El camino de la trashumancia del vacuno aragonés a Francia se topa con nuevos obstáculos

Los ganaderos del valle oscense de Broto que cada verano trasladan sus animales a los frescos pastos del ibón de Bernatuara en el país vecino advierten que las trabas administrativas están complicando una práctica ganadera que tiene su origen en 1862.

Ganado de broto en el ibón de Bernatuara.
Ganado de broto en el ibón de Bernatuara.
D. Magallón

Como cada año por estas fechas, los ganaderos de vacuno de extensivo del valle de Broto ya han subido sus animales a los puertos para que gocen de los pastos de montaña. Desde allí y sobre el 20 de julio, alrededor de unas 1.300 vacas y terneros, a las que desde hace dos años se han unido también 1.200 ovejas, comenzarán una trashumancia que les llevará hasta el ibón de Bernatuara, en los Pirineos centrales franceses, donde los animales permanecerán hasta el 22 de septiembre. Porque aunque sea territorio del país vecino, la hierba es ‘española’ como recoge el Tratado de Bayona que ambos países firmaron en 1862.

Acostumbrados como están los ganaderos aragoneses a recorrer desde hace siglos con sus reses este empinado camino, en los últimos años están comprobando que la senda se ha hecho más tortuosa. La fiebre catarral ovina, más conocida como lengua azul, y la rinotraqueítis infecciosa bovina (IBR), así como las decisiones del Ministerio de Agricultura y de la consejería del ramo en Aragón para prevenir posibles contagios, han complicado esta tradicional práctica ganadera, que se está haciendo cada vez más cuesta arriba por las “continuas trabas de las administraciones”, lamentan los afectados.

La primera piedra, denuncian los ganaderos, la ha puesto la decisión del Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón al eliminar la financiación de la vacuna que obligatoriamente tienen que poner los ganaderos de Broto a los animales que van a cruzar la frontera para prevenir así posibles contagios de lengua azul, enfermedad presente no solo en España sino también en el país vecino.

Ganaderos de Broto se dirigen con sus redes hacia los pastos frescos del Pirineo francés.
Ganaderos de Broto se dirigen con sus redes hacia los pastos frescos del Pirineo francés.
D. Magallón

“No nos oponemos a la vacunación ni mucho menos, pero estamos profundamente preocupados por la falta de previsión y consideración de las autoridades competentes en la implantación de estas medidas”, señala Daniel Magallón. Este ganadero de la localidad oscense de Fragen, que cada año moviliza junto con su socio 130 animales, destaca que cada vacuna supone un coste de unos cinco euros, por lo que para un rebaño medio el desembolso se sitúa en torno a los 500 euros, lo que incrementa todavía más los ya elevados costes de explotación que este sector lleva soportando en los últimos años.

Magallón explica que son numerosas e infructuosas las reuniones que los ganaderos del valle de Broto han mantenido con responsables de la consejería que lidera Ángel Samper, a la que llevaban meses solicitando una decisión clara sobre este asunto. Decisión que, lamentan los afectados, se ha tomado cuando los animales ya se encuentran suelto en el monte, lo que genera “una situación extremadamente difícil”. Porque reunir a todas las cabezas de ganado para cumplir con estas regulaciones supone “un esfuerzo logístico y económico considerable, que podría haberse evitado con una notificación adecuada y oportuna cuando los animales todavía estaban estabulados”, detallan.

La situación se ha complicado todavía más con la reciente exigencia de realizar “tan solo quince días antes” de comenzar la travesía una PCR a todos los animales que van a pastar en el ibón de Bernatuara para detectar la posible presencia del virus de rinotraqueítis infecciosa bovina. “La notificación es tardía y poco conveniente” porque se ha producido precisamente cuando los animales están ya en el monte, donde no hay instalaciones adecuadas para realizar estos análisis y su traslado de nuevo a los establos genera un “gran estres en las reses”, señala Magallón, que como el resto de afectados pide que estos sangrados se puedan realizar en abril cuando las vacas están estabuladas. 

Es así como lo hacen los ganaderos franceses cuyos animales se alimentan en los mismos valles. “A ellos se les permite analizarlos desde el 1 de enero hasta que entran en dichos pastos”, detalla Magallón, que recuerda que los productores aragoneses llevan años vacunando de esta enfermedad bajo supervisión veterinaria, por lo que se ha reducido al mínimo el número de animales positivos y la expansion del virus.

“Estamos muy preocupados porque a las administraciones que tanto se les llena la boca con la ganadería extensiva y la trashumancia, a la hora de la verdad no nos quieren ayudar”, lamenta el ganadero oscense, que insiste en que llevar los animales a Francia “no es un capricho” de los ganaderos de Broto. “Son más frescos y mejores y si no fuéramos hasta esos pastos no podríamos tener todo nuestro ganado en nuestros montes”, explica. Y aún más si no aprovechan esta hierba, advierte, se perderán unos derechos y una tradición “que comenzó hace dos siglos”.

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