El abrazo de Francisco y Kiril, un gesto que rompe mil años de enemistad

Este gesto fue un pequeño pero importante paso que podría incluso llevar al ansiado viaje de un papa a Rusia.

Con un abrazo entre el papa Francisco y tres besos el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kiril, en una pequeña sala del aeropuerto de La Habana se rompió un muro de mil años de enemistades y se abrió un periodo de colaboración común ante los desafíos como la persecución de los cristianos.


Este fue un pequeño pero importante paso que podría incluso llevar al ansiado viaje de un papa a Rusia, aunque las divergencias teológicas parecen aún insuperables.


Pero lo que sí se observó tras leer la declaración común que firmaron es que ambas religiones se comprometen a defender a los cristianos y a instar a la comunidad internacional para que duplique sus esfuerzos ante la situación en Medio Oriente.


Francisco y Kiril entraron a la vez en la sala presidencial del aeropuerto José Martí -al protocolo no se le escapó ningún detalle - y allí se abrazaron y se dieron tres besos, como manda la tradición rusa, como dos viejos amigos. "Finalmente", exclamó el papa al ver al que definió su "hermano Cirilo".


Kiril se encuentra en Cuba de visita a Latinoamérica y Francisco viaja a México estos días. El lugar perfecto, lejos de la vieja Europa plagada de reminiscencias de las pasadas disputas, y el momento perfecto.


Después se sentaron en una sillas blancas con el fondo un crucifijo y las banderas del Vaticano y de Rusia y comenzaron a hablar con la ayuda de dos traductores.


Al papa le había recibido el presidente cubano, Raúl Castro, a los pies de la escalerilla del vuelo que le conducirá a México más tarde como el pasado septiembre cuando llegó para su viaje a Cuba y Estados Unidos, también escenario de otro deshielo propiciado por Francisco.


Las dos fuertes y conciliadoras personalidades de Francisco y Kiril consiguieron todo lo que sus antecesores no habían podido o querido hacer: forjar un encuentro entre los máximos jerarcas de la Iglesia católica y ortodoxa después del definitivo cisma de 1054.


Había sido el sueño del largo pontificado de Karol Wojtyla, pero no hubo manera de llegar a un acuerdo con Alejo II, el entonces líder del patriarcado ruso, que tiene jurisdicción sobre dos terceras partes de los doscientos millones de ortodoxos en el mundo.


El encuentro en el aeropuerto José Martí de La Habana se puede comparar con la relevancia histórica del abrazo de Pablo VI con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, en 1964 en Jerusalén y tras el que se volvieron a mantener relaciones con una parte de los ortodoxos.


Francisco no había puesto ninguna condición: "Le he hecho saber, y él también está de acuerdo, la voluntad de que nos reunamos. Le he dicho: yo voy a donde tú quieras; tú me llamas, y yo voy. Y él tiene la misma intención. Los dos queremos reunirnos, y queremos caminar hacia delante", desveló durante el viaje a Turquía en noviembre de 2014.


Fueron dos horas de coloquio privado, con la ayuda de dos traductores de ruso y español, para abordar los asuntos que ahora más que nunca están preocupando a los representantes de los fieles cristianos y firmar una declaración histórica. Tras la reunión, Francisco y Kiril firmaron las dos versiones -en ruso e italiano- y" después pronunciaron dos breves discursos.


La respuesta del por qué ahora tras veinte años de desencuentros está en las feroces persecuciones que viven los cristianos en Oriente Medio con el avance del Daesh (Estado Islámico) y del extremismo islámico. "En muchos países de Oriente Medio y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los santuarios - a la profanación, los monumentos - a la demolición", denunciaron en la declaración.


Por el momento, se ha apartado el discurso teológico que separa ambas iglesias y en el que además trabajan desde hace tiempo comisiones conjuntas.


El principal punto de ruptura entre ambas iglesias es que los ortodoxos no reconocen al primado de Roma, el que indica la jurisdicción del papa sobre todos los cristianos.


También queda pendiente otro gran punto de discordia, como la actividad de la Iglesia Greco Católica en Ucrania y que mantiene la comunión con la Iglesia de Roma, el llamado "uniatismo" y que en el pasado irritó al patriarcado ruso.


Sin embargo, el conflicto actual en Ucrania ha llevado a apartar cualquier vieja rencilla: Que nuestras Iglesias "trabajen para lograr la armonía social, abstenerse de participar en la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto", se lee.


La Iglesia ortodoxa rusa parece haber olvidado parcialmente las viejas rencillas por el "proselitismo" del que se acusaba a los católicos, también durante el pontificado de Juan Pablo II, quien erigió nuevas diócesis en la recién nacida Rusia.


Kiril llevará los resultados como su contribución al concilio pan-ortodoxo, reunión de todos los patriarcados, que se celebrará en Creta el próximo junio después de 50 años de la última reunión.

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