AGRICULTURA

Álvaro Lario: "Los agricultores de los países pobres tienen que decidir entre comer o plantar"

El presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola explica que los trabajadores del sector primario también protestan en naciones en desarrollo, como India, ante su "dramática" situación.

Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
FIDA

Las protestas de los agricultores no son solo un problema europeo. También en algunos países en desarrollo, como India, ha habido tractoradas en las últimas semanas para intentar conseguir precios más justos para los productos de sus campos. Los trabajadores indios del sector primario incluso trataron de bloquear los accesos a la capital, Nueva Delhi, donde se produjeron choques con la Policía.

Más allá de las grandes diferencias económicas, tecnológicas y en infraestructuras según los países, son muchos los problemas comunes que sufren los agricultores en todo el mundo, como los derivados del cambio climático, resultando los campesinos de los países pobres los más vulnerables a ellos.

Lo sabe bien el español Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), un organismo dependiente de Naciones Unidas que calcula que por cada euro invertido en fomentar el desarrollo de las áreas rurales de las naciones en desarrollo, se ahorran hasta 10 euros futuros de costes humanitarios. El FIDA, que tiene su sede central en Roma, aprobó recientemente un plan por valor de 2.000 millones de dólares (cerca de 1.900 millones de euros) para reducir el hambre y la pobreza de cien millones de personas.

¿Qué puntos comunes hay entre las protestas de los agricultores de los países ricos y los de las naciones pobres?Nosotros trabajamos sobre todo con los países en desarrollo, pero estamos ante una preocupación global que muestra que la agricultura y el cambio climático están muy unidos y son parte de la solución y del reto que tenemos como sociedad. Los fenómenos extremos que vemos cada vez más, como ciclones, inundaciones o sequías, afectan a todo el mundo, tanto a los países en desarrollo como a los desarrollados. Hace falta una voluntad política para afrontar una transición en los sistemas alimentarios de manera que todos tengamos acceso a comida nutritiva y los pequeños agricultores puedan tener una vida decente.

¿Tienen los campesinos de los países en desarrollo menos herramientas para afrontar las consecuencias del cambio climático?En Europa, Canadá, Estados Unidos y otros países existe una red social que apoya a los agricultores, con mayor o menores incentivos y subsidios, pero en los países en desarrollo, por ejemplo en África o en algunos lugares de Asia, esto no ocurre. No hay ese tipo de apoyos, por lo que en el momento en que suceden eventos extremos lo que ocurre es que básicamente, dejan de poder comer. Tienen que decidir entre comer o plantar, por lo que la situación es verdaderamente dramática.

Impacto de la pandemia

La pandemia provocó que aumentara el número de personas que pasan hambre. Teniendo en cuenta las consecuencias de la emergencia climática de las que se quejan los agricultores, ¿cuáles son las perspectivas para los próximos años?Estamos ante una conjunción de crisis. Con el covid hubo un incremento de 150 millones de personas que volvieron a no tener acceso a la comida y a caer en la pobreza, algo que no habíamos visto durante las últimas décadas. Estas cifras se van a quedar ahí si no hay una masiva inversión por parte de los propios países, del sector privado y de instituciones como la nuestra. No podemos permitirnos que en un mundo con 8.000 millones de habitantes una de cada diez personas pase hambre.

¿Cómo puede afectar esta situación a las migraciones?Vemos una presión cada vez mayor hacia la migración forzada de parte de personas que tienen unas condiciones de vida muy pobres. Sus opciones pasan por unirse a grupos terroristas, a la extracción ilegal de minerales, irse a países vecinos con condiciones muy complicadas o intentar migrar a economías en desarrollo. Si no invertimos en tratar de proporcionar soluciones, en el futuro vamos a tener más dificultades en términos de conflicto y de futuras inversiones humanitarias. Sabemos que por cada euro que se destina a este tipo de inversión para conseguir resiliencia y crear este tipo de condiciones, se ahorran hasta 10 euros de futuros costes humanitarios.

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