Rick Perry, un candidato a la Presidencia de Estados Unidos acusado de abuso de poder

Su gestión está manchada por el proceso abierto en su contra por amenazar a una fiscal demócrata, lo que puede costarle más de 100 años de cárcel.

Rick Perry durante su anuncio de presentación como candidato a la Casa Blanca para 2016.
Rick Perry durante su anuncio de presentación como candidato a la Casa Blanca para 2016.
AFP

Cuando Rick Perry fue acusado de abuso de poder y coacciones se personó voluntariamente ante el tribunal, sonrió desafiante para su ficha policial y se fue a comer un helado, aunque esos dos cargos son el principal lastre del exgobernador de Texas en su camino hacia la Casa Blanca.


Carismático, propenso al "show" político y artífice del "milagro texano", Perry presentó su candidatura para las primarias del Partido Republicano -que ya tiene a otros nueve aspirantes en liza- para las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos.


Nacido hace 65 años en pleno Lejano Oeste americano, Perry creció entre vaqueros y ganado, sirvió durante cinco años en la Fuerza Aérea, participando en misiones en África y Centroamérica, y antes de iniciar su carrera política se dedicó, junto a su padre, Joseph Ray, al negocio del algodón en el rancho familiar.


Perry se estrenó en el Capitolio de Texas como representante demócrata y sirvió a los intereses liberales durante tres legislaturas, hasta convertirse en 1989 en republicano.


En diciembre del 2000, accedió sin pasar por las urnas a la Gobernación de Texas cuando su predecesor, George W. Bush, hizo las maletas, dejó Austin y se mudó a la Casa Blanca.


Desde entonces, el líder republicano, con una popularidad extraordinaria, ganó las elecciones en tres ocasiones (2002, 2006 y 2010), relegó a los demócratas de Texas al ostracismo político -en el que todavía siguen-, y se convirtió en el gobernador que más tiempo ha pasado en el cargo: más de 14 años.


Durante estos casi cinco lustros en el poder, Perry supervisó 279 ejecuciones de presos, muchas más que ningún otro gobernador en la historia de Estados Unidos, mostrando su mano dura con los que quebrantan la ley.


Su gestión ha tenido idas y venidas: miembro de la Asociación Nacional del Rifle, conservador, religioso y contrario al intervencionismo estatal, ha erigido a Texas como un contrapoder frente a Washington, enfrentado a la reforma sanitaria del presidente de EEUU, Barack Obama, y con una postura cambiante sobre inmigración en un Estado con un 40 % de población hispana.


Si en 2001 apoyó la "Texas Dream Act", una ley que permite a indocumentados el acceso a la Universidad en condiciones ventajosas, antes de dejar el cargo militarizó la frontera con México en una de las mayores crisis migratorias de los últimos años, para disuadir de cruzar a los menores no acompañados que huían de la violencia de las pandillas en Guatemala, El Salvador y Honduras.


Perry también fue artífice del llamado "milagro texano": regada por los altos precios del petróleo, la economía del estado de la estrella solitaria despuntó en creación de empleo y atracción de empresas mediante estímulos fiscales.


Su gestión quedó manchada por el proceso abierto en su contra por abuso de poder y coacciones por haber amenazado a una fiscal demócrata, que había sido sorprendida ebria al volante, con retirar una partida económica para su oficina si no renunciaba al puesto, dos cargos que pueden acarrear más de 100 años de cárcel y que lastran su candidatura.


Perry, que ya ha invertido más de un millón de dólares en su defensa, pretendía hacer el anuncio con el archivo de los cargos en el bolsillo, pero la continuidad del litigio reduce su credibilidad como aspirante y dificulta la obtención de fondos para la campaña.


El otro obstáculo de su aspiración presidencial es el recuerdo del 2012, cuando su primera campaña presidencial se fue a pique durante un debate con los otros precandidatos republicanos en Michigan, al no ser capaz de recordar una de las tres agencias federales que pretendía eliminar de ser elegido presidente.


Veterano de la Fuerza Aérea, "cowboy" del Lejano Oeste y exitoso gobernador en Texas, Perry, casado y padre de dos hijos, cumple sobre el papel con los requisitos para presentar batalla en las primarias republicanas.


Su éxito dependerá del proceso penal en su contra y de su capacidad de seducción en Iowa, Nuevo Hampshire y Carolina del Sur, los primeros estados en votar.