El barrio de Sants rechaza la violencia pero discrepa sobre el derribo de Can Vies

Algunos vecinos reconocen molestias mientras otros defienden la actividad del centro.

"Si Can Vies va a terra, barri en guerra!", reza una gran pintada en color negro escrita desde hace días en la calle Antoni Capmany, sobre el muro del cajón de hormigón construido para tapar las vías del tren en el barrio de Sants de Barcelona, que este miércoles vivió su tercera noche de disturbios.


El histórico mercado de Sants, recién estrenada su remodelación, se desperezaba a primera hora de la mañana entre comentarios sobre lo que está sucediendo en el barrio.


"¡Otra noche sin poder dormir por el helicóptero!", se ha quejado una dependienta, en alusión al aparato policial que, con un potente foco de luz blanca, apuntaba a las calles para detectar la presencia de los grupúsculos de violentos que, por tercera noche, han quemado contenedores y roto más cristales de entidades bancarias.


En el mercado, desde el lunes, no hay otro tema de conversación: "Se están pasando tres pueblos, se les ha ido de la mano", ha comentado Sílvia, que despacha en una de las pollerías y que recuerda que los jóvenes "ya sabían que tenían que irse de allí".


"Con esta violencia pierden toda la razón que puedan tener", ha apostillado Montserrat, una vecina de la calle Finlandia, a escasos metros de Can Vies, y que reconoce que los vecinos que viven más próximos sufrían las molestias de un centro de este tipo, donde se hacían conciertos en los que continuamente entraba y salía gente.


"Lo que no entiendo es por qué no hay estas movilizaciones cuando desalojan a una familia con hijos que no pueden comer", ha señalado Nuria, que también vende en el mercado de Sants, que reconoce que los jóvenes de Can Vies "no me molestaban" y que se pregunta "¿por qué no los desalojaron antes de las elecciones?".


Mari ha sufrido esta noche cómo los vándalos han roto todos los cristales del establecimiento 'Kentuky' que hay junto a su casa, y reconoce que su hija pasa miedo con esta situación y no se atreve a salir de casa a partir de las ocho de la noche.


Montserrat opina que los que causan destrozos son "incívicos totales" y reprocha a los ocupantes de Can Vies que "si tanto les importa el barrio y la gente que vive en él, que no causen más alborotos, que ya tenemos suficiente inseguridad sin que pase esto".


En Can Vies, a donde esta mañana se han desplazado muchos vecinos para ver cómo continúan las tareas de derribo, la excavadora quemada con la palabra Guerra escrita en grandes letras azules, se ha convertido en icono de la protesta y foco de todas las fotografías, incluso de muchos turistas. Frente a la casa ya semiderruida, varias vecinas han defendido la actividad del centro y han criticado la oportunidad de desalojarlo.


Una mujer que acabada de dejar a su hija en el colegio ha llorado al ver cómo derribaban la casa: "la mayoría de monitores del colegio de mi hija son de Can Vies, aquí hacían muchas actividades, hace una semana estaban con 400 niños en la montaña, ¡no es justo!".


"La violencia no la provocan los jóvenes de Can Vies, no es gente mala", ha defendido, tras relatar las muchas actividades culturales que los jóvenes organizaban allí.


Montse Jarque, otra vecina que se ha acercado a la casa, donde apenas cuatro vigilantes privados y dos guardias urbanos vigilaban esta mañana, ha dicho no estar de acuerdo con el desalojo, que ve "muy injusto" y se ha preguntado: "¿A cambio de qué están tirando la casa? La casa estaba preciosa, la habían pintado y la cuidaban". "Esto va a traer cola, pero no es justo que Barcelona y Sants se queden con esta fama de violencia, porque nosotros no somos así", ha subrayado la vecina del barrio barcelonés.


En muchas calles del barrio, los operarios de la brigada municipal se afanaban esta mañana en limpiar las pintadas: "Jordi Martí, la has cagado", que han aparecido esta noche en alusión al concejal del distrito que negoció sin éxito con los ocupantes de Can Vies trasladar sus actividades a la antigua fábrica Can Batlló.