Heraldo del Campo

oleicultura

El oro líquido recupera brillo en Aragón

Los olivareros aragoneses están en plena campaña de recolección. Y las previsiones son mejores que las que se temían por el impacto de la sequía y el intenso calor en el momento de la floración. Habrá más producción y de muy buena calidad.

Olivos de variedad empeltre, autóctona y mayoritaria en la Comunidad, en una explotación a punto de recolectar en el Bajo Aragón.
Olivos de variedad empeltre, autóctona y mayoritaria en la Comunidad, en una explotación a punto de recolectar en el Bajo Aragón.
J. Navarro

En el campo, las labores de recolección de la oliva se aceleran, como sucede también en las almazaras donde se trabaja, sin perder ni un minuto, para transformar inmediatamente el fruto en aceite.

La campaña está a pleno rendimiento en las dos denominaciones de origen aragonesas –Aceite del Bajo Aragón y Aceite Sierra del Moncayo–, donde las expectativas de cosecha dan dado un cierto respiro a los productores, que unos meses antes no ocultaban la preocupación por volver a reeditar una campaña tan nefasta como la del pasado año.

Entonces fueron las heladas las que redujeron la cosecha a la mínima expresión. En esta ocasión era la larga sombra de la sequía la que inquietaba al sector –más viendo los estragos causados en el resto de los cultivos–, pero sobre todo el calor, esas temperaturas sofocantes que tuvieron que soportar los árboles en abril, justo en el preciso momento en el que se estaba produciendo la floración.

Las lluvias de septiembre llenaron de esperanza los olivares y, aunque la fiesta ha ido por barrios (en este caso por comarcas), lo cierto es que el Bajo Aragón está recogiendo una campaña "aceptable", que no alcanzará el 100% de lo que supone una campaña media en la denominación, pero superará con mucho las pobres cifras del pasado año.

En la D. O. Aceite Sierra del Moncayo las adversidades del clima han mermado la cosecha. Será inferior a una campaña media, en la que se obtienen alrededor de tres millones de kilos de oliva. Y lo será porque primero la ausencia de precipitaciones y el intenso calor impidieron que la flor se desarrollará con normalidad y fuera mucho el fruto que se quedó sin llegar a buen puerto. Luego llegaron las lluvias y aunque engordó la oliva, lo cierto es que el rendimiento en aceite será menor. Pero en ambas denominaciones esperan que este año el oro líquido que se obtiene de sus olivares tenga la mayor calidad posible, porque, precisamente también por la carencia de lluvias, el estado sanitario de los frutos es excepcional.

En pleno proceso de elaboración del aceite, los productores aragoneses no apartan la mirada del mercado. Los precios se han disparado en los dos últimos años, en los que además el sector ha tenido que hacer frente a unos desorbitados costes de producción. Pero no ha sido este desembolso, insisten en las denominaciones de origen de la Comunidad, lo que ha provocado el encarecimiento del oro líquido. Unas escasas cosechas mundiales explican este fenómeno, que está provocando una caída del consumo.

La maquinaria utilizada para la cosecha de la oliva está dotada de un gran paraguas en el que se recoge el fruto tras hacer vibrar el árbol.
La maquinaria utilizada para la cosecha de la oliva está dotada de un gran paraguas en el que se recoge el fruto tras hacer vibrar el árbol.
Javier Navarro

Mejorar el pasado no era muy difícil. En el año precedente, los olivareros aragoneses se enfrentaron a una de las peores campañas que se recordaban en la última década. Apenas obtuvieron poco más de 7.000 toneladas, muy lejos de aquellas casi 20.000 toneladas que se produjeron en la campaña anterior, cuando la producción obtenida marcó un récord.

No se alcanzarán en esta cosecha los mejores resultados posibles, pero el oro líquido comienza recuperar brillo en Aragón.

En la Denominación de Origen Aceite del Bajo Aragón –situada en el nordeste turolense y el sudeste de la provincia de Zaragoza, ámbito geográfico que pasa por ser una de las zonas productoras de aceite de oliva más importantes de la zona norte de España, con una superficie cultivada de 37.000 hectáreas, repartidas por 77 municipios– han cambiado los ánimos ahora que se encuentran en plena recolección. En abril cundía la preocupación, porque este año que se habían salvado de las heladas era el intenso calor el que estaba afectando a la floración.

La situación es muy distinta ahora. "Las previsiones no están mal. Esperamos que esta sea una campaña aceptable", asegura el presidente de la D. O., Alfredo Caldú, que insiste en que si bien no se alcanzarán los 20 millones de kilos de aceite de una campaña normal, se espera producir entre 12 y 14 millones "si la cosecha llega a buen puerto", explica.

Hay, sin embargo, matices. No en todas las comarcas los olivares han corrido la misma suerte. La mejor parte se la han llevado los productores del Matarraña y el Mezquín, donde se espera una "buena producción", que no pueden celebrar otras zonas productoras integradas en la denominación, donde todavía es pronto para determinar qué cantidad de este oro líquido lucirá el sello de calidad.

Ha influido el tiempo, pero las condiciones climáticas que han sido favorables para unos, para otros han provocado daños. Y no ha sido tanto la sequía –el 80% del olivar bajoaragonés está situado en tierras de secano– como las elevadas temperaturas. Contra eso hay poco que hacer, insiste Caldú, que detalla que la falta de lluvias se puede suplir con riego, pero "el calor no lo podemos remediar". Ha jugado también un papel destacado la vecería –una característica propia de este cultivo por la que tras un año de gran producción le sucede otro de cosecha mucho más corta y viceversa–. "Esos dientes de sierra siempre se suelen dar", añade.

