De repartidor de pizzas a presidente de la República Democrática del Congo 

Félix Tshisekedi ganó las polémicas elecciones del 20 de diciembre.

Cartel de Félix Tshisekedi
Cartel de Félix Tshisekedi
JUSTIN MAKANGARA

Félix Tshisekedi, que trabajó como repartidor de pizza en su juventud, ganó las polémicas elecciones del 20 de diciembre y se encamina hacia un segundo mandato tras llegar a la Presidencia de la República Democrática del Congo (RDC) en 2019 en la primera transición pacífica de poder del país.

Tshisekedi, de 60 años, venció en los citados comicios a sus principales adversarios, el influyente líder opositor Martín Fayulu y el popular empresario y exgobernador de la región de Katanga (sur) Moïse Katumbi.

Según los resultados provisionales publicados hoy por la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI), el mandatario obtuvo el 73,34 % de los votos, seguido de lejos por Katumbi (18,08 %) y Fayulu (5,33 %), que, junto con otros aspirantes, tildaron de fraudulentos los comicios, empañados por retrasos y problemas logísticos.

Represión política

Nacido en Leopoldville (actual Kinsasa, la capital) el 13 de junio de 1960, Tshisekedi vivió ya desde pequeño la represión política.

En 1982, su padre, Étienne Tshisekedi, fundó el partido Unión por la Democracia y el Progreso Social (UDPS), lo que, unido a sus críticas al Gobierno de entonces, le costó el exilio de su familia a la región natal de Kasai, en el centro-sur del país.

Allí permanecieron exiliados y bajo el control del Gobierno hasta 1985, cuando finalmente le dieron permiso a sus hijos y esposa para salir de la RDC.

Así fue como se trasladaron a Bruselas cuando Tshisekedi -el tercer hijo de cinco- tenía 22 años. Se formó en estudios empresariales y de mercadotecnia y trabajó de forma esporádica como repartidor de pizza y en tareas de limpieza.

Luego, volvió a la RDC y comenzó a implicarse en la política más activamente, en concreto, en la UPDS, donde a finales de 2008 fue nombrado secretario de Asuntos Exteriores.

Tres años después, en las elecciones de 2011, consiguió un escaño en la Asamblea Nacional, si bien nunca lo asumió por directriz de su padre y como protesta contra unas elecciones que calificaron entonces de fraudulentas y que dieron la victoria a Joseph Kabila.

Ya en 2016, fue nombrado vicesecretario del partido.

El legado del padre

Étienne Tshisekedi fue el principal líder de la oposición congoleña durante décadas y uno de los pocos políticos que desafió al dictador Mobutu Sese Seko, quien dio un golpe de Estado en 1965 y se proclamó presidente absolutista.

Además, el mandatario renombró el país como Zaire, impuso la corrupción generalizada y amasó una ingente fortuna personal.

El "viejo" Tshisekedi fue primer ministro del país en tres ocasiones -1991, 1992-1993 y 1997- y llevaba por bandera alcanzar la democracia por vías pacíficas.

Murió el 1 de febrero de 2017 a los 84 años; un año después, el 31 de marzo de 2018, Félix Tshisekedi fue nombrado por unanimidad líder y candidato de la UDPS.

Siempre a la sombra política de su padre, fue cuestionado en varias ocasiones por no tener la cualificación ni el carisma suficiente para el puesto, especialmente en comparación con su progenitor.

Su experiencia es mucho más limitada, según critica ahora la oposición, que sostiene que el cargo más relevante que tuvo en política fue el escaño que nunca ocupó además de la Presidencia de turno de la Unión Africana entre 2021 y 2022.

Un segundo mandato

Tshisekedi fue elegido presidente por primera vez en los comicios de diciembre de 2018 en unas elecciones envueltas en acusaciones de fraude por parte de la oposición, que tachó los resultados de “inventados y fabricados”.

Aun así, esa votación supuso el primer traspaso pacífico de poder en el país desde su independencia de Bélgica en 1960.

Ahora, un lustro después y al frente de la coalición de partidos Unión Sagrada, Tshisekedi afrontará su segundo mandato de cinco años y último consecutivo si el Tribunal Constitucional valida en enero los resultados anunciados hoy por la CENI.

Su primera legislatura no estuvo exenta de polémica. La oposición le reprocha "falta de transparencia" y la escalada de tensiones que ha conllevado que millones de personas abandonaran sus hogares por la violencia de los grupos armados, sobre todo en el este del país.

De hecho, la RDC está sumergida en una de las peores crisis humanitarias del mundo y alcanzó recientemente la cifra récord en su historia de 6,9 millones de desplazados internos, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

Incluido Tshisekedi, diecinueve candidatos presidenciales concurrieron en estas elecciones, marcadas por la sombra del conflicto entre decenas de milicias y el Ejército en el este de la RDC y en plena escalada de combates del rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) en la provincia nororiental de Kivu del Norte.

Según el calendario electoral, el mandatario debería ser investido el 20 de enero.

En la campaña de los comicios de 2018, Tshisekedi explicó a EFE que, si alcanzaba el poder, iba a instalar "un Estado de derecho que restablezca la Administración en todo el conjunto del Estado para poder movilizar la riqueza" del país, que atesora vastas reservas minerales pese a la pobreza de la gran mayoría de la población.

Su prioridad era conseguir la anhelada paz en el este y centro del país.

Cinco años después, su objetivo sigue siendo el mismo. 

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