El mes de enero reflejó uno de los diferenciales entre el campo y la mesa más bajos de los últimos años (3,52), según el Índice de Precios en Origen-Destino de los alimentos (IPOD). Sin embargo,  durante la última semana, el desplome de los precios de las principales hortalizas en el campo no repercutió en los precios pagados por el consumidor.

En el caso del calabacín y la berenjena, mientras los precios en destino se elevaron más de un 14%, la caída de las cotizaciones en el campo fue mayor al 35%.

El aumento de los precios en origen, por una brusca reducción de la producción como consecuencia de las adversidades meteorológicas, acortó los márgenes durante la semana 2 y 3 del primer mes del año, situándolos entre el 50% y 70%.

“Los agricultores no se han lucrado con esta situación. Ha habido un descenso de producción que se equilibra con los precios. Además, estamos hablando de dos semanas en una campaña que duras varios meses”, ha matizado Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).

Durante la última semana de enero, el desplome de los precios en el campo de las principales hortalizas no tuvo repercusión en el bolsillo de los consumidores.

"La presión de las centrales de compra de los grandes distribuidores está pasando factura a los productores, que una vez más nos vemos indefensos para controlar una perniciosa volatilidad", ha afirmado Góngora.

“Es cierto que las producciones agrarias están sometidas a la meteorología y, por tanto, en una campaña pueden producirse situaciones de cierta escasez o picos de producción, pero lo deseable es mantener una creciente estabilidad en las relaciones comerciales que evite los tradicionales vaivenes en los precios en origen y las usuales situaciones de precios por debajo del coste de producción”, ha señalado el responsable de frutas y hortalizas de COAG.