Heraldo del Campo

Campaña de cereal de invierno en Aragón: con los ojos en el cielo y sin perder de vista el mercado

En apenas unos días comienza la cosecha de herbáceos, el cultivo más extendido en Aragón. No se espera ni siquiera una producción media, porque el tiempo no ha acompañado. Y se teme el efecto en los precios de las importaciones ucranianas.

Efectos de la sequía en un cultivo de cereal de secano en la localidad turolense de Cella.
Efectos de la sequía en un cultivo de cereal de secano en la localidad turolense de Cella.
UAGA.

Las cosechadoras están a punto para entrar en los zonas más tempranas de cereal. La recolección comienza en apenas unos días, mucho antes de lo que es habitual, un adelanto que han provocado las suaves temperaturas registradas en invierno y (aunque no lo parezca) en primavera. Pero no hay alegría en el sector. Cunde el desánimo entre los agricultores, porque aunque reconocen que no se repetirá "el desastre" del año pasado, se augura una mala cosecha.

Los cerealistas miran al cielo. Las lluvias no han sido generosas con el secano (salvo en honrosas excepciones) y hay amplias zonas productoras en la Comunidad en las que la ausencia de precipitaciones "está haciendo mucho daño". Y no pierden de vista los convulsos mercados en los que el bajo precio del cereal se resiste a remontar.

Lo habitual es que la cosecha de cereal comience en las zonas más tempranas de Aragón cuando casi está terminando mayo, pero este año las máquinas llegarán a los campos a mediados de este mes que acaba de comenzar. Así lo ha querido el clima, que con un invierno y una primavera con temperaturas más altas de los normal ha adelantado en unos diez días la cosecha del cultivo con mayor presencia en la Comunidad.

Los agricultores no se atreven a aventurar cifras y aseguran que no se repetirá el "desastre" del pasado año, cuando la extrema sequía dejó a Aragón con la peor cosecha de cereal de invierno de la última década. Pero están convencidos también de que la producción de este 2024 "será mala" en volumen y no se acercará siquiera a la de una cosecha media, que se sitúa en torno a los 2,5 millones de toneladas.

Puede parecer una paradoja, porque llover ha llovido y prueba de ello es que los embalses (de la margen izquierda, eso sí) presentan una cara mucho más amable que la ofrecían el año pasado. Pero el campo continúa teniendo sed. Las precipitaciones apenas han regado los secanos más áridos y, aunque la fiesta va por barrios, la sequía y "los calores" ya han mermado la cosecha.

"Hay zonas que están en una situación extrema por la falta de precipitaciones", señala el secretario provincial de UAGA en Zaragoza, José Antonio Miguel. Lo demuestran las cifras. Los primeros cálculos realizados por UAGA ya ha hecho los primeros cálculos, que evidencian la catastrófica situación de las comarcas más golpeadas por la sequía, en las que las pérdidas alcanzan el 90%.

Las mayores pérdidas

Es el caso de Ribera Baja del Ebro, en la que los problemas comenzaron en el momento mismo de la nascencia. Las lluvias llegaron en enero, pero "ya era ya era tarde para muchas parcelas", señala la organización agraria, que insiste en que en esta zona ya se partía con unos campos en los que el cereal había nacido muy mal. Sin agua, el desarrollo de la planta se vio lastrado y aunque parecía que la situación se reconducía con las tímidas lluvias de marzo, las elevadas temperaturas de verano han terminado "por echar a perder el cultivo", añade.

El mismo porcentaje de daños se ha producido en la comarca de Belchite, porque aunque la primavera ha sido generosa en lluvias "ya no sirven". Y es que, explica la organización agraria, la sequía del otoño-invierno hizo que la cosecha no comenzara a brotar hasta finales de febreros, con lo que el cereal no ha alcanzado el adecuado ciclo fenológico. "Va retrasada y no saldrá nada", advierten desde UAGA.

Así sucede también en Caspe, donde el cereal de secano está prácticamente perdido. Situación muy distinta es la que vive el regadío, que no espera este año restricciones ni cupos, porque aunque estas tierras se riegan con agua del Guadalope y las reservas del Civán están bajas, "de momento, son suficientes para cubrir la campaña de herbáceos", explican desde la organización agraria.

La radiografía realizada por UAGA sobre el estado del cereal en Aragón muestra también la crítica situación de las comarcas turolenses. Hasta un 90% de pérdidas se acumulan ya en los cultivos del Bajo Aragón Histórico, donde la preocupación no solo cunde entre los cerealistas, sino también entre los ganaderos de extensivo que apenas disponen de pastos para sus animales. En esta comarca también inquieta la evolución del almendro, porque "venía buena cosecha, pero como hay tanta sequía, los árboles están ya empezando a quedarse sin hojas y si el agua no llega en breve, se secarán", advierte la organización agraria, que alerta también de que el olivar necesita ahora "un buen riego", después de que la buena campaña del pasado año que finalizó el pasado mes de febrero.

Y por si no fuera suficiente. En la cuenca del Guadalope, los embalses de Calanda y Santolea "están muy, muy mal", por debajo del 30% y el 40%, respectivamente. Traducido a riego, eso significa restricciones del 50%, es decir, la mitad de la dotación del pasado año, con lo que, si no llueve y se recuperan las reservas las reservas, "la situación será catastrófica para los cultivos".

En el Bajo Martín no ha caído una gota desde septiembre con lo que lejos de estar preparados para cosechar, los cerealistas llevan una semana tramitando los partes de siniestro por sequía, que ha dejado pérdidas del 90%.

