerviosismo por los resultados cosechados el día anterior. Ni Belarra ni su número dos, Irene Montero, habían comparecido el 28-M para explicar el batacazo de su formación en territorios clave como Madrid o la Comunidad Valenciana, donde los morados fueron barridos de sus parlamentos autonómicos. Con ese panorama, la también ministra de Derechos Sociales convocó una rueda de prensa a las 12:30 horas para despachar, en menos de dos minutos, lo que era un secreto a voces: "Podemos ya está trabajando por la unidad".

Esa misma tarde, Díaz y Belarra se reunieron. Ambas se veían las caras fuera del Consejo de Ministros y del Congreso por primera vez en mucho tiempo. Fue un primer encuentro formal, para reabrir los canales de comunicación, cerrados desde antes de Semana Santa, cuando los morados pidieron a la vicepresidenta pactar primarias abiertas para adherirse a Sumar. Una condición que no fue aceptada y, a la postre, la dirección de Podemos en bloque plantó a la líder gallega en el acto de lanzamiento de su candidatura a la Moncloa el 2 de abril en el Magariños, al que sí asistieron dirigentes de IU, Más País, Compromís o los comunes.

El evento aisló al espacio político situado a la izquierda del PSOE para el partido fundado por Pablo Iglesias del que le costó sacudirse hasta la campaña del 28-M. Los morados convencieron a Díaz de que la responsabilidad de un batacazo se le atribuiría también a Sumar. La vicepresidenta segunda optó entonces por una solución salomónica: apoyar a los candidatos de Podemos y, al mismo tiempo, a otras organizaciones con las que éste competían directamente en diferentes regiones y ayuntamientos.

En esta campaña se evidenciaron las preferencias de Díaz por los comunes, partido liderado por Ada Colau, que no ha conseguido retener la Alcaldía de Barcelona. También por Más Madrid, con cuyas candidatas compartió más tiempo y sonrisas el 15 de mayo en la pradera de San Isidro. Pero la guinda llegó cuando la vicepresidenta pidió el voto en Valencia para Joan Ribó, de Compromís, delante de Pilar Lima, la candidata de Unides Podem a la Alcaldía de la capital.

Esta lista de desaires entre Díaz y Podemos se remonta a mayo de 2021, cuando Iglesias ungió a la líder gallega como sucesora y futura candidata a las generales. Todo sin habérselo comunicado previamente. Si el exlíder morado creía tenerlo todo atado, se equivocaba. La líder gallega -que solo ha tenido el carné del PCE-emprendió su propio camino, sin aceptar formalmente el designio que ella interpretaba como un intento de controlarla.

Carbonizada por el 'sí es sí'

Antes de armar Sumar, Díaz dio pistas de sus preferencias organizando un encuentro en Valencia junto a Mónica Oltra (Compromís), Mónica García (Más País) y Ada Colau (En Comú), sin la presencia de Irene Montero o Ione Belarra. Una espina que Iglesias le recordó en la 'Uni de Otoño' de 2022: "¿Cómo cree que se sintió la militancia de Podemos cuando vieron excluidas a las dirigentes del partido?", lanzó de manera casi premonitoria. La articulación de la presencia en las listas de Sumar de Belarra y de Montero, a la que no pocos ven carbonizada por la tormenta del 'solo sí es sí', se perfila ya como una de las batallas negociadoras de la que se acaba de apear el ministro y líder de IU, Alberto Garzón, incrementando la presión sobre el tándem que comanda Podemos.

Las posturas entre Belarra y Díaz se fueron alejando aún más durante la configuración de Sumar hasta el punto de que el diálogo encalló con mensajes cruzados, solo, a través de la prensa. La situación se evidenció especialmente durante la moción de censura de Ramón Tamames presentada por Vox, donde Moncloa pactó con Díaz su intervención en la misma alentando un 'ticket' electoral con Sánchez que orillaba a la secretaria general de Podemos y a Montero. La vicepresidenta tampoco respaldó a los morados cuando el PSOE vetó a la ministra de Derechos Sociales a comparecer el día en que se aprobaba en el Consejo de Ministros una de sus leyes estrella: la ley de familias.

En ese ambiente, ambas partes tienen hasta el 9 de junio a las 23:59 horas para alcanzar un acuerdo. "Y no va a ser rápido", como vaticinaban esta semana fuentes de Podemos, con otra quincena de partidos de la izquierda involucrados en la eventual confluencia hacia las generales. Cada uno de ellos con sus propias exigencias para modular las listas.

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