Carmen Smith, la baronesa que viste de Zara, levanta pesas y quiere acabar con la Cámara de los Lores

Con 27 años se convertirá el 21 de marzo en la miembro más joven de esta institución donde se siente "como en 'Juego de tronos'" y representará al independentista Partido de Gales

Carmen Smith
Carmen Smith
Plaid Cymru

Carmen Smith comenzó a trabajar en una cafetería cuando era una adolescente. Ganaba 3 libras (unos 3,50 euros al cambio) la hora y lo peor, aparte del 'baile' de turnos, era "estar de pie todo el día". Entonces ni se imaginaba que antes de llegar a la treintena cobraría -y nada mal, además, unas 332 libras sólo en dietas de asistencia cada jornada- por pasar horas en un escaño de la Cámara de los Lores, donde se siente "como en 'Juego de tronos'". El próximo 21 de marzo, con 27 años y en representación de Plaid Cymru, el Partido de Gales, se convertirá en la integrante más joven de una institución que si por ella fuera desaparecería. "No creo en las cámaras no electas en ningún lugar del mundo", explica en el diario The Times a pocos días de jurar el cargo. A partir de ese momento será la baronesa Smith de Llanfaes.

En la vida de esta veinteañera, sin embargo, ha habido pocos lujos. Títulos nobiliarios, ninguno. "Hasta ahora no había conocido a nadie con uno ni a ningún heredero a no ser que me los haya topado por error en el transporte público", cuenta Smith, que renunció a sacarse el carné de conducir porque las clases eran demasiado caras y tampoco le iba a dar el dinero para comprarse un coche o pagar el correspondiente seguro. En su casa había muchas bocas que alimentar -ella es la menor de siete hermanos- y la economía doméstica no era boyante, con su padre empleado en una acería y su madre en la hostelería. La familia se mudó de Salisbury, en Inglaterra, a Gales cuando la futura lor era solo una cría.

Hacerse oír en galés, un idioma que aprendió con siete años, es precisamente uno de sus objetivos en la Cámara Alta, donde quiere prestar juramento en esa lengua y salpicarla también en sus discursos "para agitarlos un poco". Smith, con su melena roja y unas zapatillas Adidas en los pies, sabe que no cumple con lo que se espera de un lor. "Sólo el 4% de los miembros son galeses, la edad media es de 71 años y el 70% son hombres. Así que voy a destacar haga lo que haga", asume. Su escaño le llegó de rebote, después de que el único representante del independentista Plaid Cymru en la institución, el octogenario Dafydd Wigley, dejara el puesto y su partido abriera una votación para sucederle. Ella quedó segunda, pero la formación decidió elegirla porque creyó que era hora de dar un espacio de enorme visibilidad a una mujer.

Dua Lipa en su 'playlist'

En su propio partido no gustó ese gesto de discriminación positiva, ni tampoco la elección de alguien tan joven, pero la futura baronesa está convencida de que "es bueno que sea diferente porque aporta una voz distinta a los debates". "Quiero entrar y sacudir las cosas", avisa en la entrevista referida tras rechazar el escudo de armas y el armiño que arropa a los lores. Ella prefiere la piel sintética y, tras revisar el código de vestimenta de la institución, cree que no habrá problema en presentarse a las sesiones con ropa de segunda mano o Zara y calzada con unas Martens.

"Soy una gran aficionada a la Historia pero ciertas tradiciones no tienen sentido ahora y lugares como éste no son muy inclusivos", sostiene Smith, que intentará evadirse de tanta presión con sus aficiones de siempre. Le relaja levantar pesas, jugar a los dardos o escuchar a Dua Lipa, y descarta mudarse a Londres. "Es muy caro", dice.

La única veinteañera que tendrá la Cámara Alta -su anterior miembro más joven ha cumplido ya los 30- vive en Cardiff con su pareja y sabe muy bien lo difícil que es para alguien de su edad acceder a una vivienda, a un trabajo que dé cierta seguridad o a un préstamo para estudiar. "No estoy segura de que muchos lores hayan pasado verdaderos apuros económicos", sugiere Smith, que consiguió una beca para cursar Derecho en la Universidad de Bangor y limpió platos en un campo de golf o cuidó niños para ahorrar unas libras. Ahora, a punto de convertirse en baronesa, no quiere "formar parte del 'establishment'" y aspira a que las preocupaciones de su generación se cuelen en el debate político. "Espero que la gente me siga llamando Carmen".

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