agroalimentación

Un emblema de Huesca dedicado a los embutidos y a la familia

Desde 1876 lleva la carnicería oscense Hija de Amado Ara proporcionando carne de primera calidad, elaborada de forma tradicional.

Padre e hijo de la familia Rivera Loriente su carnicería Hija de Amador Ara.
Padre e hijo de la familia Rivera Loriente su carnicería Hija de Amador Ara.
C.R.L.

Hasta cuatro generaciones han pasado por la carnicería Hija de Amado Ara, un local oscense conocido por sus embutidos de elaboración propia. Para Carlos Rivera Loriente, su andadura entre esas cuatro paredes comenzó cuando terminó los estudios; para su padre, mucho antes, a los 14 años, cuando el matrimonio que regentaba la carnicería llegó a su pueblo, Pueyo de Fañanás, en busca de terneros y un vecino lo propuso como aprendiz para trabajar en la tienda.

Un negocio de familias

Sin hijos a los que legarle el negocio, la carnicería se quedó con los Rivera décadas después. Aunque, en su más de un siglo de historia, ha pasado por varias manos, "primero el fundador, Amado Ara; luego su primogénito, del mismo nombre; mis anteriores jefes, familiares lejanos; y, por último, ya cogí yo la carnicería junto a mi familia", relata Rivera, quien regenta actualmente el negocio que nunca perdió su nombre original.

Fue reconocida con el premio al Altoaragonés del Año 2023 en la categoría de empresa

Sus más de 140 años de historia la han convertido en un emblema para la ciudad de Huesca, hasta el punto que, en 2023, fue distinguida con el premio de Altoaragonés del año en la categoría de empresa, en la 37ª edición de esta distinción otorgada por el Diario del AltoAragón: "El trabajo que realizamos en la carnicería es tradicional y artesanal; dos conceptos que nos ayudan a diferenciarnos del resto", justifica Rivera este reconocimiento, que también representa una puesta en valor del esfuerzo por mantener el proceso manual de estos productos. "Cuando te dedicas a un oficio como este, en el que tus productos son elaborados artesanalmente, el trabajo que requiere es laborioso", asegura.

Esta labor a la que se refiere el carnicero consiste en elaborar los productos típicos de Aragón, tal y como los hacía el primer Amado Ara, siendo algunos de los más reconocidos la tarteta, la morcilla, la butifarra, el chorizo y la longaniza. No obstante, "compitiendo con las grandes cadenas de supermercados, necesitas innovar continuamente, tanto los productos como la manera de elaborarlos", afirma Rivera, y aquí entra la "estrella de la carnicería", su madre Chonin, "ella es muy innovadora y muy trabajadora", admira su hijo. Pero no solo eso, si algo caracteriza a esta empresa familiar es su trato con el cliente.

Más de 140 años de trayectoria lleva a sus espaldas

Marcar la diferencia

Chonin no solo vende la carne y los embutidos que, con mucha maña, prepara junto a su familia, sino que "también te enseña o aconseja cómo los tienes que cocinar" y, para su hijo, es lo que marca la diferencia, además del "nivel de calidad y profesionalidad que tenemos". Una diferenciación que notan sus clientes: "Tenemos de toda la vida, de la zona. Aunque, hoy en día, tal y como está el mercado, fidelizar a los clientes es más complicado. Pero, el de toda la vida sigue fiel y nos ayuda a llegar a otros clientes". Estos nuevos consumidores, han empezado a ver, son las nuevas generaciones: "Los más jóvenes aprecian nuestro oficio y el producto".

El futuro de esta carnicería está marcado por el gran logro de haberla mantenido abierta durante casi un siglo y medio. Ahora, Carlos Rivera sigue los pasos de sus padres y está más que agradecido por la oportunidad de poder hacerlo: "Me ha ido muy bien, porque igual no sería la persona que soy ahora sin estas oportunidades", asegura el carnicero.

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