OURENSE 70- CAI ZARAGOZA 71

Un infarto rojillo que vale media liga

Lescano se dispone a lanzar
Un infarto rojillo que vale media liga
X. FARIÑAS/LA REGIÓN DE OURENSE

Lo de ayer fue de infarto, pero uno de esos que otorga media liga al CAI Zaragoza. Los rojillos volvieron a sufrir en la cancha y casi más en el hotel mientras se dirimía el choque entre La Palma y Melilla. Al final, todo fueron alegrías para los zaragozanos quienes sufrieron más de la cuenta para vencer a un correoso Ourense y posteriormente celebraron la derrota de su rival por el ascenso directo. La elite está un poquito más cerca para los aragoneses después de una noche en la que el corazón sufrió de lo lindo. Pero mereció la pena.


Porque si en el Pazo Dos Deportes Paco Paz el CAI tuvo que luchar de principio a fin (hasta el último segundo) para imponerse contra viento y marea a un adversario peleón, las caras de algún jugador y del director deportivo en el hall del hotel mientras seguían por internet el partido de La Palma era digno de mención. Todos eran conscientes de que estos dos partidos podían marcar el devenir de la competición y, finalmente, todo favoreció al CAI.


Que esto no va a ser fácil todos lo sabemos, pero este CAI (incluyendo plantilla, técnicos, directiva...) si quiere ascender directo tiene que dar el cien por cien en cada encuentro y en cada cancha que visite. Anoche en Orense lo dio todo en cuanto a sacrificio aunque no en cuanto a acierto y acabó padeciendo más de la cuenta. En ningún momento le perdieron la cara los rojillos al encuentro, y eso que se les puso cuesta abajo en la primera mitad en la que casi siempre fueron en desventaja.


Y es que Paco García ha revolucionado a sus chicos en una semana movidita en tierras gallegas y el Aguas de Sousas salió a comerse al poderoso CAI. Con un Salva Arco como abanderado y la ayuda del interior Loughton, los locales tomaron la delantera. Y es que el escolta le ganaba la partida en un duro duelo particular al argentino Quinteros. Ahí encontró el filón el cuadro orensano, puesto que cuando Arco cometió su segunda falta personal para alivio zaragozano, su sustituto Ogirri las empezó a ‘enchufar’ desde todas las posiciones.


Menos mal que los aragoneses supieron atacar con criterio la zona que de vez en cuando ponía Paco García y encontraban en Phillip al anotador que necesitaban. El británico llegó pronto a los ocho puntos e igualaba la contienda.


A pesar de ello, el equipo de Abós seguía algo ‘empanado’ y por ello llegó la primera situación un poco crítica. Un estirón gallego que ni siquiera el primer triple de Paolo conseguía frenar. La desventaja se iba a los siete puntos y el técnico rojillo comenzaba su particular baile de dudas con un tiempo muerto que parecía imprescindible. Primero lo pedía y la mesa no le hacía caso, luego lo anulaba porque los suyos hacían algo positivo. Y vuelta a empezar.


La máquina no funcionaba, pero el rival tampoco podía con ella. Así, un nuevo arreón visitante volvía a poner las tablas en el electrónico y el tiempo muerto el que lo pedía era el entrenador local.


Ya se veía que se iba a sufrir. Sobre todo porque ayer no todo dependía del CAI sino que se encontró, además del Ourense, con dos árbitros (Martínez y Guillán) que parecían desear la derrota aragonesa. Fue incomprensible como no pitaban nada a favor de los rojillos cuandos sus pívots no paraban de recibir golpes y, sin embargo, a Junyent le castigaban cualquier contacto. Con eso consiguieron enfadar al banquillo, la técnica de rigor a Abós y el COB que se va por diez. Vergonzoso.


Entonces los fallos en el tiro de los zaragozanos les impedían reducir distancias. Hacía falta algo, un arma para contrarrestar la sangría. Y en ese momento apareció la zona 2-3, esa que tan buenos resultados le ha dado este año al CAI.


Con ella el Ourense se atascó, el equipo rojillo creyó en la victoria y se fue a por ella. Con un buen arranque del cuarto definitivo tanto de Lescano como de Phillip la renta disminuyó, ya que en los locales solo algún triple de Arco inquietaba.


Y el empujón decisivo llegó, como casi siempre, justo a tiempo. Cinco abajo a cinco y medio del final Phillip saca un par de acciones estratosféricas al poste bajo, además muestra su seguridad en los libres y Quinteros le secunda con un triple salvador.


La victoria estaba ya cerca pero había que certificarla y eso solo llegó a un segundo del final. Paolo se quedó el balón de partido con el marcador igualado, forzó una falta y anotó el segundo tiro libre para amarrar un triunfo que el desesperado lanzamiento de Loughton no iba a cambiar.

Vaya sufrimiento. Pero victoria a fin de cuentas y de esas que valen su peso en oro. Porque del sufrimiento en la cancha se pasó al sufrimiento en el hotel. Melilla jugaba en La Palma y una derrota allí (como la que ya habían sufrido el CAI o Menorca) podía acercar a los rojillos al ascenso directo.


Y se produjo. Los nervios por fin se aliviaron tras una jornada de infarto, el enésimo, por cierto. Este equipo está llamado a ascender porque, este año, todas estas situaciones límite le favorecen. Tiene la suerte del campeón y el desenlace final está cerca. El premio ya se acaricia con los dedos, pero falta sujetarlo fuerte. Esperemos que sin sufrir tanto como ayer tanto en el encuentro como en el post-partido.