Freixenet: de vuelta al origen

En el año del centenario de la marca, los actuales responsables rinden homenaje a sus antepasados.

Freixenet Casa Sala y La Freixeneda, de Bodegas Freixenet
Freixenet Casa Sala y La Freixeneda, de Bodegas Freixenet

Freixenet es uno de los mayores grupos bodegueros del mundo, con empresas elaboradoras en varios continentes y que el año pasado facturó 520 millones de euros. Popularmente conocido por sus productos más vendidos, como el Carta Nevada y el Cordón Negro, produce, sin embargo, vinos y cavas de alta expresión y gran calidad, que rompen el tópico que estigmatiza a muchos grandes grupos del ámbito agroalimentario.


En este afán de dar un plus de calidad a sus clientes, los actuales responsables han aprovechado que en 2014 se celebra el centenario de la creación de la marca Freixenet -la bodega familiar originaria, Casa Sala, data de 1861- para honrar la memoria y el trabajo de sus antepasados y fundadores, a la vez que han puesto en el mercado dos vinos que están a la altura de ese reconocimiento histórico. Son un elemento más de esta vuelta a los orígenes de Freixenet, apuesta que incluye también la recuperación de las dos fincas donde se iniciaron las sagas familiares de las que proceden los actuales propietarios.


Esta semana, un pequeño grupo de profesionales del mundo del vino de Aragón pudimos conocer de primera mano estos proyectos, acompañados por el director de Comunicación de la compañía, Pedro Bonet, y por el enólogo y responsable técnico de la empresa, Josep Buján.


En Casa Sala, Francesc Sala puso en marcha un floreciente negocio vitivinícola que a finales del siglo XIX se vio abocado a la ruina a causa de la entrada de la plaga de la filoxera en el Penedés. Sería su nieta, Dolores Sala Vivé, ya entrado el siglo XX, quien revitalizaría el negocio contrayendo matrimonio con Pedro Ferrer Bosch, procedente de una familia propietaria de la cercana finca de la Freixeneda, que data del siglo XIII.


Pedro Ferrer aportó la fuerza empresarial y su esposa la sensibilidad elaboradora para conseguir cavas que ganaron el aprecio del público.


Tras diversos avatares -incluyendo sucesos dramáticos, como la muerte durante la Guerra Civil de Pedro Ferrer, la desaparición de su hijo mayor y la colectivización de la empresa-, a finales de los 50, su hijo pequeño, José Ferrer Sala (actualmente presidente de honor de la compañía), se puso al frente del negocio para pilotar el imparable despegue del grupo, que alcanzó notoriedad en años posteriores gracias a una política comercial y de comunicación cuyos inmejorables resultados están hoy a la vista.


Un tinto y un cava reserva

En la visita, Josep Buján cuenta como José Ferrer le encargó hacer un cava a la antigua usanza, intentando llegar a los más altos parámetros de calidad y buscando la diferenciación a partir del patrimonio de viñas e instalaciones de Casa Sala, que ha sido restaurada buscando la funcionalidad más que el lujo, aunque al final se podría calificar como una 'cava boutique'. Allí se hacen unas 20.000 botellas anuales procedentes de la propiedad de la Freixeneda a partir de uvas de vendimia manual, prensado con prensa cuadrada originaria de Champagne -de la marca Marmonier, de madera y de más de 150 años-, fermentación con levaduras indígenas y trasiegos y mantenimiento del vino por gravedad, sin utilizar bombas.


Es un brut nature al que no se añade licor de expedición y que recuerda a los cavas tradicionales de hace 50 años. Se utilizan dos variedades de uvas de toda la vida, xarello y la parellada, que cada año cambian de porcentajes en el cupage en función del rendimiento de cada uva. Nosotros catamos el Vintate 2005 y el resultado es un cava tan expresivo como elegante, con un abanico de aromas tan rico como sorprendente, completamente diferente a lo que estamos acostumbrados y en el que se nota que el enólogo ha puesto todo su cariño y sabiduría.


Pero Buján debió emplearse a fondo aún más en el otro encargo que le planteó José Ferrer: elaborar un vino tinto único en la finca de La Freixeneda. Para materializarlo, se inspiró en los vinos italianos que se hacen en Amarone con uvas pasificadas al sol. Así surgió el vino que toma el nombre de la finca, La Freixeneda, y que se acoge a la D. O. Cataluña por los métodos utilizados: desecación en cámaras especiales de las uvas de cabernet empleadas en el coupage, con otras de garnacha vinificadas según el método tradicional. El resultado es un tinto de alta gama con tapón de vidrio que ha envejecido en botas de madera croata de gran capacidad durante 20 meses, que también recuerda los vinos que se tomaban antaño en porrón y que atesora el alma del terruño y de los hombres que lo trabajan.


La Freixeneda

Elaborado por Freixenet en la Bodega La Freixeneda con uvas de cabernet y de garnacha, acogido a la D. O. Cataluña.

Precio aproximado en tiendas: 55 euros.


Freixenet Casa Sala

Elaborado en la Bodega Casa Sala por Freixenet. Variedades: parellada y xarello.

Crianza mínima de 48 meses en botella.

Precio aproximado en tiendas: 30 euros.


Ver otros vinos aragoneses.