RUSIA

Los marines toman hoy Moscú

Los grandiosos desfiles conmemorativos de la victoria sobre la Alemania nazi, que en Moscú, salvo una vez, tuvieron siempre como escenario la Plaza Roja, constituyeron en la época soviética un elemento intimidatorio más en el pulso de fuerzas generado por la guerra fría.

Veteranos rusos de la II Guerra Mundial durante el acto del Día de la Victoria, ayer.
Los marines toman hoy Moscú
VIKTOR DRACHEV/AFP PHOTO

Los grandiosos desfiles conmemorativos de la victoria sobre la Alemania nazi, que en Moscú, salvo una vez, tuvieron siempre como escenario la Plaza Roja, constituyeron en la época soviética un elemento intimidatorio más en el pulso de fuerzas generado por la guerra fría y uno de los actos de afirmación nacional más relevantes. El ex presidente y actual primer ministro, Vladímir Putin, rescató la misma exhibición de músculo en 2008, cuando, después de dieciocho años de pausa, frente al Kremlin reaparecieron los misiles atómicos y los tanques.

Un año antes, Putin comparó a Estados Unidos con el III Reich. En la parada militar de 2008, el actual presidente, Dmitri Medvédev, arremetió contra los norteamericanos al advertir, en alusión a Kosovo, de que había que tomar "muy en serio los intentos de injerencia en los asuntos internos de otros países y, más aún, las tentativas de revisar sus fronteras". El año pasado, Medvédev aprovechó su intervención en la Plaza Roja para volver a amenazar a Georgia, país que fue invadido por Rusia en agosto de 2008.

Este año, sin embargo, aunque también se mostrarán los dientes nucleares y el material pesado, las cosas vuelven al espíritu de 2005, cuando a la capital rusa acudieron medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno mundiales para concelebrar con Putin el sesenta aniversario de la victoria sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. El entonces presidente dijo en aquella ocasión que "el triunfo es de todos, nunca clasificamos la victoria en nuestra y ajena. Jamás olvidaremos la ayuda de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, la de otros estados y la de los antifascistas italianos y alemanes".

Unidad internacional

El jefe de la Administración presidencial, Vladímir Kozhin, repite ahora palabras similares y señala que de lo que se trata en el momento actual es de recuperar la unidad internacional para combatir amenazas como el terrorismo, igual que hace 65 años se luchó conjuntamente contra el nazismo. Por primera vez desde 1945, en el desfile de participarán fuerzas norteamericanas, francesas y británicas. Lo harán también unidades de los ejércitos de Polonia, Ucrania, Moldavia, Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán. En total trece países, además de la propia Rusia.

Presenciarán el espectáculo castrense desde las tribunas instaladas junto a la muralla del Kremlin los dirigentes de unos veinte países, entre ellos, la canciller alemana, Angela Merkel, y el líder chino, Hu Jintao. El jefe del Gobierno británico, Gordon Brown, no estará presente como tampoco el presidente estadounidense, Barack Obama, que en un principio pensaba haber asistido y no lo hará por problemas de agenda. Las turbulencias en al zona euro ha hecho que también cancelen el viaje a Moscú el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.

En una entrevista difundida el viernes por el canal ruso RTR, Obama hizo alabanza de "los extraordinarios sacrificios que padeció la Unión Soviética entonces y lo fuerte que fue la alianza entre Estados Unidos y el pueblo ruso".

Los fastos de este año no han estado exentos de polémica a causa de los planes del Ayuntamiento de Moscú, frustrados en el último momento por el Kremlin, de llenar la ciudad de retratos de Stalin y las protestas comunistas contra la participación de ejércitos de la OTAN en las conmemoraciones.

En declaraciones al diario 'Izvestia', Medvédev ha dicho que la contienda "la ganó nuestro pueblo, no Stalin", cuyos crímenes calificó de "imperdonables". Sin embargo, el presidente ha admitido también que el cruel dictador comunista "trabajó mucho y bajo su dirección el país alcanzó éxitos". Según su opinión, "tanto los que aman a Stalin como los que le odian tienen derecho a expresar su opinión". Al final ha sido inevitable que la imagen del déspota rojo se muestre en algunas ventanas e incluso establecimientos públicos.