Sodiar, 40 años financiando a empresas en Aragón

La Sociedad para el Desarrollo Industrial de Aragón (Sodiar) cumple cuatro décadas de andadura, desde 2007 con la DGA como accionista mayoritario. Decenas de compañías en la región han crecido  o incluso sobrevivido gracias a esta herramienta.

Pedro Barreiro, director gerente de Sodiar, en la sede de la sociedad pública.
Pedro Barreiro, director gerente de Sodiar, en la sede de la sociedad pública.
Oliver Duch

De modo discreto, sin hacer mucho ruido, la Sociedad para el Desarrollo Industrial de Aragón (Sodiar) ha contribuido al crecimiento de la economía en la región de una manera importante. Sin grandes alharacas ni aportaciones grandilocuentes, ha participado en la financiación de decenas de empresas en la Comunidad, en unos casos para impulsar su crecimiento, en otros para ayudarles a afrontar retos sobrevenidos y en no pocos para permitirles sobrevivir y seguir en la brecha.

El concurso en la economía aragonesa de esta empresa pública, que inició su actividad en 1984 y que desde hace 17 años cuenta con el Gobierno autonómico como accionista mayoritario, ha contribuido a impulsar la actividad de compañías industriales como Alumalsa (hoy propiedad del grupo Linamar) en La Cartuja, Yudigar en Cariñena o GRB en el polígono Plaza de Zaragoza; ha ayudado a vertebrar la Comunidad con operaciones en Casting Ros (Utrillas) o en Gomà Camps en Ejea de los Caballeros, y ha contribuido a la innovación apoyando a Iritec (origen de Hiberus), Imascono o Scati Labs, entre otras muchas empresas.

Sodiar fue una de las Sociedades de Desarrollo Industrial (SODI) creadas por el Gobierno central a través del Instituto Nacional de Industria (INI, luego denominado Teneo, Sepi o Sepides), que tenía al menos el 51% del capital social en cada una. Entre 1972 y 1984 se crearon siete Sodis en España, la última de ellas la aragonesa, convertidas de algún modo en pioneras en la implantación del capital riesgo en el país.

Con los años, con la consolidación del Estado de las autonomías, cada Sodi siguió su propio camino. Unas desaparecieron, otras se convirtieron en gestoras de capital riesgo o cambiaron su objeto social. En 2007, el Gobierno aragonés adquirió la participación de Sepides y hoy detenta el 79% del capital a través de la Corporación Empresarial Pública e Aragón (CEPA). El resto del accionariado se reparte entre Ibercaja, Caja Rural de Aragón, Caixabank y el BBVA. Como resultado de la operación se creó Suma Teruel, que comparte la vocación de Sodiar y cuya actividad se restringe a la provincia turolense.

De depender de Madrid, entrando en empresas aragonesas con participaciones accionariales con pacto de recompra, Sodiar pasó a ser gestionada por el Ejecutivo aragonés, reseña Pedro Barreiro, director gerente de esta empresa pública. Entre medio, recuerda, la DGA apostó por el capital riesgo en 2004 con la iniciativa Savia, que dio lugar a la creación de cuatro fondos operados por gestoras privadas, si bien el proyecto se extinguió en 2015, lastrado por los efectos de la crisis económica de 2008 y los años que le siguieron. «Savia no salió bien y eso hizo mucho daño a la comunidad autónoma», sostiene Barreiro. «No es bueno que no tengamos en Aragón una sociedad de capital riesgo porque eso nos hace perder oportunidades», apunta, aunque recuerda que Sodiar está integrada en Spain Cap (anteriormente Ascri, Agrupación española de Entidades de Capital Privado).

En los 17 años transcurridos desde que el Gobierno de Aragón es accionista mayoritario de Sodiar, esta ha formalizado 651 operaciones (38,3 de media) con una inversión total de 47,45 millones de euros que ha movilizado desembolsos por 216,7 millones y ha ayudado a crear o mantener 9.654 puestos de trabajo.

El balance general de la empresa pública es bueno, afirma Barreiro, que la dirige desde 2011 y que sabe muy bien cuál es su función. «Somos una herramienta del accionista mayoritario para apoyar a las empresas, de las que nos convertimos en socios aunque no estemos en el día a día», apunta. «Concedemos apoyos sin garantías y no podemos ni queremos competir con las entidades financieras, pero vamos de la mano de los empresarios», añade.

