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Rubén Sosa: «No fue mi mejor gol, pero sí de los más importantes»

rubén sosa i ex delantero del zaragoza i El próximo martes se cumplen 25 años del triunfo del Real Zaragoza ante el Barcelona en la final de la Copa del Rey de 1986. Rubén Sosa, autor del gol victorioso, lo recuerda.

Rubén Sosa, con uno de los alumnos de su escuela.
Rubén Sosa: «No fue mi mejor gol, pero sí de los más importantes»
R. S.

Han transcurrido casi 25 años desde aquel 26 de abril de 1986 en el Vicente Calderón, y Rubén Sosa (Montevideo, 1966) mantiene registrada la emoción propia de aquel momento. Un gol suyo, con su zurda de martillo, le dio al Real Zaragoza su tercera Copa del Rey contra un Barcelona poderoso, con Schuster, Víctor y Carrasco al frente, un rival que días más tarde perdió la Copa de Europa contra el Steaua de Bucarest. Aquel título cerró 20 años de sequía del Real Zaragoza y abrió un periodo de complicidad entre el club y la Copa. Desde entonces, ha añadido a las vitrinas tres títulos más, con su héroes y triunfadores, y dos subcampeonatos, con sus verdugos y villanos. Rubén Sosa fue uno de esos héroes y, desde su escuela de fútbol de Montevideo, explica su etapa en el Zaragoza.

 

 

¿Dónde aprendió a jugar a fútbol?


En los campitos del barrio, en Montevideo. Tenía cinco años y jugaba con chicos de siete. Era todo pasión. Siempre me regalaban balones. Éramos una familia muy numerosa y futbolera. Siempre tuve eso presente en mi carrera: la pasión por este deporte. Luego, llegué al club Danubio.

 

¿Qué tiene Danubio para que se considere una de las mejores canteras de Sudamérica?


La formación es excelente. De allí salieron Forlán, el Chino Recoba, Cavani, Zalayeta o Stuani. Cuidan mucho al joven y son valientes. Si hay condiciones, aunque no tengas edad, te hacen debutar en Primera. Yo lo hice con 15 años.

 

¿Cuál es la historia de su fichaje por el Zaragoza?

Tenía 19 años. Avelino Chaves viajó a Argentina para ver un partido de la selección local contra Uruguay, y me vio jugar. Yo ya formaba con la selección mayor. Avelino se fijó en mí, regresó a España y comentó que en Uruguay había un jovencito que la rompía. Estuve cerca de marcharme a Inglaterra, y a la semana vino el Zaragoza. No dudé. Viajé un domingo allí y el lunes firmé. Encontré unas grandes personas, unos dirigentes que me protegieron mucho. Sabían que yo era un niño.

 

Si había talento, allí estaba Avelino Chaves? ¿Cómo era?


Fue mi papá en el Zaragoza. Avelino me hablaba, me calmaba, me animaba? Le debo mucho.

 

¿En qué pensaba Rubén Sosa con 19 años, en Europa y en una ciudad desconocida?


Para mí, el fútbol era pasión. Nunca pensé si quería jugar en el Madrid o en otro sitio. Yo debía responder ante el equipo que me buscara. Al Zaragoza lo respeté mucho. Le digo algo: el Zaragoza es el equipo más grande que me buscó. Significó mucho. Me enamoré de la ciudad y de la gente.

 

¿Su hija es aragonesa?


La mayor. Se llama Cecilia y tiene 22 años. A la segunda, la nombré Pilar, en honor a la Virgen. Zaragoza es mi segunda casa. Tuve la fortuna de encontrarme con 19 años en una ciudad que me hacía sentir bien y rodeado de compañeros bárbaros, como Herrera, que me adoptó como un hermano menor.

 

¿Fue difícil su primer año en Zaragoza?


Me encontré con un gran entrenador. Luis Costa supo cuidarme, exigirme y mantenerme. Sabía que era un chaval y que me iba a costar. En Uruguay, se entrenaba de otro modo, con menos intensidad. Yo mismo sabía que serían complicados los inicios. El primer año de los tres, solo marqué 8 goles. Pero sabía que, cuando cogiera el ritmo europeo, explotaría. Y así fue. En mi última temporada, la mejor, solo me ganó a goles Hugo Sánchez. El Zaragoza fue el equipo en el que más disfruté. Me supieron cuidar.

 

¿Por qué el 'Poeta del Gol'?


Ni idea. No lo recuerdo. Me han llamado de varias maneras. En Uruguay, los periódicos me comenzaron llamando Principito cuando arranqué en la selección. El Príncipe era Enzo Frascescoli y yo el Principito. Luego, vino lo del Poeta del Gol. Y en México, me decían Speedy González, por mi rapidez.

