REAL ZARAGOZA

Prohibido lesionarse

El Real Zaragoza afronta la temporada con una plantilla muy reducida. Las principales carencias se centran en la zona defensiva

Jarosik se lanza a por un balón, durante un entrenamiento del Real Zaragoza.
Prohibido lesionarse
TONI GALáN/A PHOTO AGENCY

El Real Zaragoza afronta la temporada con una plantilla muy reducida. Las principales carencias se centran en la zona defensiva

Zaragoza. Cuando Sinama Pongolle, en el entrenamiento del pasado jueves, tuvo que retirarse por lesión, se activaron todas las alarmas. Todo quedó finalmente en un golpe sin importancia, por lo que el delantero podrá estrenarse el próximo fin de semana, ante el Málaga, en el estadio de La Romareda; pero el incidente, más allá del alcance real de la lesión, retrató la inquietud que planea actualmente en el Real Zaragoza. Con una plantilla exigua, muy reducida de efectivos, el club aragonés vivirá peligrosamente expuesto a cualquier incidencia. Al menos hasta el próximo mes de diciembre, coincidiendo con la apertura del mercado invernal. Mientras tanto, queda prohibido lesionarse.

Sobre todo en la zona defensiva, donde los problemas se han ido acumulando con el discurrir de la pretemporada. Pablo Amo y Rubén Pulido ya abandonaron el club el pasado mes de mayo; más tarde sobrevino la lesión de Víctor Laguardia, que afronta ahora un largo periodo de inactividad; después, surgió la sorprendente cesión de Raúl Goni -internacional español sub-21- al Real Madrid B; Francisco Pavón se marchó luego al Arlés-Avignon francés; y al final resultó fallido, a última hora, el desesperado intento por contratar a Waldo Ponce.

Además, Paredes y Babic no tienen cabida en los planteamientos deportivos del entrenador, y no volverán a competir con el Real Zaragoza. El club aragonés incluso tiene previsto despedir al defensa croata en los próximos días; mientras que Paredes, que protagonizó un incidente el pasado jueves con José Aurelio Gay, podría ser apartado del grupo de manera inmediata.

El resultado es desolador, con apenas un lateral derecho -Carlos Diogo-, un lateral izquierdo -Obradovic-, más tres centrales específicos -Contini, Jarosik y Adam Pinter-. No hay más defensas en la nómina de la primera plantilla. El técnico, por ello, deberá resolver un dificultoso rompecabezas cuando, con el discurrir de las jornadas, se presenten diversos contratiempos en forma de sanciones y lesiones.

En este sentido, cabe subrayar la facilidad de Contini y de Carlos Diogo por acumular tarjetas. De hecho, durante el pasado curso, el uruguayo coleccionó diez cartulinas amarillas en sólo trece partidos; y el italiano sumó nueve amonestaciones en apenas nueve encuentros, además de sufrir dos expulsiones. Tampoco hay que obviar la edad de Jiri Jarosik, quien cumplirá 33 años el próximo mes de octubre. Las únicas soluciones, al margen de la polivalencia de Leo Ponzio -ahora lesionado-, apuntan al equipo filial, donde los recambios más fiables atienden a José, un lateral derecho de largo recorrido, y al defensa central Ramiro Mayor, internacional sub-19. En cualquier caso, ninguno se ha estrenado aún en el élite.

Pero no sólo ha quedado desarmada la defensa. En la zona de vanguardia, sobre todo tras la recaída de Uche, se intuye un preocupante déficit anotador. De momento, se presenta un panorama incómodo, lleno de incertidumbre. La aportación de Marco Pérez, a sus 19 años, es todavía una incógnita. Sinama Pongolle, la última incorporación del club, se afana aún por dejar atrás una trayectoria adversa, dificultosa, deslucida; una época infausta en la que el delantero ha buscado con insistencia el gol y casi nunca lo ha encontrado; lo ha perseguido con reiteración, casi de forma obsesiva, y a menudo ha seguido sin acertar. Un espacio de tiempo improductivo que le activó, desde hace ya mucho tiempo, una inseguridad nueva: la angustia del goleador que ya no golea. La cuestión es si ahora, en el Real Zaragoza, recuperará aquellas sensaciones perdidas desde que abandonó el Recreativo de Huelva, en 2008. Y el tercer delantero es Braulio, inmerso también en un periodo infructuoso de cara al gol.

¿A qué aferrarse, entonces, para mantener la esperanza? Sin duda, en José Aurelio Gay, su principal activo. El técnico hace especial hincapié en la fuerza del grupo, el rendimiento del colectivo por encima de las individualidades. Ese es, precisamente, el ideario del entrenador: la implicación de todos sus jugadores en un proyecto común. Un equipo con mayúsculas. Y ahí, el Real Zaragoza sí que ofrece buenas sensaciones.