Corrobora esa afirmación Anne-Laure Romeuf, que abrió hace 17 años su primer establecimiento de bollería y panadería francesa Le Petit Croissant en Zaragoza (en la calle Hernán Cortés) y que ahora tiene dos más. «Mi experiencia con Sodiar es muy buena, ellos me financiaron en 2014 el 70% de la inversión en la tercera tienda y su cafetería, que tiene un kiosco tipo París, en el centro comercial Puerto Venecia», reseña. «Las dos primeras aperturas (la segunda tienda está en Paseo de la Constitución) las hice con bancos, así que para la tercera opté con Sodiar, que no exigía aval», añade. Y salió bien. Hoy trabajan en los tres establecimientos 45 personas.

Participación durante 5 años

Sodiar puede participar en el capital de una sociedad, bien en su constitución o en una ampliación del capital social de la misma. La participación, siempre minoritaria, tiene carácter temporal. Con los socios se firma un pacto de desinversión a un plazo no superior a 5 años y con un precio prefijado. La entidad pública puede conceder préstamos hipotecarios, personales o participativos, en condiciones de mercado. Desde 2007 se ha optado por conceder casi con exclusividad préstamos participativos, tal y como los hace la empresa pública de ámbito nacional Enisa.

En los últimos cuatro años la actividad de Sodiar se ha focalizado en gran parte en apoyar a empresas a través de dos líneas de ayudas, una a las afectadas por la consecuencias económicas de la covid-19 y otra a las que han padecido las de la guerra de Ucrania. En total se ha apoyado a unas 300 compañías, muchas del sector de la hostelería, como Le Petit Croissant.

A lo largo de su trayectoria, Sodiar ha materializado más de 150 participaciones empresariales, muchas de ellas en ámbitos industriales (automoción, fabricación de papel, fundiciones, parques eólicos, distribución de maquinaria, grifos, etc.). De una de hace muchos años se acuerda bien Luis Arruga, director de Operaciones de Alumalsa, dedicada a la fundición de piezas de aluminio ahora denominada Linamar Zaragoza. «Entre 1995 y 2000 estaban desapareciendo muchas acerías y la actividad industrial estaba en entredicho, así que el apoyo de Sodiar a la empresa vino muy bien», recuerda. El grupo francés Montupet era entonces propietario de Alumalsa (en 2016 la compañía zaragozana fue adquirida por el canadiense Linamar) y vio de modo muy positivo el apoyo institucional aragonés recibido, aunque este fuera muy reducido. En la factoría de Alumalsa, rememora Arruga, trabajaban unas 210 personas y años después llegó a tener 500. «Fui parte del crecimiento de esa época, pasamos de facturar 14 millones de euros a 50 millones», precisa el directivo.

Más reciente fue la entrada de Sodiar en GRB (antigua Grober), fabricante de grifos aragonés que tiene en la actualidad sus instalación en el polígono Plaza. Roberto Ladrón, máximo responsable de la compañía, recuerda que Sodiar entró en el capital de GRB en 2013 y salió en 2018. «En 2013 estábamos en un momento valle, después de la crisis económica de aquellos años, y optamos por dar entrada a esta empresa pública para crear nuevos productos», apunta.

Instalaciones de GRB en Plaza.
Instalaciones de GRB en Plaza.
Francisco Jiménez

«Todo salió bien, con resultados que acompañaron y datos finales que cumplieron exactamente las previsiones que teníamos», incide Ladrón. «Nos reuníamos cada tres meses para ver la evolución de la empresa y ellos no intervinieron porque estaba todo correcto; nos dejaron funcionar, la experiencia fue buena», asegura. Pedro Barreiro coincide en la misma percepción: «La operación con GRB fue correcta, exactamente como la planeamos, y eso no es tan habitual».

El directivo de GRB, como los representantes de otras empresas consultadas, coinciden en reconocer que el equipo de Sodiar es muy exigente a la hora de gestionar los apoyos financieros que se dan a las compañías. «Es dinero público y tenemos que hacerlo», recalca Pedro Barreiro. «Este negocio no es fácil», añade sin embargo al recordar que se ofrece financiación si pedir garantías como hacen los bancos. «Pese a todo, nuestro nivel de fallidos, aunque es mayor que el de las entidades financieras tradicionales, es similar al de organizaciones como la nuestra, como Enisa», señala.