 

Nos acercamos a la final de Copa del 86. El Vicente Calderón, el Barcelona como oponente, el Zaragoza lanzado en aquel final de temporada? ¿Cómo fue el antes y el después del partido?


Recuerdo los ómnibus (autocares) y los trenes que llegaron desde Zaragoza. Cuando los vi, pensé: «No podemos fallarles». El Barça era un equipo de fenómenos, con gente experta y de nombre, pero nosotros nunca nos dejamos condicionar por el rival. El estadio era del Barça, pero cuando salimos al césped y vimos a la gente de Zaragoza no hubo dudas: «¡No podemos fallar!», «¡no podemos fallar!» Era el día. Lo disfrutamos mucho. ¿Y después? Más todavía. El día previo había cumplido 20 años. Fue una celebración redonda. Recuerdo también la llegada a Zaragoza. El júbilo de la ciudad y el momento de entrar en la Basílica del Pilar. Disfruté como un niño.

 

Fue un delantero veloz, habilidoso en espacios cortos, pero a usted le definía su pegada con la zurda. El tiro. La falta que dio la Copa era suya. ¿Tuvo claro cómo la lanzaría?

Yo le pateaba fuerte y las buscaba por arriba. Me gustaba el tiro con potencia. Yo le golpeé para el arco con todo.

 

¿Y?


Salió gol. Fue un gol con suerte. Tocó en la barrera y entró. La Virgen nos ayudó. Luego, era cuestión de aguantar ese resultado.

 

¿Recuerda quién desvió aquella pelota imposible para Urruti?


No.

 

Fue Pichi Alonso, un antecesor suyo como goleador del Zaragoza?


Eso es que aún sentía el Real Zaragoza, jajaja. Fue fortuna. ¿Sabe una cosa? Por mucho que veo el vídeo de la final, nunca recuerdo el minuto del gol (31). Si fue en la primera mitad o en la segunda. La verdad es que tenía muchas ganas de marcar ese día. El césped estaba algo mal y daba para tirar desde fuera. Yo tiré, tocó en un rival y fue gol. No el más bonito de mi carrera, pero sí de los más importantes.

 

El gol de Nayim y la Recopa. El gol de Galletti y la Copa de Montjuic. El gol de Rubén Sosa y la Copa del 86? ¿Hay mejor recompensa para un futbolista que se identifique un gol suyo con un título?


Mire, yo marqué muchos goles en el Zaragoza, marqué al Barcelona o al Madrid, sin ir más lejos, dos en La Romareda en las semifinales de aquella Copa, pero la gente se queda con el gol de la final. Es normal y es bonito. La gente y la familia que venían a verme a Zaragoza se daban mucha más cuenta que yo de lo que le daba a los aficionados. Lo veían y lo disfrutaban mucho más. Pasé por Zaragoza y dejé una huella. Eso es hermoso. Vas allí y se acuerdan de ti, entras en la Ciudad Deportiva como si fueras uno más? Eso es lo más digno que le queda a un futbolista.

 

¿Qué otra imagen guarda de esa final más allá del gol o de su celebración?


Cuando fui a recoger la medalla, en el palco, estaba, junto al Rey de España, el presidente de la República de Uruguay, Julio María Sanguinetti. Aquello fue emocionante. Era un orgullo que estuviera allí.

 

El Zaragoza del 86 no solo destacó por esa Copa del Rey. También acabó cuarto en la Liga después de una racha de 12 partidos sin perder al final de la temporada...


Aquello era un grandísimo equipo. Ahora, ya de viejo, me pongo vídeos de mi carrera. Cuando veo los del Zaragoza, me doy cuenta que íbamos a ganar a todos los campos. Había gente con experiencia, era un equipo muy marcado atrás, con Andoni en la portería. ¡Cómo atajaba Cedrún! Era un equipo bravo.

 

¿Qué jugador se hubiera llevado siempre de aquel Zaragoza?


A Juan Señor. Era el más completo. Un líder. Estaba también Pardeza, muy habilidoso y goleador, pero Señor era bárbaro. Era el capitán elegido por nosotros.



¿Cómo mataba el tiempo libre en Zaragoza?


Al principio, pasaba largos ratos en el Corte Inglés. Salía con mi señora, que entonces tenía 17 años, a pasear por el Parque Grande. Y celebrábamos muchas comidas y cenas los chicos de la plantilla. Íbamos con las mujeres y los niños. Una de las razones por la que aquel equipo funcionó tan bien era la unidad del grupo.

 

¿Qué fue de su famoso Opel Corsa negro?


Inolvidable. ¡La de viajes que hizo a la Ciudad Deportiva! ¡Para mí, ese Corsa era un Ferrari!