Puigdemont pidió la mediación del Vaticano para lograr la independencia de Cataluña

Una agente que colaboraba con la Santa Sede revela que el líder independentista solicitó en 2017 una entrevista con el sustituto de la Secretaría de Estado.

Carles Puigdemont en su comparecencia de este sábado
Carles Puigdemont, en una imagen de archivo.
YARA NARDI

Carles Puigdemont solicitó la mediación del Vaticano con el Gobierno de España en su empeño por lograr la independencia de Cataluña. En el otoño caliente de 2017, sacudido por la celebración del referéndum ilegal, llegó a la Santa Sede una carta con membrete del entonces presidente de la Generalitat en la que se solicitaba un encuentro entre el líder independentista y Angelo Becciu, por entonces sustituto de la Secretaría de Estado, un cargo clave en el funcionamiento interno de la Curia romana. Becciu se mostró dispuesto a reunirse con Puigdemont para ver "si había márgenes para una intervención diplomática del Vaticano", aunque la conversación, que iba a celebrarse por vía telemática, al final no se produjo debido a las condiciones impuestas por el político catalán.

La petición de intervención de la Santa Sede en el 'procés' salió a la luz gracias a una declaración presentada por Cecilia Marogna este jueves en el tribunal vaticano que juzga las posibles irregularidades financieras cometidas por Becciu. Marogna es una supuesta experta en seguridad y relaciones internacionales a la que recurría el eclesiástico para operaciones reservadas en las que prefería que no se viera implicada abiertamente la diplomacia vaticana. Entre ellas destaca el caso de la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada en Malí en 2017 y liberada en 2021, una operación que le habría costado al Vaticano alrededor de un millón de euros.

Becciu recibió la carta de Puigdemont de manos de Marogna, a la que a su vez se la entregó Piergiorgio Bassi, empresario italiano que tenía contactos con "delegados para las cuestiones diplomáticas particulares" del presidente ruso, Vladímir Putin, en cuyo entorno un enviado del líder independentista ya había intentado recabar apoyos. Después de pretender que se enviaran a Rusia parte de las reliquias de San Nicola de Bari, por el que Putin siente gran devoción, y de que el Vaticano le vendiera a Rusia un edificio en su zona extraterritorial, siendo las dos peticiones rechazadas, Bassi le entregó la misiva de Puigdemont a Marogna, que "ya tenía dudas sobre su integridad operativa y la de sus colegas rusos".

Cuando habló con Becciu de la carta, este mostró su interés por saber "lo que estaba pasando en España" y para comprobar además las posibilidades de que se produjera una intervención vaticana en el conflicto. Bassi le hizo saber a Marogna que Puigdemont no podía viajar en ese momento a Roma, por lo que el encuentro debía realizarse por medio de Skype, pero la conversación solo podía desarrollarse en el apartamento privado de Becciu, situado dentro de la Santa Sede, bajo la supervisión de un colaborador del supuesto agente ruso y con una cuenta precisa de esta plataforma para realizar videollamadas por internet.

"La petición me pareció insólita", afirma Marogna en la declaración, asegurando que a Becciu también le pareció que había algo poco claro. Después de que Bassi insistiera en que solo era posible realizar de esa manera la conversación con Puigdemont, Marogna sugirió al alto funcionario vaticano que rechazara la propuesta del líder independentista, invitándole en cambio a que hiciera llegar una petición formal a la Secretaría de Estado. De esta manera se pretendían además evitar "eventuales instrumentalizaciones" y un posible "incidente diplomático" con las autoridades españolas.

La declaración de Marogna se produce en el marco del proceso vaticano que juzga las supuestas irregularidades financieras cometidas en la época de Becciu en la Secretaría de Estado, en particular con la compra de un edificio en un lujoso barrio de Londres. En esa millonaria operación, en la que se utilizaron fondos de las donaciones que los fieles entregan al Vaticano para el mantenimiento de la Iglesia católica, la Santa Sede fue estafada, mientras que sacaron pingües beneficios varios intermediarios a los que habría recurrido Becciu.

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