Los nuevos contratos se reducen en diez días tras la reforma laboral

La duración media se sitúa en 46 días en el segundo trimestre y un tercio de los contratos firmados en julio no llegaron ni a un mes.

Nuevas obligaciones en las revisiones de la ITV.
Un mecánico revisando un vehículo.
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La reforma laboral lleva ya más de año y medio de aplicación y ha cambiado de golpe y porrazo el modelo de contratación en España. Así, ha logrado corregir en tiempo récord uno de sus males endémicos: la excesiva temporalidad, la más elevada de Europa, pero, sin embargo, no está siendo así de exitosa en otro de los problemas que arrastra el mercado de trabajo: la alta rotación de los empleos y la proliferación de contratos de muy corta duración. De hecho, contra todo pronóstico, lejos de aumentar la duración de los nuevos empleos, los ha reducido y cada vez son más efímeros.

Concretamente, la duración media de los contratos ha caído en prácticamente diez días desde que entró en vigor. Si en 2021 se situaban de media en más de 54 días, en el segundo trimestre de 2023 se recortaron hasta los 46. Es cierto que se ha incrementado mínimamente respecto al año pasado, pero se trata del segundo peor dato desde el año 2006 para este periodo, según el VI Observatorio trimestral del mercado de trabajo publicado este martes por Adecco Group Institute junto con el Instituto Cuatrecasas.

Esta corta duración sorprende puesto que precisamente la reforma laboral que entró en vigor en 2022 implantó medidas destinadas precisamente a luchar contra esta mala práctica de empleos que duran en muchas ocasiones menos de una semana. Y son demasiados. Durante el mes de julio (los datos de agosto aún se desconocen) uno de cada cinco contratos iniciales era de apenas siete días o menos, el 19,3%, tal y como resalta este informe. Si la extensión se eleva a un mes, una duración que también es mínima para desarrollar un trabajo, fueron un tercio de todos los contratos firmados en plena campaña de verano.

Penalización extra

La sobrecotización que ha traído la contrarreforma, que elevó la cotización adicional para los contratos inferiores a 30 días a 29,74 euros, no está resultando ser un desincentivo suficiente para los empresarios. Así se demuestra además en esa práctica demasiado extendida de que los últimos días de mes se produzca un reguero de bajas laborales. Hasta el punto de que el pasado 31 de agosto se esfumaron de golpe y porrazo 308.166 afiliados, uno de los peores registros de la serie.

Además, el boom de la contratación indefinida que trajo la nueva norma se mantiene pero de forma más matizada. Así, el 36,7% de los contratos firmados en julio fueron indefinidos, frente al 44% registrado en mayo, y, además, el 38,4% de ellos eran fijos discontinuos, mientras que el 63,3% eran de carácter temporal.

"Ya pocos ponen en cuestión la necesaria flexibilidad y que la temporalidad no siempre es equivalente de precariedad laboral", argumenta Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, que asegura que "en sectores como el turismo, que está sosteniendo un parte importante de nuestro PIB y del empleo, la temporalidad es una característica necesaria debido a la naturaleza estacional de la industria. Y esto es extensible a cualquier actividad económica". Además, para lograr la sostenibilidad laboral y mejorar las condiciones salariales, se necesita un enfoque que combine flexibilidad y seguridad en el empleo".

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