La parte central de la comarca y la que limita con Campo de Belchite son las zonas más castigadas en las Cuencas Mineras, donde se contabilizan muchas parcelas en las que no se va a cosechar. Mejor cara presentan los cereales próximos a Campo Romanos y al Jiloca (Segura de Baños y Villanueva del Rebollar), ya que al ser un territorio más húmedo, las parcelas presentan un estado "aceptable". "A ver qué pasa en los próximos días", señala UAGA.

Esperando el agua

Quienes cruzan los dedos son los cerealistas de las que Miguel califica como "zonas intermedias", porque de lo que llegue del cielo durante este mes de mayo dependerá el resultado final de su cosecha. Lo que esperan no es otra cosa que lluvia. "Cuanto más, mejor. Si caen 100 litros mejor que 20", señala el representante de UAGA y cerealista de Gallocanta, en la comarca de Campo de Daroca, que advierte que si esto no sucede, estas tierras irían ampliando la superficie afectada por la sequía.

Es así como están los agricultores de la zona de Huerva-Zaragoza, donde la sequía afecta a la mayor parte de los municipios y en especial a los secanos, en los que los cultivos de cebadas y trigos son los presentan la peor cara. El desarrollo del triticale está más avanzado, por lo que la falta de agua le afecta menos.

En el valle del Huerva y Ebro las pérdidas superan, según UAGA, el 70% de la cosecha esperada, un porcentaje que se reduce al 50% en las tierras más altas. Peor se presenta el escenario para el cereal de primavera (maíz) que ante la falta de dotaciones "no se va a poder ni sembrar", una situación que impactará también sobre los forrajes que ya sufrieron en la pasada campaña los negativos efectos de la sequía.

En la comarca del Aranda, los daños afectan ya a un 50% de la producción. Y aquí el desánimo es mayor porque "la nascencia fue impresionante de buena pero a primeros de marzo, ante la falta de precipitaciones los sembrados empezaron a secarse", explica UAGA, que recuerda que los 20 litros caído en Semana Santa en esta zona aliviaron la situación, pero aunque entonces ya se hablaba de que se salvaría media cosecha, "como no a vuelto a llover, las pérdidas van en aumento".

Daroca está al límite, advierte la organización agraria. A primeros de abril, la cosecha estaba "muy bien", pero en este mes apenas han caído tres litros, con lo que el cereal comienza a resentirse. Las pérdidas rondan entre el 30% y el 50% y aunque podrían recuperarse, si no hay precipitaciones en una semana, el porcentaje de daños se ampliará en un 20% más.

Un "cosechón" es lo que había en Calatayud hasta los primeros días de abril. A partir de entonces, todo se ha torcido. Si en primavera se esperaban unos rendimientos de 4.000 kilos por hectárea, estás previsiones ya se han reducido un 40% de la cosecha, aunque en las zonas frescas, como Malanquilla y Cubel, las parcelas presentan mejor cara también por la composición de los suelos.

En Cariñena, donde todavía hay margen de recuperación, la afección por la sequía va por zonas. En la franja más próxima a la Comarca Campo de Belchite (Tosos y Villanueva de Huerva) "el cereal está fatal", con pérdidas que superan ya el 50%, mientras que en la parte central, las pérdidas se sitúan en torno 20% y los sembrados "están mejor" en la zona de la sierra que linda con la Comarca de Daroca (Encinacorba).

Si no llueve en los próximos días, la situación podría ser también irreversible para los cultivos en los que ahora las pérdidas están por debajo del 50%

En Borja-Tarazona, el cereal nació bien y se ha desarrollado con normalidad por la humedad y las altas temperaturas del invierno y primavera. Y a pesar de una afección del 20%, "hay buena cosecha", pero dado que el grano se está formando, ahora necesita agua, por lo que si no llegan las lluvias, los daños serán mayores.

En los cultivos de Monegros Zaragoza no es la sequía la mayor preocupación, ya que aunque hubo dificultades en la nascencia, las lluvias de marzo permitieron la recuperación de la cosecha. El problema es la incidencia de la plaga de conejos sobre el cultivo, que ya ha provocado pérdidas del 40% en Farlete, Monegrillo y La Almolda.

Esperan también las precipitaciones los cerealistas turolenses. Concretamente los del valle del Jiloca, donde "si lloviera un poco y las temperaturas fueran más frescas se salvaría algo de cosecha", señala UAGA, que cifra en más del 50% las pérdidas en muchas de las parcelas afectadas, porque aunque ha ido lloviendo en lo que va de primavera, se partía de un invierno muy seco. A ello se han sumado unas altas temperaturas en marzo que han acelerado el espigado, por lo que el cultivo lleva un adelanto de unos 25 días respecto a lo habitual.

En la zona de sierra (Bañón, Bueña, Ojos Negros y Pozuel del Campo) de momento hay cosecha, pero a los agricultores les preocupa que se vuelva a repetir lo ocurrido el pasado año. Entonces las lluvias llegaron a finales de mayo y primeros de junio provocando la proliferación de malas hierbas que impidieron que muchas parcelas terminaran por no poder ser cosechados.

Y en la comarca Comunidad de Teruel, más de lo mismo. Las pérdidas ya alcanzan al 50%, una cifra que podría reducirse con lluvia.

Solo se salva Huesca

La otra cara de la moneda la protagonizan los cultivos situados en la margen izquierda del Ebro y en la provincia de Huesca. Las abundantes lluvias registradas en otoño e invierno, y que, sin embargo, pasaron de largo por la zona más oriental de Aragón, no solo regaron con generosidad los secanos de estas zonas, sino que además han contribuido a que los embalses presenten "un estado inmejorable, prácticamente al 100% de su capacidad", destacan los representantes de UAGA. Y con esta situación, no solo esta garantizada una buena campaña de cereal de invierno, sino que además los agricultores respiran aliviados con estas reservas la campaña de riego –tras un pasado año muy complicado– está asegurada.

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