Pasado y futuro

"En el pasado, el futuro era mejor". La frase, oída en un cabaret alemán, resume muy bien la sensación de frustración colectiva que se ha instalado en la sociedad. Y no solo desde que estalló la crisis económica en 2007, sino quizás desde mucho antes, cuando la caída de las Torres Gemelas, en 2001, marcó con el signo del miedo el brutal estreno del siglo XXI.


Los ingenuos y rumbosos deseos con los que abríamos cada nuevo año durante la época de las burbujas se han trocado ahora en cautela. El andamiaje económico, político y social de finales del siglo XX, que tanto costó construir y que tan sólido parecía, se nos aparece frágil y amenazado desde demasiados flancos. Es como si el tsunami de 2016, un año de inestabilidad e incertidumbre política en España, y de turbulencias y terrorismo en Europa y en todo el mundo, nos hubiera dejado en la orilla de 2017, que desgraciadamente se inicia también con una cruel masacre en Turquía, sin apenas fuerzas para afrontar las tareas urgentes pendientes. Sin embargo, es obligado hacerlo, con los mimbres y lecciones que deja lo ocurrido en ese 2016 que ahora parece tan lejano, viejo y gastado.


En el escenario internacional, la simplificación de los mensajes y el enfado con quienes mandan han dejado claro que los ciudadanos reclaman que su miedo sea respetado y atendido por quienes viven mejor que ellos, y también más seguros. El salvaje atentado cometido en diciembre en el centro de Berlín, lo que es decir en el corazón de Europa, ha constatado que el terrorismo islamista busca ganar en las ciudades europeas el terreno que pierde en los campos de batalla. La acusación de la ultraderecha a la canciller alemana –"son los muertos de Merkel", dijeron en referencia a las víctimas del mercadillo– pone en evidencia que los populismos quieren ampliar el terreno que ganaron en 2016, sobre un conjunto de factores que 2017 heredará: una recuperación de la economía todavía débil, el constante ataque del terrorismo, la presión de la inmigración y los problemas de la Unión Europea para dar una respuesta adecuada, y que no traicione sus valores, a estos complejos problemas. La toma de posesión de Trump, el 20 de enero, será seguida con atención en Holanda y Francia, que celebran elecciones en marzo y en abril. Para el 20 de marzo está también previsto que Theresa May active el artículo 50 del Tratado de Lisboa para la retirada del Reino Unido de la UE, un hito que hará efectiva la otra gran e indeseable victoria del populismo en 2016: el ‘brexit’.


España estrena el año nuevo en un escenario muy distinto al de hace doce meses. Entonces, Patxi López inauguró la legislatura más breve de la democracia, y España encaró, sin saberlo, el periodo más inestable. En estos meses, el socialista Pedro Sánchez ha pasado de ser el hombre que pudo gobernar la nación a un espectro político. Y Pablo Iglesias, de prodigar besos en el hemiciclo a liderar una de las facciones del real juego de tronos que se libra en Podemos. Todo lo contrario a la discreción con que los diputados del PP y del PSOE han estado pactando las reformas que los populares, en minoría, tienen que aceptar para tener estabilidad y que permiten a los socialistas ganar tiempo para buscar, de nuevo, un líder. Todo, por complicado que parezca, será más fácil que afrontar el desafío del independentismo catalán, la gran prueba de fuego de 2017, que requiere también amplio acuerdo del PP, el PSOE y Ciudadanos.


El nuevo año debería nacer bajo el signo de los pactos, también en Aragón, a donde tendría que exportarse el modelo del Congreso de los Diputados si el acuerdo de izquierdas sigue estancado. Las infraestructuras, la despoblación, la reactivación económica... exigen consenso y dinamismo.

Puede que, en efecto, en el pasado el futuro fuera mejor. Pero, como dice el escritor y ensayista Claudio Magris tras citar esta frase, no hay que resignarse: "El mundo no solo debe ser administrado, sino cambiado, salvado (...) Nuestro deber es luchar, es lo que da vitalidad a la vida". Y ayudará a hacer realidad el deseo de un feliz 2017 para todos.