"Extraordinaria" calidad

No solo la producción ha sorprendido a los olivareros aragoneses. Satisfechos se muestran también los productores por la cualidades del fruto. "Estamos muy esperanzados", señala el presidente de la Denominación de Origen Aceite del Bajo Aragón, que asegura que nunca había visto una cosecha de tan buena calidad como la que van a tener este año. "Hay zonas en las que ha llovido muy bien en la época más adecuada, con lo que no ha habido ninguna plaga", destaca Caldú. "Creo que van a salir grandes aceites este año", añade. 

En la almazara la oliva se separa de ramas y hojas que luego son utilizadas para producir biomasa.
En la almazara la oliva se separa de ramas y hojas que luego son utilizadas para producir biomasa.
J. N.

De calidad puede presumir también la Denominación de Origen Sierra del Moncayo – situada al este de Aragón, ocupando el noreste de Zaragoza, que comprende las comarcas de Tarazona y el Moncayo y Campo de Borja, con más de 2.500 hectáreas de olivo repartidas por 34 municipios– donde, dado que apuesta por la recolección temprana, ya se ha recogido prácticamente el 90% de la cosecha.

"Aunque ha sido una campaña muy irregular, la calidad está garantizada gracias a la ausencia de plagas", destaca Miguel Ángel Lacámara, presidente de la denominación. Aunque se muestra cauto para concretar cifras hasta que toda la oliva no esté en las almarazas, estima que en esta campaña se recogerá un 30% menos que una cosecha media, que en esta zona se sitúa en torno a los 3,5 millones de kilos de olivas.

Habrá también menos aceite, no solo por los efectos de la sequía en el cultivo y porque el calor que se registró en primavera "quemó la flor y no llegó a terminar el fruto", sino también porque las lluvias de septiembre engordaron la oliva, pero los rendimientos serán más bajos porque tiene más agua pero no más aceite. "Eso significa que si para hacer un kilo de aceite se necesitan cinco kilos de olivas, quizás ahora para esa misma cantidad sean necesarios seis kilos", detalla Lacámara. Pese a todo, se muestra satisfecho, ya que el fruto tiene las mejores condiciones sanitarias que se podría esperar, puesto que no han sufrido el ataque de la mosca del olivo que es, como señala el presidente de la D. O., una de las plagas con las que más a menudo tienen que lidiar.

¿Y los precios?

De la actual campaña del aceite están pendientes todos los ojos del mercado, especialmente los de los consumidores, que han visto como el oro líquido, joya de la dieta mediterránea, se ha convertido en un producto casi de lujo, por el que se paga el doble que hace poco más de un año.

"El aceite ha subido porque no hay cosecha", señala Alfredo Caldú, que detalla que el encarecimiento de este alimento comenzó precisamente en la pasada campaña, cuando la producción fue mínima y apenas había enlace (existencias entre una y otra campaña). "El problema es que el aceite estaba muy barato y se estaba utilizando también en los supermercados como producto reclamo", señala el presidente de la D. O. Aceite del Bajo Aragón, que advierte que el consumo ha caído también un 25% por los altos precios.

Caldú recuerda que ahora se está pagando en origen en torno a los 7,5 euros el kilo, cuando hace dos años este precio apenas superaba los 3 euros. "Pero con eso el agricultor no podía vivir de los olivos, el cultivo no era rentable", insiste, para destacar a renglón seguido que los productores hacen frente a unos desorbitados costes de producción que se han incrementado un 50% en apenas dos años. Y todas estas circunstancias han llevado a esta denominación a tomar una decisión esta campaña. Sus olivas tienen habitualmente dos aptitudes: para la elaboración de aceite y como aceitunas de mesa. Este año, aprovechando los buenos precios, toda la producción se destinará a la elaboración de oro líquido.

Producción de aceite en la cooperativa de Valdeargorfa.
Producción de aceite en la cooperativa de Valdeargorfa.
J. N.

De acaparamiento habla el máximo responsable de la Denominación de Origen Aceite Sierra del Moncayo para explicar también la escasez de producto y el incremento de los precios. "Antes de comenzar la campaña tuvimos que controlar las ventas porque venía gente a comprar más aceite del habitual. Estaban aprovisionando porque no se hablaba de otra cosa más que de que iban a dispararse los precios", detalla Lacámara, que reconoce que este encarecimiento tuvo que ver mucho con las escasas existencias pero también con la creciente demanda.

Considera que es complicado aventurar cómo evolucionaran estos precios. De hecho, señala que con el inicio de la recolección "parecía que se estaban estabilizando". Sin embargo, ahora ha vuelto a subir otra vez, "porque realmente se esperaban más kilos de los que se producirán, ya que, como he comentado antes, debido al exceso de humedad en la oliva los rendimientos van a ser menores".

Lo atestiguan las cifras publicadas esta semana por Poolred –sistema de información de precios–, que destacan que el aceite de oliva virgen y virgen extra se han anotado un incremento del 5% hasta alcanzar cotizaciones de entre 7,50€/kg y 8,50€/kg, dependiendo de sus características.

"Creo que de momento los precios se mantendrán a la espera de si llueve o no este invierno y de cómo se desarrolle la floración", señala Lacámara, que reconoce que la denominación de origen no solo no está notando una caída del consumo, sino que "lo que antes vendíamos ‘online’ en un mes, ahora lo vendemos en una semana".

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