Sector agrario

Aragón pierde casi 1.300 agricultores en cinco años por falta de rentabilidad y relevo

La extrema sequía y los disparados costes de producción ponen contra las cuerdas al sector. La incorporación de jóvenes se ralentiza y la media de edad de los profesionales ya supera los 61 años.

Explotación de frutales en la localidad zaragozana de La Almunia.
Explotación de frutales en la localidad zaragozana de La Almunia.
Macipe

El campo se vacía. Al menos de agricultores profesionales, aquellos que se dedican de forma exclusiva a la actividad agraria y ganadera. Lo vienen denunciando las organizaciones agrarias UAGA y UPA y lo evidencian las cifras. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de afiliados a la Seguridad Social agraria en 2018 era de 18.904. El pasado año, esta cifra había caído hasta los 17.613 afiliados. Casi 1.300 profesionales menos.

El goteo de abandonos ha sido continúo durante el último lustro, a una media que supera las 200 salidas cada año. Pero no todos los ejercicios han sido similares. Especialmente elevada fue la reducción de efectivos en 2023, un año muy complicado marcado por una extrema sequía que ha reducido prácticamente a la mitad la mayoría de las cosechas, por unos elevados costes de producción derivados del impacto de la guerra en Ucrania y unos precios que, aunque más altos, no han conseguido compensar el elevado desembolso que el sector ha tenido que hacer en semilla, fertilizantes, electricidad y carburantes.

Lo prueban los datos del INE, que reflejan que los 18.114 afiliados que se contabilizaban en 2022 se había reducido hasta 17.613 en diciembre de 2023. O lo que es lo mismo, más de medio millar de agricultores y ganaderos decidieron que la del pasado año fuera su última campaña en el sector, con lo que en ese año se perdieron casi la mitad de agricultores y ganaderos que han dejado de serlo desde 2018.

Muy significativos son los datos que muestran la evolución del pasado año. Comenzó el mes de enero con 17.923 afiliados a la Seguridad Social agraria. Ya eran entonces 191 menos que en la campaña anterior, pero mes a mes la cifra se fue engordando hasta terminar con apenas 17.613 agricultores y ganaderos. Destacadas, por inferiores, son también las cifras que corresponden a 2020, un año que siempre se recordará asociado a un virus entonces desconocido, que provocó una pandemia que obligó a paralizar el mundo y que demostró la fortaleza, la resiliencia y el carácter esencial del sector agroalimentario, que garantizó el abastecimiento a la población mientras la sociedad se encerraba en casa para evitar la propagación de una enfermedad letal.

En ese ejercicio, los datos del Instituto Nacional de Estadística reflejan el número menor de abandonos de los últimos cinco años. Se produjeron 60 ceses de actividad, ya que en 2019 había 18.601 afiliados y un año después la cifra era de 18.541.

Elevados costes

La falta de rentabilidad de las explotaciones, castigada especialmente en los últimos años por un disparado coste de los insumos (semillas, fertilizantes, carburantes) que llegaron a duplicar su precio tras el estallido del conflicto bélico por la invasión de Rusia a Ucrania, es uno de los factores principales de la pérdida de efectivos en el sector primario aragonés.

"Un autónomo trabaja a cambio de dinero, pero si arriesgas tu dinero, si empleas todo tu tiempo a una actividad que no te da ni para cubrir costes, al final tiene que buscar una alternativa”, destaca Pablo Martínez, asesor jurídico en los servicios técnicos de UAGA. Martínez reconoce que es complicado cuantificar cuántos de los abandonos tienen que ver con la imposibilidad de los profesionales de asumir los elevados costes que exige "mover la tierra" (maquinaria, semillas, fertilizantes, gasóleo...), pero asegura que es "una parte muy importante" del total de las salidas.

El representante de esta organización agraria advierte que el descenso de profesionales tiene además una destacada repercusión social. "No estamos hablando de un número sin más, estamos hablando de personas. Es como si cada mes cerrara una fábrica con 200 empleados, una empresa que está en el medio rural, que no se puede ir a otro sitio y cuya desaparición ahonda aún más en el problema de la despoblación", afirma Martínez. La prueba está, como el alerta el abogado, en que las zonas menos pobladas en Aragón son aquellas en las que antes han desaparecido las explotaciones agrícolas y ganaderas.

Martínez matiza que la reducción de profesionales en el sector no significa la pérdida de tierra o de ganado. "No está en peligro la agricultura sino los agricultores", ya que las tierras o el ganado suelen acabar arrendadas o vendidas a otros empresarios agrarios o bien son absorbidas por grandes empresas o fondos de inversión, cada vez más presentes en la actividad primaria.

Este descenso se hace evidente en las declaraciones para acceder a las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC). Según el Fondo Español de Garantía Agraria, encargado de su tramitación, en 2016 había en Aragón 40.150 perceptores, que se había reducido en 2021 a 33.316, de los que apenas la mitad son cotizantes a la Seguridad Social.

No es la falta de viabilidad el único motivo de este descenso. El envejecimiento de los profesionales también tiene mucho peso. De hecho la edad media de los agricultores y ganaderos de la Comunidad supera los 61 años, la mayoría de ellos sin relevo generacional porque los jóvenes no ven atractivo el sector para encaminar sus pasos profesionales o terminan desanimados por las dificultades que tienen que sortear.

Aunque los planes de incorporación impulsados desde hace años por el Gobierno de Aragón en el marco del Plan de Desarrollo Rural han propiciado la llegada de savia nueva al campo, el número de incorporaciones continúa siendo insuficiente para frenar "la sangría de abandonos", como señalan desde las organizaciones agrarias.

Según un estudio llevado a cabo por UAGA, entre 2011 y 2022 se incorporaron al sector agrario aragonés a través de dicho programa 3.213 jóvenes, de ellos 1.213 lo hicieron en el último lustro. La entrada de nuevos agricultores no equilibra el número de los que se van, explica Martínez, porque además no todos los proyectos llegan a buen término.

Sin convocatoria de ayudas

"Y afortunadamente que se van incorporando porque son los que mantienen el sector y gracias a eso funcionan cooperativas o talleres de maquinaria agrícola, por ejemplo", añade el representante de UAGA, que advierte que ahora lo que preocupa también es el retraso que está sufriendo en Aragón la nueva convocatoria de ayudas para facilitar el acceso de los más jóvenes al campo.

La organización agraria detalla que lo habitual en los últimos años era que la orden para solicitar las subvenciones se publicaba en el mes de noviembre, pero el cambio de Ejecutivo autonómico tras las elecciones del 23 de julio ha retrasado el proceso. De momento, no se conoce la fecha en la que será pública la norma. "El problema es que no se puede comenzar la inversión hasta que no se tiene concedida la ayuda, a no ser que se quiera prescindir de ella, por lo que este retraso puede provocar el desánimo de quienes quieren acceder al sector", aseguran desde UAGA

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