Los estudiantes pedirán permiso a los pacientes para ver operaciones y consultas

Sanidad hace obligatorias las buenas prácticas que seguían la mayoría de profesionales. El sector saluda la regulación.

Imagen de archivo de la uci del hospital Miguel Servet.
Imagen de archivo de la uci del hospital Miguel Servet.
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El Gobierno central ha elaborado, por fin, un marco legal de ámbito estatal para las buenas prácticas destinadas a proteger el derecho a la intimidad de los pacientes en los hospitales y centros de salud en los que se realizan prácticas universitarias. Lo ha hecho a través de un protocolo que se publicó el lunes en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El texto incluye, entre otros particulares, el necesario consentimiento de los pacientes para que los estudiantes asistan a operaciones o consultas, el control de acceso a datos personales contenidos en historias clínicas y la confidencialidad.

El visto bueno del paciente a la participación de alumnos (son aquellos que siguen cursando la carrera, no los residentes) es uno de los aspectos que mayor atención ha suscitado. Según se precisa en el texto, el profesional responsable de la atención médica será quien informe al paciente de la presencia de estudiantes y le solicitará su consentimiento verbal para que estos presencien la asistencia. La solicitud se realizará siempre antes de llevar a cabo cualquier atención. El paciente puede dar su autorización para una sola asistencia o durante un tiempo determinado, pero este periodo no excederá nunca los 15 días, según se señala.

Para aumentar la protección del paciente, el texto normativo contempla la posibilidad de limitar la presencia de alumnos si la situación clínica, emocional o social del paciente así lo aconseja. Además, se indica que salvo supuestos especiales, no podrá haber más de tres alumnos presentes físicamente en los actos clínicos, número que se eleva a cinco personas si se cuenta con los residentes.

Tanto los estudiantes de Medicina como los profesores han coincidido en señalar que este tipo de conductas hace años que se realizan por la autorregulación que se ha impuesto el sector, pero a la vez han señalado que el grado de implicación no siempre era el mismo de unas facultades a otras. Por tanto, ambos han aplaudido la publicación del protocolo, que actuará de marco legal de obligado cumplimiento.

“La ética es el motor”

“Con este protocolo se pone orden en situaciones que ya se daban, se establece un marco y con él se da seguridad”, explica Guillermo Viguera, estudiante de Medicina de la Universidad de Zaragoza y secretario general del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM). Viguera se confiesa algo sorprendido por la relevancia que ha adquirido el asunto, ya que -asegura- este tipo de comportamientos “son deberes éticos que adquirimos como estudiantes de Medicina”.

Para Viguera, el protocolo es “un buen documento en conjunto” aunque cree que, desde el CEEM, esperaban “algo más”. A este respecto plantea que Sanidad debería haber establecido criterios renovados (“de este siglo”) sobre qué es un hospital universitario y qué un centro de salud. “El documento hubiera sido más completo y mejor”, añade.

“Creemos que debe regularse la cantidad de alumnos que están presentes en la consulta, ya que tanta gente puede agobiar al paciente y contribuir a un empeoramiento de su bienestar”, comenta Raquel Páramo, delegada de alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. “Pero por otro lado”, añade Páramo en representación de los miembros de la delegación de la que forma parte, “creemos que a veces cuando más se aprende haciendo prácticas es cuando te enfrentas tú solo a realizar una historia clínica, para aprender a comunicarte y transmitir tranquilidad y comprensión a un paciente, por lo que no sabemos cómo esta nueva normativa va a afectar a este área de nuestro aprendizaje”.

“Queremos una asistencia digna que respete el bienestar del paciente sin que suponga un detrimento en nuestra formación, en la cual hay escasas prácticas hospitalarias en ciertos cursos”, abunda la delegada, “y que se nos garantice un aprendizaje adecuado y correcto”.

“Lo que funciona al final es la ética. La ética es el motor. Lo importante es que los alumnos estén convencidos de ello”, indica Rogelio Altisent, médico de familia y una autoridad en temas de bioética (preside el Comité de Bioética de Aragón y es director de proyectos académicos de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza). “Este documento garantiza que haya unos límites y que se respeten”, todo ello en beneficio del paciente “que tiene derecho a saber a quién tiene delante”.

Altisent pone de relieve que hace unos años un grupo de estudiantes de Medicina de Zaragoza lideraron la redacción de un documento de referencia que se denomina ‘Guía de Recomendaciones Éticas para las prácticas clínicas’. Este texto ya adelantaba, en 2009, muchos de los aspectos de este protocolo. “Entonces, aquellos alumnos fueron más allá de lo que se les estaba exigiendo en las propias facultades”, apunta el doctor.

Todos tendrán tarjeta identificativa

Otro de los puntos destacables del protocolo de Sanidad reside en la obligación que tendrán los centros sanitarios a partir de ahora de proporcionar una tarjeta personal tanto a los residentes como a los estudiantes. La identificación, que siempre deberá estar a la vista, incluirá datos personales, una fotografía y referencia expresa al grupo al que pertenece el alumno. “En este sentido, esta norma va a ser muy buena porque hoy hay una gran variabilidad”, valora el doctor Altisent. Además de servir para identificar a los estudiantes, esta tarjeta permitirá que el acceso a las historias clínicas quede 100% autenticado.

Porque este es otro de los particulares que se regulan en el texto. Los estudiantes no podrán acceder a los datos que se almacenan en el sistema de Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud en sus prácticas clínicas, sino que solo podrán consultar los historiales relacionados con su centro de salud. Solo los profesionales sanitarios, a través de su clave personal, quedan autorizados a consultar el sistema estatal.

Los estudiantes de Medicina son los principales afectados por este protocolo, pero no son los únicos, también tendrán que tener en cuenta este documento las personas que cursen Farmacia, Odontología, Enfermería, Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Podología, Óptica-Optometría, Logopedia, Dietista Nutricional y Psicología General Sanitaria, además de otros másteres, doctorados, títulos propios o Formación Profesional vinculados a la familia sanitaria.

Más estudiantes y mayor acceso a la información

Este protocolo ha sido impulsado por varias instituciones, entre las que destacan el Defensor del Pueblo y la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud, órgano en el que están representadas todas las administraciones sanitarias del país. El incremento del número de estudiantes de este tipo de enseñanzas que se ha registrado en los últimos años (lo que implica mayor número de personas en formación en hospitales y otros centros sanitarios) y el hecho de que las tecnologías existentes hoy en día permiten un acceso fácil a un gran volumen de datos, muchos de ellos sensibles, han sido los detonantes de la redacción de este documento, según Sanidad.

“La finalidad última es respetar el derecho a la confidencialidad de los datos del paciente y crear en los estudiantes y residentes hábitos de conducta que les permitan un ejercicio profesional autónomo acorde con los derechos fundamentales antes citados”, se afirma en el preámbulo. Dentro de un año, las comunidades autónomas y el Estado deberán informar del cumplimiento de estas prácticas.

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