"La calle sigue siendo un escenario potente para reivindicar lo que luego se defenderá en la negociación"

Los líderes de UGT y CC. OO. en Aragón, Daniel Alastuey y Julián Buey, y el catedrático de Derecho, Juan García Blasco, debaten sobre el Día del Trabajo.

Daniel Alastuey (UGT), Juan García Blasco (Universidad de Zaragoza) y Julián Buey (CC. OO.).
Julián Buey: "La calle sigue siendo un escenario potente para reivindicar lo que luego se defenderá en la negociación"
Raquel Labodía

Mañana, 1 de mayo, se celebra una de las conmemoraciones más universales, el Día del Trabajo. Una festividad en la que, tal y como está actualmente el mercado laboral, puede parecer que no existen muchos motivos que festejar. "Es la conmemoración de la lucha obrera", señala con contundencia el secretario general de CC. OO. en Aragón, Julián Buey, que reconoce que si hay algo que celebrar eso es "que seguimos vivos y fuertes después de un periodo de crisis y de una gestión de la misma muy agresiva con los trabajadores y los sindicatos".

Buey comienza así el análisis y el debate, en el que participa también el líder de UGT, Daniel Alastuey, y el catedrático de Derecho del Trabajo, Juan García Blasco, sobre la evolución, el momento actual y la importancia de un Primero de Mayo que no olvida la crisis –por la complicada situación laboral que ha dejado–, pero mira hacia esa recuperación económica de la que hablan las cifras y los discursos del Gobierno para exigir que la riqueza que genera llegue también a los trabajadores, a sus derechos y sus economías.

"La Fiesta del Trabajo es reivindicación", insiste García Blasco, que recorre la historia para destacar que las demandas se centraron en un principio en la condiciones del trabajo, pusieron después el énfasis en los derechos y libertades de las trabajadores "y ahora la preocupación es el trabajo en sí, cómo se presta, quién accede y en qué condiciones se realiza". Alastuey asegura que "sí hay cosas que celebrar, la primera que los trabajadores siguen unidos y reivindicativos", y corroborando un argumento lanzado por Buey advierte que en este Primero de Mayo "las reivindicaciones no van a la defensiva sino que ha llegado el momento de sacar la cabeza y recuperar los derechos perdidos".

Uno de ellos es la negociación colectiva, esa que se realiza en los despachos. Pero mañana la exigirán en las movilizaciones convocadas en las tres capitales aragonesas, en Andorra y en Tarazona. Porque "la calle continúa siendo un escenario muy potente para la reivindicación, permite visualizar el apoyo a las propuestas y el nivel de descontento que existe", coinciden los líderes sindicales, que explican que ese apoyo es la fuerza para defender en la negociación dicha reivindicación.

Y en este punto, García Blasco parece lanzar un mensaje a los secretarios generales de CC. OO. y UGT. "La movilización en la calle no es la tarea fundamental del sindicato", señala, para recordar que su labor es la defensa de los intereses de los trabajadores en las empresas. Y advierte: "no se puede agotar la acción sindical en la calle porque si no hay un desencanto".

Menos multitudinarias

Que sea un día festivo y además –como en este año– caiga en puente no ayuda. Quizá sea uno de los motivos por los que el Primero de Mayo ha perdido manifestantes en los últimos años. O también sea, como señala García Blasco, porque los complicados momentos económicos han pasado factura a los sindicatos. "Más que de conflicto y reivindicación, los sindicatos han sido cogestores de la crisis, responsables de hacer frente a la misma, con profundos sacrificios, para negociar condiciones de trabajo que permitiesen mantener el nivel máximo de empleo posible". A Buey le molesta el término. "No estoy de acuerdo. No hemos sido cogestores, hemos sido víctimas de una crueldad tremenda. Se ha gobernado para una parte de la sociedad, cargando en los bolsillos de las clases populares el coste de una crisis".

Y todos reconocen que si hay un colectivo al que resulta más difícil movilizar ese es el de los jóvenes, cuando son, precisamente, unos de los grandes damnificados por los efectos de la crisis y su gestión. Sufren las más altas tasas de paro, sus salarios son los más ridículos, sobre ellos recae gran parte de la temporalidad y su acceso al mercado laboral es tan difícil que les resulta más sencillo emigrar. Pero son precisamente estas características las que explican, según los sindicalistas, su escasa presencia en actos como el Primero de Mayo. "Se sienten gentes sin derechos, sin vinculación a ningún sector", dice Buey, mientras que Alastuey reconoce que uno de los retos de los sindicatos es diseñar estructuras y puntos de encuentro que permitan contactar con unos trabajadores "que van saltando continuamente de una empresa a otra, de un sector a otro".

García Blasco apunta otro desafío. Cree que existe la errónea percepción de que el sindicato solo se preocupa de quienes tienen empleo y descuida a los que no lo tienen, entre ellos los jóvenes. Por eso, en su opinión, es imprescindible que el sindicalismo "se aproxime y atraiga hacia sí a una nueva capa social, esos jóvenes muy bien formados pero con expectativas de empleo complicadas".

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