TERUEL

Los nietos de Ramiro, al pie del cañón en el bar de toda la vida de Cedrillas

Los hermanos Enrique y Vega Sanz, y su prima Carolina Pastor regentan el establecimiento que su abuelo abrió en 1977. Los hijos de este siguen presentes pero la tercera generación ya está preparada para el relevo.

Pedro Sanz, en el centro, con sus hijos, Vega y Enrique, en Casa Ramiro.
Pedro Sanz, en el centro, con sus hijos, Vega y Enrique, en Casa Ramiro.
Heraldo.es

Pese a su juventud, los nietos de Ramiro Sanz, Enrique (25) y Vega Sanz (27), por un lado, y Carolina Pastor (29), por otro, están ya al pie del cañón en el negocio que su abuelo fundó en 1977. Se trata de Casa Ramiro, lo que empezó siendo el bar de toda la vida de la localidad turolense de Cedrillas y ahora es un hotel restaurante con tres empleados, más los miembros de la familia, que siguen totalmente implicados.

De hecho, los hijos del fundador, Pedro y Pura, siguen siendo los dueños y, en el caso de ella, trabajando todos los días en la cocina. Pero la tercera generación de esta familia de hosteleros ya está más que preparada para coger definitivamente las riendas cuando sea necesario. Enrique, pese a ser el más joven de los tres nietos, es el más implicado. Como tantos otros jóvenes, salió del pueblo para continuar con sus estudios. En su caso se fue a Castellón, donde hizo un grado superior de Marketing y Comercio. Pero para ese entonces, él ya sabía que su sitio estaba en Cedrillas. Así, ya lleva cinco años dedicado por completo al negocio familiar. Su hermana Vega estudió Magisterio y su prima Carolina, Enfermería. En su caso, no han dejado de lado sus profesiones pero la idea es compaginarlas con el bar.

Casa Ramiro es el único hotel restaurante que hay en este pueblo turolense. Está situado al lado de la gasolinera, “a la salida si llegas desde Teruel”, explica Enrique. Desde que se abrió, hace ya 45 años, en el local se han hecho miles de mejoras. “Al principio solo estaba el bar y una cocina muy pequeña. Luego se abrió el comedor y se amplió la cocina. Después se hicieron las habitaciones y, en la última reforma, que fue en 2010, se habilitaron tres estancias más, así como un salón bastante grande”, repasa este joven emprendedor. Así, el establecimiento cuenta ahora con dos salones, uno de ellos de amplias dimensiones donde se celebran eventos como comuniones o bautizos. En la parte de alojamiento, dispone de 12 habitaciones y tres apartamentos y sus huéspedes principales son trabajadores. “En este pueblo hay mucha industria, pero también tenemos turismo los fines de semana y sobre todo los puentes, Navidad o Nochevieja”.

En el día a día, triunfan los almuerzos y también las comidas. En Casa Ramiro se come menú del día casero y también se puede elegir a la carta. “Tenemos platos de cuchara que se hacen como los hacía mi abuela cuando abrieron. También tenemos carnes muy buenas, como el entrecot de ternera o la paletilla, o el rabo de toro”. Hacia el fin de semana, la tarde noche se anima, ya que el único pub que había en Cedrillas cerró y la mayoría de las cuadrillas que salen a tomar algo después de cenar, acuden allí. Por eso, la hora de cierre es un poco incierta especialmente los viernes y sábados. Lo que sí es seguro es que la persiana del bar se sube entre semana a las siete de la mañana y el fin de semana a las ocho. “Abrimos todos los días del año, incluso Nochebuena, Navidad, Nochevieja o Año Nuevo”, dice Enrique, quien confiesa que esto es algo que se están empezando a replantear. “Al final los que nos sacrificamos somos los de casa y casi sale mejor cerrar un día para descansar que contratar a otra persona”. Actualmente, además de los tres primos, que no tienen puestos demasiado fijos, y de Pura, que está en la cocina, hay tres personas empleadas más.

Jóvenes y con iniciativa

Además de llevar Casa Ramiro, Enrique, Vega y Carolina están invirtiendo en otro negocio que Pedro y Pura ya llevaron antiguamente como camping. Se trata del salón de eventos El Mijares, un espacio que ahora se va a ofrecer para alquilar como espacio para bodas. “Entre los tres primos solicitamos una subvención Leader y lo estamos acondicionando. Es un edificio antiguo que antes se empleaba como almacén del molino que había en el pueblo. Es todo de piedra y está en un enclave cercano al casco urbano, pero junto al río. En el exterior hay jardines amplios que también queremos adecentar en un futuro”.

La historia de estos tres jóvenes que han decidido echar raíces en su pueblo y tomar la iniciativa para seguir invirtiendo en él no es lo más común. “Cada vez es todo más complicado para que la gente de nuestra edad se quiera quedar a vivir aquí. Internet va lento, la cobertura no es buena, todo está muy caro y a los autónomos solo se les ponen dificultades”, lamenta Enrique. En su caso, llegar hasta donde están ha sido algo natural. “Al final esto es lo que hemos mamado desde pequeños y lo que hemos visto toda la vida en casa. Invertir para el negocio familiar y, dinero que se gana, dinero que se reinvierte”. Una actitud decidida y valiente que en Cedrillas se ve recompensada gracias a que todavía es una localidad con trabajo y gente de fuera. “Hay cuatro secaderos, una panadería muy grande, un par de talleres… En el pueblo hay movimiento”, relata.

Y en este tipo de negocio ya se sabe que cuanta más fiesta es para el cliente, más trabajo tiene quien está detrás de la barra o entre fogones. “En Nochevieja o para las fiestas del pueblo es cuando más apetece salir pero de momento hay que trabajar”, explica Enrique, que para disfrutar al otro lado del mostrador tiene que esperar a cerrar Casa Ramiro y eso no pasa hasta que no se va el último. 

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