¿Hay que ser buen estudiante para llegar a genio?

Numerosas personalidades han demostrado que las divergencias entre el rendimiento en los estudios y el éxito profesional no son infranqueables

Un fotograma del filme 'Una mente maravillosa
Russell Crowe tiene una 'Mente maravillosa' en laSexta

La imagen del genio superdotado pero incomprendido ante los ojos de la sociedad es un clásico y son muchas las figuras consagradas que han contribuido a afianzar esta creencia popular. Con más o menos exageraciones, estas personalidades han demostrado que las divergencias entre el rendimiento en los estudios y el éxito profesional no son infranqueables y que, si uno se lo propone, puede conseguir metas tan altas como la obtención de un premio Nobel en Medicina.


Este es el caso del doctor John Gurdon, que en 2012 recibía este galardón por ser uno de los pioneros en el campo de las células madre y la clonación, así como por haber descubierto cómo se pueden reprogramar las células maduras para que sean capaces de transformase en cualquier tipo de tejido. Toda una revolución en el campo de la biología y la medicina de la mano de un pésimo estudiante durante su etapa escolar.


Según sus biógrafos, sus profesores del Eton Collegue –una de las escuelas privadas más exclusivas de Reino Unido–no tenían ninguna esperanza sobre el éxito profesional académico de Gurdon y le animaron para dejar sus estudios e iniciar la carrera militar. Sin embargo, el flamante Premio Nobel no se dio por vencido y siguió adelante con sus sueños.


Similar es el caso de uno de los físicos actuales de más renombre, Stephen Hawking quien recuerda sus años de universidad como una etapa aburrida en la que no se esforzaba por prácticamente nada. Una trayectoria que venía marcada desde la etapa escolar y es que el propio Hawking reconoció que hasta los ocho años no aprendió a leer. No obstante, su inteligencia científica está fuera de discusión pues su tutor de física, Robert Berman, contó en The New York Times Magazine que a Hawking solo le bastaba saber que algo era posible para ser capaz de hacerlo sin ninguna referencia.


Claro que no todos estos genios venían del campo de las ciencias, pues en las ramas artísticas también hay varios casos de fraudes escolares que escondían a fantásticos genios, como es el caso del compositor Giuseppe Verdi, quien no fue admitido en la Escuela Superior de Música de Milán porque había superado los límites de edad y porque sus manos no adoptaban la postura correcta sobre el teclado del piano.


Un caso cercano es el de Pablo Picasso quien, mientras sus compañeros atendían en la escuela, se dedicaba a pintar palomas y toros en las páginas de sus cuadernos. Así se ganó tardes y tardes de castigo aunque el pintor nunca lo vio como un inconveniente pues decía que “lo que más me divertía del Instituto Da Guarda era cuando, por mal estudiante, me llevaban a los calobozos”.


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