ARTE

Artesanía que rompe barreras

El Centro Cultural Castillo de Montearagón organiza desde hace 9 años un taller de alfarería en el que participan personas ciegas o con discapacidad intelectual.

Vista general del taller
Artesanía que rompe barreras
J. S

Arte, creatividad y una clara vocación integradora se funden desde hace 9 años en el taller de alfarería del Centro Cultural de Ibercaja Castillo de Montearagón de Huesca. La iniciativa cuenta así, entre sus más de veinte alumnos, con personas ciegas o con algún tipo de discapacidad intelectual. Y es que la arcilla no hace distinción alguna en manos de quien se sienta frente a un torno y es la propia creatividad de cada uno la que guía el proceso artesanal. "Yo les digo siempre a mis alumnos que si quieren ser alfareros, necesitan manos y arcilla. La invidencia no impide realizar este tipo de piezas porque en realidad, lo que importa es el tacto", asegura Maribel Villacampa, profesora de la actividad.


Jarrones, huchas, vasijas, con todo se atreven los miembros de este taller y siempre, como apunta su responsable, "dejando su huella personal". Sin embargo, los efectos positivos de la alfarería van, en esta ocasión, más lejos, hasta trascender las piezas realizadas. "Hemos tenido personas que se estaban tratando de alguna enfermedad y que después han venido a contarnos que habían mejorado mucho", asegura la profesora del taller, "porque lo cierto es que el arte relaja, ver una pieza que es tuya da mucha satisfacción y la puedes regalar a las personas que quieres, lo van a valorar, saben el esfuerzo que lleva y eso es muy gratificante".


De esta forma, ninguno de los asistentes al taller se pone límites a la hora de hacer girar su torno. "Soy ciego y para realizar esta labor, no tengo más que usar las manos y dejar volar la imaginación", explica José Luis Barón, uno de los alumnos de Maribel, que en esos momentos se encuentra modelando una hucha. "El que quiera recuperar su contenido tendrá que romperla, no hay más, porque no pienso hacerle un agujero para sacar el dinero", anuncia entre risas. Lleva ya seis años asistiendo a este taller y asegura que la relación con sus compañeros es "estupenda". "Una persona con dificultades, cuando llega a un grupo, lo primero que tiene que hacer es integrarse y la acogida para mí, la verdad, ha sido maravillosa", asegura.


Junto a él se encuentra Pedro Vasco, quien está realizando un jarrón. "Nos llevamos muy bien entre nosotros y gracias a Dios, todos podemos hacerlo todo. A mi quizá me falte todavía un poco de experiencia", comenta este alumno. También en pleno proceso creativo se encuentra Alicia Coronas. Sus manos intentan dar forma, igualmente, a un jarrón, aunque muy distinto al de su compañero. "Venir aquí nos relaja. La sensación de tocar la arcilla con las manos es muy agradable. Lo cierto es que me siento muy bien aquí y una vez tienes el barro en la mano, enseguida te vienen ayudas a la cabeza", asegura.


"Me bastan las manos"

María del Carmen Puyuelo se ha decantado, otra parte, por un recipiente para guardar ajos, que piensa regalar a su hermana. "Llevo ya seis años en este taller y lo cierto es que disfruto mucho", asegura. Junto a ella se encuentra Teresa Banzo, quien sufre ceguera desde que tenía once años de edad. En sus manos, toma forma un botijo que piensa regalar a un sobrino. "Tengo mucho sentido en las manos, me bastan para saber como está quedando mi obra", explica, al tiempo que va moldeando su figura. "La profesora me corrige un poco, pero muy poco. Teniendo un tacto tan desarrollado, nada me resulta complicado", asegura con una enorme sonrisa.