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Cuando la pasión por las motos se convierte en una forma de ganarse la vida en Valderrobres

Javier Segurana abrió en 2015 Drum Motorcycles, su propio taller de reparación, restauración y transformación de motos.

Javier Segurana tiene 33 años y es un apasionado de las motos
Javier Segurana tiene 33 años y es un apasionado de las motos
Lara Gonzalo/Nebulosa Gráfica

Javier Segurana tiene 33 años y su pasión por las motos se remonta a la niñez. Era bien pequeño cuando les pidió a sus padres por primera vez que le compraran una, pero al final, no pudo tenerla prácticamente hasta que no la pagó él mismo. Esta afición ha forjado también su profesión, ya que estudió un grado medio y, después, el superior de mecánica. Durante los primeros años trabajó en talleres por cuenta ajena pero desde 2015 tiene su propio negocio.

Drum Motorcycles es el resultado de la devoción de Javier por el mundo del motociclismo y sus ganas de trabajar para él mismo. Es de Valderrobres, localidad donde saca adelante su negocio, no sin altibajos. “Lo de ser autónomo es duro”, reconoce. Pero, como reza la sabiduría popular, sarna con gusto no pica, y, si no se obligara a descansar, iría todos los días al taller. Abre al público de lunes a viernes pero los sábados es fácil verlo por allí, arreglando alguna de sus motos o avanzando trabajo para clientes.

Ahora dice que tiene “pocas”, pero cuenta con media docena de motos: una scooter, otra que usa para hacer rutas por la montaña y varias sin documentación que solo emplea para ir por circuitos. “El verano pasado tenía más de diez pera algunas las reparé y las vendí”, explica.

En su taller hace reparaciones generales, como cambios de aceite, ruedas y otras tareas normales del mantenimiento de una moto, así como restauraciones. Pero lo que distingue Drum Mortocycles es que allí también se transforman motos. “Las customizamos a medida del cliente y, sobre todo. Pero lo que más solicitan  es modificar motos de carretera de estilo retro que son más antiguas para hacerlas más deportivas”, explica. 

Javier da a conocer esta faceta menos convencional a través de redes sociales, donde comparte fotos del antes y después de una moto y también vídeos del proceso de transformación. De esta manera, le contactan clientes de fuera de España y hasta su taller llegan motos de Zaragoza, San Sebastián, Barcelona, Lérida e incluso de Francia. 

Antes de montar el taller, Javier compaginaba su empleo en talleres convencionales con muchas horas de trabajo en la cochera de su casa. 

Así, probando a su aire, se dio cuenta de que quería ganarse la vida con las motos. “Construí la nave en un solar que era de mis padres y, poco a poco, mientras seguía empleado por cuenta ajena, fui comprando la maquinaria y las herramientas”, recuerda. Ahora, casi diez años después, al echar la vista atrás hace un balance positivo pero no niega que hay días malos.

Buenos o malos lo que sí son es exigentes. La jornada de Javier arranca a las siete de la mañana y trabaja hasta las dos. Por la tarde no abre pero ahora está haciendo un curso y siempre invierte alguna hora extra para avanzar faena. 

Hasta el momento siempre ha trabajado solo aunque el verano pasado contó con un ayudante. Se trataba de un joven del pueblo que estaba estudiando mecánica y quería hacer prácticas en un taller de verdad. Para este año Javier tiene intención de contar con otro aprendiz, en este caso, que acaba de terminar el bachiller y quiere saber si el día a día en el taller es lo que le gusta realmente para orientar su carrera profesional en esa dirección.

Como no podía ser de otra manera, la relación de Javier Segurana con las motos va más allá de las puertas de su taller. Le gusta hacer rutas por terrenos montañosos y tiene un grupo con el que hace salidas los fines de semana. Además, practica motocross, aunque nunca lo ha hecho a nivel competición, pero sí va a circuitos por afición.

Javier salió hace años de su pueblo para estudiar en Zaragoza pero siempre supo que él quería vivir en Valderrobres. Algo que tenía más claro, reconoce, cuando era más joven. Con el paso de los años, quizás por madurez y por seguridad en uno mismo, la idea de asentarse en otro lugar no le desagrada tanto. Pero, por el momento, tiene faena para largo en Drum Motorcycles, el sueño cumplido de un amante de las motos.

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