Caball: un clásico para todos los públicos

Este restaurante es un claro ejemplo de la hostelería clásica, de la que ya no quedan muchos representantes.

Santiago Sánchez, propietario de Caball, en la barra del establecimiento.
Santiago Sánchez, propietario de Caball, en la barra del establecimiento.
Vanesa Castellano

La ubicación de un negocio suele ser determinante. Para el restaurante Caball (caballo en aragonés) lo es y lo ha sido en sus más de 30 años de trayectoria. Ubicado como está en una zona de mucho tránsito –a la entrada de la calle de Don Jaime I– decantarse por los turistas, los clientes de negocios, los vecinos de la zona o los asiduos del cercano Teatro Principal tal vez hubiese sido lo más fácil, especialmente en el caso del turismo. Sin embargo, durante estas tres décadas, el camino elegido por sus responsables ha sido el de meter a esa clientela potencial en la coctelera y esperar la respuesta.


Por como esa idea se ha traducido en una propuesta gastronómica, el resultado puede considerarse más que satisfactorio. Por la mañana, los desayunos y, sobre todo, los almuerzos, dan mucho juego. No se ha perdido en este restaurante la tradición del almuerzo, donde además de los clásicos huevos fritos con distintas compañías se pueden degustar judías con chorizo, callos, manitas, fideuá o algún arroz (5 euros, incluida copa de vino y café). El picoteo a mediodía es muy tradicional alrededor de montaditos, raciones y fritos, y como argumento de enganche, un vermú casero y gilda por 2 euros.


A la hora de comer, el menú del día (10 euros) es muy interesante. Combina la cocina de mercado –sobre todo si se trata de elegir algún pescado– con algún plato de cuchara y la idea, muy presente, de no aburrir a los clientes. En esa línea pueden encajar, por ejemplo, una ensalada de mandarina y bacalao marinado o la presencia de judías verdes a la japonesa, con cebolla y un toque de soja.


Este menú, que cambia a diario, se ofrece durante toda la semana al mismo precio. Además, el fin de semana siempre hay algún plato que eleva el nivel, ya sea con la presencia de pescados como rape o un arroz especial. Y todo ello en mesas vestidas con manteles y servilletas de tela.


Menú degustación

El menú degustación (18 euros) se mantiene durante siete días (de jueves a jueves) y en él siempre aparece algún producto de temporada. El de hace algunas semanas incluía para el picoteo, al centro, espárragos naturales asados con tomillo; anchoas marinadas con pesto de borraja y milhojas de patata y foie con vinagreta de piñones. Y, a elegir, merluza con salsa de ajo tostado o entrecot a la parrilla con guarnición.


Por otra parte, en la carta cada vez están ganando más peso los arroces, generosamente servidos, para acompañar, como mucho, con una ensalada. Especialmente llamativo es el que lleva el nombre del restaurante: de puerro, setas, sepia, bacalao, borraja y mejillones.


También hay una carta de picoteo que mira más al turista esporádico que busca referencias aragonesas tradicionales. Ahí es donde aparecen la sartenada aragonesa, madejas con pimientos de padrón, migas, caracoles con tomate o callos. En el fondo y en la forma estamos ante un buen ejemplo de hostelería clásica de los que ya no quedan muchos.


Caball Calle de Don Jaime I, 3. Zaragoza. Teléfono: 976 298 581 Horario: de 7.00 a 24.00. Descanso: abierto todos los días.-Ver otros restaurantes recomendados

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