EXPO 2008

Mucho más que imágenes al ritmo de una bella música

Polémico y esperado, el espectáculo "El Iceberg" se puede ver todas las noches en el imponente escenario situado en mitad del Ebro. Para muchos es enriquecedor y para otros un montaje más de la Expo. Está claro que para gustos están los colores.

Más de 10.000 personas se congregan cada noche en las gradas del Ebro del Meandro de Ranillas para contemplar la “sinfonía poético-visual” que compone el espectáculo Iceberg. Para unos es un gran espectáculo y para otros nada más que un conjunto de diapositivas bien dispuesto, este montaje de música e imagen atrae las miradas de la mayoría de los visitantes del recinto.


De las entrañas de los poco afortunados que no encuentran hueco en las gradas salen exclamaciones de todo tipo cuando los pingüinos caen al agua desde lo más alto del gélido montaje que domina el Ebro. Comienza entonces una melodía que envuelve al espectador de principio a fin. Un hilo conductor que une las tres partes que componen la relación del ser humano con el medio ambiente.


El bloque de hielo se descompone, se rompe en pedazos y aparece una enorme cabeza mecánica de la que brotan pensamientos y mucho más. El desarrollo de la obra pasa lentamente de lo natural al medio modificado por el hombre y la música, como elemento director, se hace trágica y estridente.


Polémico donde los haya, este montaje tiene tantos adeptos como detractores. El compositor de la música, José Luis Romeo, se ha mostrado siempre convencido de que, a pesar de todo, “hace pensar al espectador”. Y es así.


A pesar del derrotismo que desprende, el Iceberg no es un montaje catastrofista. De las chimeneas brotan árboles y de la destrucción sonrisas. No todo está perdido, parece indicar el autor. Todavía hay tiempo. Un mensaje que no por repetido deja de ser emocionante cuando se ve en un marco como el río Ebro en el recinto de la Exposición Internacional de Zaragoza, un reto para todos.


Todos los días, a las 22.30 y frente a las gradas del Ebro se puede ver el espectáculo para quienes quieran disfrutar de él, o símplemente, juzgar por ellos mismos.