Con la desaparición de la iniciativa Savia de capital riesgo, impulsada desde 2004 por el entonces consejero de Economía del Gobierno de Aragón que presidía Marcelino Iglesias, el catedrático Eduardo Bandrés, empresas apoyadas por aquel instrumento de financiación como Artibal, con sede en Sabiñánigo, empezaron a trabajar con Sodiar.

«Ellos heredaron una participación de Savia Innovación y desde entonces trabajaron con nosotros», recuerda Oscar Garcés, director general de esta empresa especializada en la fabricación de barnices para envases de productos alimenticios y farmacéuticos. En octubre de 2009, precisa, Capital de Innovación y Crecimiento (CIC), gestionada por Going, a través de Teresa Azcona, desembolsó 530.610,19 euros, 11.400 como capital social y 519.210,59 como prima de emisión. En junio de 2017 CIC vende y transmite a Sodiar 190 acciones (con un desembolso de 530.610,59 euros). Artibal también ha recibido préstamos, los últimos de la línea de ayuda Covid firmados en 2020 y devueltos en 2021 y 2022.

«En 2017 Sodiar nos echó una mano que ha venido muy bien», señala Oscar Garcés, que elogia el apoyo en momentos críticos recibidos de Barreiro y su compañera Ana Ferra. Según lo estipulado en el pacto de socios, la empresa pública saldrá del capital de Artibal en 2025, pero en estos años nadie duda de su apoyo a un crecimiento nada desdeñable. En 2017, el fabricante de barnices tenía 6 trabajadores y facturaba 980.000 euros. En 2023, el número de empleados era ya de 17 y el volumen de negocio alcanzaba los 6,5 millones de euros.

«Sacar barnices para envases de poliéster reciclable ha sido la clave para nosotros», cuenta el responsable de Artibal, que exporta el 21% de su producción, con presencia en mercados como los de Turquía, Grecia, Polonia, Emiratos, Francia e Inglaterra.

El futuro

De cara al futuro, en Sodiar prevén salir más a la palestra y cumplir un plan estratégico para los próximos tres años ya pergeñado tras el proceso de reflexión sobre el funcionamiento de las mercantiles autonómicas. Así lo apunta Pedro Barreiro, quien por otro lado recuerda que él y otras personas del equipo se jubilarán en fechas próximas, por lo que es momento de que el accionista mayoritario, es decir, la DGA, decida cómo y con quién dar un nuevo impulso a la sociedad.

GRB, un fabricante de grifos empeñado en sacar nuevos productos

GRB Mixers, fabricante de grifos de Zaragoza que basa sus estrategias de crecimiento en el lanzamiento continuo de productos de más valor añadido, atraviesa como todas las empresas buenos y malos momentos. Nadie es inmune a los vaivenes de la evolución de la economía, de ahí que los apoyos externos sean siempre importantes, tal y como se ha constatado en este caso.

Después de la crisis de 2008 y los años siguientes, GRB atravesaba un momento valle, según explica Roberto Ladrón, su director general, y quería lanzar nuevos productos. Fue entonces cuando entró Sodiar, en el año 2013, con una inyección de 300.000 euros, lo que vino muy bien a la compañía. Todo salió según lo previsto y la sociedad pública salió de GRB cinco años después, en 2018.

Artibal, barnices para envases de alimentos 

Artibal es una empresa familiar fundada en 1993 en Sabiñánigo (Huesca), población con gran tradición industrial en el aluminio. De allí surgieron los primeros barnices creados para su aplicación en ese metal, campo en el que esta compañía se ha especializado, hoy en concreto en envases flexibles y semirrígidos para los sectores de alimentación y farmacéutico. Tapas de yogures y bolsas de ensalada, por ejemplo, llevan este producto, que va en envases reciclables, lo que favorece el impulso de la economía circular.

La participación de Sodiar en esta empresa, heredada de Savia Innovación, ha ayudado mucho a su proyección, reconoce Oscar Garcés, su gerente, que ahora tiene el reto de solucionar los problemas de espacio de una compañía que crece a buen ritmo.

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