¿Así serán las guerras del siglo XXI en Europa?

Carta de una zaragozana en Bruselas en la que narra cómo ha vivido los cuatro días de máxima alerta en la ciudad. Leonor Echevarría Pérez, de 30 años, lleva 5 años viviendo en la capital belga. Trabaja asesorando a empresas españolas en temas de la UE.

Leonor Echevarría Pérez, zaragozana de 30 años, trabaja y asesora a empresas españolas en temas de la Unión Europea en Bruselas.
Leonor Echevarría Pérez, zaragozana de 30 años, trabaja y asesora a empresas españolas en temas de la Unión Europea en Bruselas.

Y ya vamos por el cuarto día en que la ciudad está paralizada. Bruselas nunca ha destacado por ser la capital más bonita, limpia o segura de Europa pero lo que se está viviendo estos días es de una capital de un país subdesarrollado. En estos momentos recuerdo cuando amigos que están destinados en países conflictivos vienen a Europa y tienen ganas de dar largos paseos por la calle. ¡Caramba, estamos en Bruselas y tenemos ese mismo deseo!


El viernes por la tarde, el móvil comienza a arder, imágenes del centro de Bruselas tomado por el Ejército, las calles principales del barrio europeo bloqueadas por la policía y los primeros avisos de evitar las calles comerciales y cualquier aglomeración. Llegamos a casa y decidimos ir al supermercado por lo que pueda pasar, una premonición.


El sábado me despierto pronto con ganas de ir al gimnasio pero de repente el móvil no para de sonar como si fueran las dos de la tarde, se confirma que las fuerzas de seguridad han decretado máxima alerta ante una amenaza seria e inminente. La situación surrealista se iba apoderando de nosotros pero había que mantener la mente ocupada, así que me pongo a decorar la casa para una fiesta pijama que habíamos decidido organizar durante la semana visto el tinte que iban tomando los acontecimientos. Pero mi gozo en un pozo, nuestros amigos empiezan a decir que prefieren quedarse en su casa que se sienten más seguros.


Sólo eran las 12 de la mañana y ¡no podía más! Una amiga cancela un café que teníamos por la tarde y nos propone ir a su casa en las afueras de la ciudad. Así que cogemos un taxi y nos vamos a su casa, pero la desconfianza se apodera de mí y lo primero que hago es hacer una foto a la matricula y la mando a mis amigos a quienes les digo que les aviso cuando lleguemos a nuestro destino. Entre comer, beber y jugar a juegos de mesa, pasamos el sábado.


El domingo me despierto con optimismo, no podemos continuar así más tiempo. Ir a casa de un amigo a menos de un kilómetro parece una aventura. La calle está casi desértica y cada 500 metros una pareja de militares y tanquetas. La tarde encerrados en casa, había organizado una cena y mis amigos vuelven a cancelar. Miedo a salir de casa, empieza otra vez un bombardeo de mensajes. La situación se apodera de nosotros, apagamos luces, ponemos un mueble en la puerta a modo de barricada y cenamos en el suelo. Las empresas empiezan a mandar mensajes diciendo que mañana se trabaje desde casa.


El lunes amanece con la misma situación de desorientación. Intento trabajar pero resulta difícil concentrarse. Leo todos los periódicos, españoles, belgas, franceses y la situación de desconcierto es la misma. Pasamos el día esperando la rueda de prensa del primer ministro con la esperanza de que se restableza la normalidad. Pero, para nuestra sorpresa, se mantiene el nivel de alerta al máximo y se revisará el próximo lunes. El transporte público y los centros educativos no abrirán hasta el miércoles. Mi ánimo empieza a flojear, no podemos estar más días así.


El martes me despierto con la noticia de que una amiga decide irse a España porque no aguanta más esta situación, me pone los pelos de punta ¿Cómo hemos podido llegar a este punto? Voy al supermercado y parece que es lo más extraordinario que puedo hacer. Pero ir por la calle tampoco es tan normal, te asustas ante cualquier ruido, mirada o bolsa mínimamente sospechosa.


Durante estos días, recuperar la normalidad es lo más ansiado pero con la duda de que será lo cotidiano a partir de ahora. Por el momento, mi grupo de amigos abandonamos nuestra reunión más deseada de la semana, los jueves en Place Luxembourg, justo en frente del Parlamento Europeo donde se reúnen jóvenes que trabajan en la burbuja europea. En años anteriores, podía llover, nevar o helarnos de frío pero, ¿cuándo volveremos? De momento toca esperar….


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