La cerámica de Felicidad Asensio recorre España y parte de Italia desde un taller en Fuentes Calientes

Lleva 30 años creando piezas de cerámica en su pueblo de Teruel. Empezó de forma modesta, sobre todo dando clases, pero ahora vive de la venta en ferias.

Felicidad Asensio, en su taller de cerámica de Fuentes Calientes (Teruel)
Felicidad Asensio, en su taller de cerámica de Fuentes Calientes (Teruel)
Laura Uranga

Combinar la vida rural con la vida del artesano, trabajar en lo que le gusta y en su pueblo, a deshoras y robando tiempo al tiempo. Esta es la vida que hace 30 años Felicidad Asensio eligió. ¿O fue la vida la que la llevo a ello? Fuera como fuese, esta turolense de Fuentes Calientes alterna la rutina tranquila y un tanto solitaria de su taller de cerámica con los viajes que le llevan a recorrer buena parte del norte de España y también hasta Italia para vender sus piezas artesanales en ferias.

Así es como Felicidad se gana la vida desde hace muchos años, aunque no siempre fue así. Estudió bachiller en Teruel, artes aplicadas y cerámica en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad y también hizo cursos monográficos. Cuando no había cumplido los 30 empezó a impartir clases en el Inaem y en la prisión provincial de Teruel, además de cursos en pueblos de la provincia, como Escucha, Montalbán, Rubielos de Mora, Mora de Rubielos o el Rincón de Ademuz. Pero aquella rama docente fue quedándose a un lado conforme Felicidad invertía más horas a la creación de piezas en su taller de Fuentes Calientes.

Lo suyo es la cerámica decorativa y hace figuras, murales, espejos o jarrones, entre otras piezas. Cada una es diferente a la otra y esa es la clave, que se note la mano del alfarero. Como sello de distinción, Felicidad usa gres, que por su tiempo de cocción y por sus características es una pasta más dura. “La mía tiene chamota y es más áspera. Me recuerda un poco a mi tierra, con sus colores ocres. Para decorar empleo engobes de porcelana y óxidos metálicos”, explica.

Procesos totalmente manuales

A veces trabaja por encargo y trata de no decir que no a nada, siempre que esté en su mano hacerlo. En el Museo Minero de Escucha hay un mural cerámico con su firma y en el mismo pueblo también se encargó de la reproducción en cerámica de una foto de José Antonio Labordeta para un acto conmemorativo. Por otro lado, buena parte de su tiempo de trabajo lo invierte en crear aquellas piezas que mejor se venden en las ferias, como las mujercitas. Confeccionar cada una de ellas le cuesta casi una jornada laboral, ya que el proceso es totalmente manual. "No tengo ni torno. Solo empleo el horno para la cocción, una laminadora, que es como un rodillo para estirar el barro y convertirlo en una plancha y, después, tengo palillos, esponjas, tenedores, cuchillos, etc", relata.

Felicidad tiene ahora 62 años, pero ninguna prisa en jubilarse. Le gusta su trabajo y, aunque su día a día es exigente porque combina las horas en el taller con el cuidado de sus padres y otros quehaceres, el balance que hace de su trayectoria es positivo. "Quitando los años del covid, que han sido malos para todos, el resto del tiempo se puede vivir de esto, con sus altibajos. Eso sí, trabajando mucho", dice. Los viajes a las ferias son un soplo de aire fresco que le sirven, además de para hacer caja, para recargar pilas y darse a conocer. "Muchos clientes me conocen en una feria y luego me siguen comprando", explica. 

Aunque en Fuentes Calientes también tiene punto de venta, en el propio taller, la visibilidad allí es mínima. "Es un pueblo pequeño y sin turismo", añade Felicidad. Así, es frecuente que Felicidad viaje diez días Madrid o quince a Barcelona. "Me gusta ver lo que hay por el mundo". Sus productos también se pueden encontrar en ferias artesanas de Cuenca, de Zaragoza (en la plaza de los Sitios y en el Auditorio para las fiestas del Pilar) y también en los medievales de Teruel.

Sin ventas por internet ni envíos por correo

Valencia fue una de las primeras regiones a las que viajó con sus piezas, concretamente en el Parterre, un jardín en el centro de la ciudad donde instalaba un puesto. Felicidad fue la séptima persona afiliada a la Asociación de Artesanos de Aragón, a través de la que tuvo acceso a información sobre ferias cuya asistencia iba seleccionando. "Voy a las que son más indicadas para mi producción. De Madrid para abajo he vendido siempre menos, porque mis colores son duros, como el paisaje de nuestra tierra. En Madrid sí me ha ido bien, así como en Ávila y Segovia", explica esta ceramista, que durante muchos años ha participado también en la feria artesana de La Coruña, viaje largo que aprovechaba para pasar unas vacaciones con su familia.

Aunque durante la pandemia no pudo, el año pasado, en diciembre, volvió a viajar a Milán, donde se celebra la feria más importante de artesanía del mundo. Allí ha conseguido clientes importantes, como una tienda de Almería o tres del sur de Italia. En el evento participan 3.000 expositores cada año y Felicidad Asensio es uno de ellos.

La parte más romántica de su trabajo, dice, es tener la suerte de poder conocer, casi siempre, a la persona para la que confecciona una pieza, que es única y exclusiva. Por eso no quiere abrirse al mundo de internet ni suele hacer envíos por correo. "Trabajo sola y hasta donde llego. Voy haciendo piezas una a una y no acumulo apenas stock, como sucede en las grandes empresas, que tienen un almacén del que coger un producto y distribuirlo", explica.

Su marido e hijos tienen un negocio de agricultura ecológica y de apicultura y, de igual modo que ellos la ayudan cuando toca cargar la furgoneta para salir de viaje a una feria, Felicidad también les echa una mano cuando hace falta con las abejas o donde sea. "La vida me ha llevado a quedarme en el pueblo, pero he estado conforme de hacerlo. No fue algo premeditado, sino que una cosa llevó a la otra. Vi la posibilidad de trabajar en el taller y el pueblo es tranquilo", resume.

Confiesa que no le gusta madrugar y que se inspira más en el silencio de la noche. Por eso, no es raro encontrarla trabajando en el taller a altas horas de la madrugada, cuando Felicidad se encuentra más tranquila, sin ruidos y sin interrupciones, y cuando puede explotar al máximo su creatividad.

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