Donde las dan, las toman

Este debate de investidura sirvió para que Pedro Sánchez consumara una suerte de "venganza" sobre Rajoy después de su fallido intento.

Segunda sesión del debate de investidura en el Congreso.
Segunda sesión del debate de investidura en el Congreso.
EFE

Nadie esperaba votos sorpresa ni abstenciones de última hora. De partida era un debate ya amortizado porque no existía posibilidad alguna de que la investidura de Mariano Rajoy saliera adelante en esta primera votación, como tampoco hay esperanzas para la segunda de pasado mañana.


Si acaso, este debate de investidura, el segundo en menos de seis meses, ha servido para que el socialista Pedro Sánchez haya consumado una suerte de "venganza" sobre Rajoy después de su fallido intento del mes de marzo, en el que el líder del PSOE salió claramente derrotado y con heridas todavía sin cicatrizar.


En un remedo de la tomatina de Buñol, Sánchez ha administrado al líder del PP la misma medicina que se tuvo que tragar en su fracasada investidura de hace seis meses.


Hasta ha recuperado algunas de los "tomates" que le lanzó Rajoy en aquellos días para mayor escarnio del presidente en funciones.

"Se presenta usted sin los apoyos suficientes y convirtiendo este debate en la crónica de una derrota anunciada", le ha reprochado con evidente regocijo de la bancada socialista.


Rajoy, mucho más suelto que en la primera jornada del debate, no se ha amedrentado lo más mínimo y ha recordado a Sánchez que se presentó a la investidura con 130 votos y con el peor resultado de la historia del PSOE, mientras que él lo hace con 170 apoyos y habiendo ganado dos veces seguidas en las elecciones.


"Si yo soy tan malo, ¿cuánto de malo es usted?, ¿pésimo?", ha ironizado Rajoy, que tampoco ha querido cargar demasiado las tintas sobre el líder del PSOE, consciente de que necesitaría un movimiento de los socialistas para evitar las elecciones por Navidad.


El presidente del Gobierno en funciones, eso sí, no ha dudado en alertar a Sánchez de que pasará "a la historia" por provocar la convocatoria de las terceras elecciones generales en un año.


Un "chantaje" y una "amenaza" de nuevos comicios que Sánchez ha rechazado de plano.


Consumada su "vendetta" sobre Rajoy, el secretario general del PSOE ha roto todos los puentes con el PP y ha profundizado en su "no rotundo" a Rajoy que lleva repitiendo como un mantra desde las elecciones de junio.


"España necesita con urgencia un gobierno, no un mal Gobierno", ha proclamado el líder socialista, en un claro guiño a que quizá pueda explorar una mayoría alternativa una vez que se confirme el fracaso de Rajoy en este primer intento.


Alternativa a la que le han emplazado Unidos Podemos y los nacionalistas, hoy especialmente belicosos con Rajoy y el PP.


Una oferta "envenenada" para el PSOE porque los nacionalistas catalanes han dejado bien claro cuál es el precio que Sánchez tiene que pagar para apoyar su hipotética investidura: que autorice la celebración de un referéndum independentista en Cataluña.


En otro lado de la bancada y sin paños calientes, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha pedido a Sánchez que mueva ficha a partir del viernes y se ha ofrecido como un socio "de fiar".


Hasta el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, a quien hoy le ha tocado bailar con "el más feo", ha hecho un guiño al PSOE para que se abstenga en la investidura de Rajoy y después ponga en valor sus 85 escaños vigilando al Gobierno del PP en minoría.


Se evitarían las terceras elecciones y podría justificar su abstención con un control férreo al PP en el que también quiere colaborar Ciudadanos.


No es muy optimista Rivera, aunque tiene la esperanza de que el PSOE pueda abrir una rendija después de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre.


Sólo así sobreviviría su acuerdo de investidura con el PP que va camino de morir antes de nacer como le pasó a su pacto con los socialistas de la pasada legislatura.


Y es que ni siquiera Rajoy parece vaticinar una fructífera existencia a su acuerdo con Rivera.


"Francamente no creo que el señor Rivera y yo pasemos a la historia por el acuerdo firmado el otro día", se ha atrevido a decir.


Las que sí pasarían a la historia, con letras doradas y espumillón de colores, serían unas elecciones el día de Navidad.


Esa cita con las urnas con música de villancicos y turrón de Jijona, que algunos -incluso en el PP- ven ya casi inevitables.

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