elecciones en francia

Claves del segundo duelo en las urnas entre Macron y Le Pen

Ambos políticos ya se disputaron la presidencia de la República francesa en 2017, pero ahora los dos han cambiado.

Macron y Le Pen, en el debate televisivo de miércoles 20 de abril.
Macron y Le Pen, en el debate televisivo de miércoles 20 de abril.
Christian Hartmann/Reuters

Los franceses llegan a la víspera de las elecciones con todos los sondeos augurando la victoria del candidato a la reelección en las presidenciales francesas, Emmanuel Macron, en el pulso en la segunda vuelta con la líder de extrema derecha, Marine Le Pen. La ventaja va de los 6 a los 14 puntos. Los dos políticos vuelven a reeditar el duelo de 2017, pero ni la sociedad francesa ni ellos son los mismos. Estas son las claves del profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Zaragoza, Francisco Palacios:

Por qué se repiten los candidatos de la segunda vuelta de 2017

Porque no han desaparecido las causas de 2017 sino que se han agudizado. El escenario político alberga, por un lado, la opción llamémosle 'neoliberal', es decir aquellos ciudadanos que poseen satisfacción social con el estado de cosas, o bien se resignan, por miedo, y adoptan el conformismo preventivo; por otro lado, estarían los autodenominados 'soberanistas' -una acepción que va mucho más allá que el cliché 'extrema derecha'- y que son aquellos que ven degradadas progresivamente sus condiciones de vida económicas y sociales. Ambos dos lados reúnen votantes de marcas políticas aparentemente antagónicas.

Menos miedo a la extrema derecha

La llamada extrema derecha ha normalizado su presencia y va restando miedo social porque a su vez también ha modificado mucho sus posiciones y parafernalia hacia líneas más propias del gaullismo clásico, centradas en el soberanismo, tanto a nivel político como social y económico ('patriotismo económico').

Trasvase de votos entre la extrema izquierda y la extrema derecha

Ese trasvase se lleva dando de manera indistinta desde los noventa. Y hay que recordar que Jean Marie Le Pen ya pasó hace a la segunda vuelta hace exactamente veinte años (2002) contra un Chirac que había fundado Unión por un Movimiento Popular desmarcándose de la ideología gaullista. El Frente Nacional recogería los contenidos de esta ideología, y ampliaría su discurso social que se iría dirigiendo más a clases trabajadoras, autónomas y ruralistas. Y así el antiguo Frente Nacional crece con base en un triple trasvase proveniente del gaullismo, del socialismo liberalizado y desde el antiguo y potente partido comunista. Algo semejante se puede decir de “Francia Insumisa”, desde 2016.

Efectos de la crisis económica actual

La crisis económica actual agudiza el fenómeno porque no es sino la estabilización del 'crack' financiero del 2008. Estabilización en forma de un drenaje constante en servicios públicos, aumento de la precariedad laboral y merma del sistema de seguridad social; todo ello acompañado de un incremento del asistencialismo, la burocracia y la carga impositiva a clases trabajadoras y autónomas.

Amenaza para la Unión Europea

Tanto el programa de Le Pen como el de Melenchon llevan notables correctivos respecto a una Unión Europea que consolida la situación de derribo social mencionada. En ese sentido sí son una amenaza para un planteamiento europeísta que se percibe oligarquizado, donde los grupos de presión más potentes son lo qué dictan estrategia y fin de lo que debe ser o no Europa. 

Aumento de la polarización

Francia alberga una tipología de votante que tiende ya a no autocalificarse de derecha o izquierda, sino que se compone de tres franjas: una primera de beneficiados del statu quo, desde los centros oligárquicos hasta todos aquellos que mantienen alguna movilidad social ascendente (satisfacción); una segunda de insumisos soberanistas golpeados por la decadencia del Estado social (rabia); una tercera de maltratados por el estado de cosas, pero probablemente temerosos ante hipotéticos cambios abruptos (miedo). Es esta tercera franja la que va a termina ahora por definir una elección. En una segunda vuelta se patentiza esa polarización que, sin embargo, alberga todos los matices de la fragmentación de voto de la primera vuelta.

A quién beneficia una baja participación

Es una incógnita, porque tradicionalmente no ha habido mucha distancia en la abstención entre primera y segunda vuelta. Según la propia encuesta de Francia Insumisa solo el 33% votarán por Macron. El reto de Le Pen es igualar esa cifra, ya que el trasvase de votos desde el resto de partidos está absolutamente igualado.

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