Francia celebrará este viernes su fiesta nacional bajo tensión, pero se blinda ya desde este jueves para evitar que la violencia urbana empañe las celebraciones días después de que la calma haya regresado al país tras los disturbios a raíz de la muerte el 27 de junio de Nahel, un joven de 17 años, a manos de la Policía durante un control de tráfico en Nanterre.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció "un dispositivo excepcional" dado este "contexto particular"; 130.000 policías y gendarmes serán movilizados en todo el territorio nacional para evitar que se produzcan una nueva oleada de disturbios urbanos. Se trata de un número similar al desplegado en las noches de mayor violencia. Además 34.000 bomberos estarán en alerta.

Entre los agentes hay unidades especiales de intervención de la Policía Nacional y de la Gendarmería. Además, habrá en las calles de algunas ciudades vehículos blindados, helicópteros y drones para controlar los movimientos de grupos y facilitar la intervención rápida de las fuerzas del orden en caso de que sea necesario.

El objetivo, según Darmanin, es "garantizar una seguridad máxima para que nuestros conciudadanos puedan disfrutar y no sufran molestias de un puñado de delincuentes". El ministro del Interior prometió "una gran firmeza" con aquellos alborotadores que quieran "aguar la fiesta nacional" y anunció que habrá "detenciones sistemáticas" de los violentos.

Al igual que ocurre en Nochevieja, las celebraciones del 14 de julio suelen estar marcadas en Francia por la violencia urbana. El año pasado hubo 807 detenidos, 749 vehículos quemados y 55 policías y gendarmes heridos, recordó Darmanin. Por ello, el Gobierno ha decidido "restringir drásticamente" el uso de fuegos artificiales y otros artículos pirotécnicos en el conjunto del territorio nacional.