Decía el teórico de la comunicación Marshall McLuhan que "el medio es el mensaje" y Pedro Sánchez y Albert Rivera han aplicado la lección a rajatabla y a sabiendas. No han sido casuales ni sus palabras ni menos aún la iconografía de la firma de su acuerdo para "un gobierno reformista y de progreso".

Así ha sido comenzando por el escenario que han elegido para oficializar su pacto de legislatura. La sala Constitucional del Congreso, una de la más solemnes del Palacio de la Carrera de San Jerónimo, sólo por detrás del propio hemiciclo y del salón de Pasos Perdidos.

Una sala que está presidida por los retratos de los siete "padres" de la Constitución de 1978, esos siete políticos de la Transición que, pese a las diferencias ideológicas y los prejuicios que arrastraban después de 40 años de dictadura, consiguieron ponerse de acuerdo para alumbrar la Carta Magna.

La misma Constitución que hoy, cuatro décadas después, los líderes del PSOE y Ciudadanos se han comprometido a reformar para poner al día nuestro sistema democrático siempre y cuando consigan el complicado objetivo de formar gobierno. Un guiño definitivo a esa "segunda Transición" a la que apelan.

Como en los grandes compromisos históricos, Sánchez y Rivera se han sentado lado a lado en una mesa justo en el centro de la estancia. Después de firmar el documento, han intercambiado sus copias y de pie se han dado la mano entre el aplauso de los asistentes.

Para dar más empaque al acuerdo, se han visto arropados por la plana mayor de sus respectivos grupos parlamentarios, las dos comisiones negociadoras que han fraguado el pacto y algunos de los dirigentes más destacados de sus partidos.

Entre ellos, el "número dos" del PSOE y "mano derecha" de Sánchez, César Luena, y la secretaria de Relaciones Internacionales, Carme Chacón por parte socialista, y el responsable económico, Luis Garicano, y los líderes en Cataluña, Inés Arrimadas, y en Andalucía, Juan Marín, por parte de Ciudadanos.

Como si fueran dos jefes de Estado en la firma de un acuerdo bilateral, Sánchez y Rivera han desfilado después hacia el vestíbulo de uno de los edificios de ampliación del Congreso, justo donde años atrás se ubicaban las oficinas centrales de una entidad bancaria.

Con los retratos de los reyes como testigos, los líderes del PSOE y Ciudadanos han comparecido por separado ante los medios de comunicación con el cuadro de 'El Abrazo' de Genovés, otro símbolo de la Transición, como telón de fondo.

"Hay que abandonar el verbo vetar y abrazar el verbo acordar", ha proclamado Pedro Sánchez, que ha destacado que este "acuerdo histórico" sólo intenta perseguir "el bien común" de los españoles.

Sánchez ha reconocido que es un "honor" asumir esta responsabilidad y un honor añadido compartir ese "camino" con Albert Rivera.

Un pacto al que espera puedan sumarse otras formaciones algo que, de momento, está bastante difícil y pone en cuestión la propia viabilidad de la investidura.

Pese a las dificultades, Rivera no ha dudado en apelar a una segunda transición como hilo conductor de este acuerdo de "constitucionalistas" con el PSOE.

Un acuerdo que, ha añadido, "sienta las bases" de una nueva etapa política para otros 40 años de democracia.

Rivera no ha dudado en utilizar una cita de Adolfo Suárez para rubricar su empeño: "Hay que elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal".

Mientras Rivera invocaba al espíritu de la Transición, del consenso y del acuerdo, a unos metros de allí, en la calle, los ciudadanos seguían preguntándose si habrá gobierno o habrá que ir de nuevo a las urnas.

Una pregunta para la que no hay respuesta porque, como recordaba esta mañana un veterano funcionario del Congreso mientras apuraba el primer café del día, las cuentas siguen sin salir.