La señorita Carbonell, la señora Mengual y el sueño de la medalla olímpica

A Gemma le costó cinco días aceptar el encargo de volver a las piscinas mientras estaba de vacaciones en Formentera.

Gemma Mengual y Ona Carbonell, en el Preolímpico de Río.
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Marcelo Sayao/EFE

Cuenta Gemma Mengual que su regreso a las piscinas se produjo después de que la directora técnica de la Federación, Ana Montero, le convenciera el verano pasado tras tener un sueño en el que la vio en el podio olímpico junto con Ona Carbonell.


Le costó cinco días aceptar aquel encargo mientras estaba de vacaciones en Formentera con toda su familia. Fue el momento en el que la señora Mengual, de 39 años, decidió competir al lado de la señorita Ona Carbonell, que acaba de cumplir 26.


"Hay muchos días que me veo en el podio de Río. He tenido algún sueño de estos y cuando lo tengo lo comparto, pero somos conscientes de que puede pasar cualquier cosa. Todas nos hemos visto en el podio, creo que es bueno porque quiere decir que lo creemos posible y si crees algo posible es más fácil conseguirlo", ha dicho Mengual.


Así lo ha explicado la nadadora durante una jornada de convivencia del equipo español con los medios de comunicación en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallés.


"Los sueños hay que compartirlos y más cuando estas trabajando en equipo, eso es básico", asegura Mengual. Su compañera en el dúo, Ona Carbonell, desvela que el equipo de trabajo tiene un grupo de 'WhatsApp': "Un domingo, Gemma envió un mensaje en el que decía que estaba muy motivada y que había soñado que habíamos ganado una medalla...".


Carbonell y Mengual apuran su preparación. A dos meses de los Juegos de Río, siguen avanzado. Un día con los cambios de las músicas, otro con las pruebas de lactatos, un tercero dándole vueltas a las coreografías.


"Hemos puesto mucha más dificultad en el dúo técnico, en el libre la parte final es mucho más rápida, con movimientos más secos y más fuertes. La estructura tanto de la música como de la coreografía sigue siendo la misma, pero estamos cambiando cositas", ha asegurado Carbonell.


Ahora es el momento de entrenar sin gafas, por aquello de verse en situaciones reales -en las competiciones no se pueden utilizar-, y de ajustar detalles.


Cuenta Carbonell que están intentando aumentar la dificultad, mejorar la interpretación y, sobre todo, innovar con la introducción de nuevos elementos como los giros oblicuos, hasta ahora desconocidos en la sincronizada.


"En este caso queremos innovar, somos atrevidas y creemos que hay que innovar en la sincronizada y hacer algo diferente", ha dicho Carbonell.


Ona asegura que no es un problema conjuntarse con Gemma, trece años mayor. "Siempre me he entendido desde que nos conocimos cuando yo tenía catorce años. Con Andrea también me llevaba unos años de diferencia. Siempre he sido la pequeña del grupo y me he acostumbrado a entrenar con ellas. Con Gemma nos llevamos muy bien, tenemos mucha sintonía y es muy fácil todo", ha comentado.


"Es admirable el estado de forma de Gemma. Ha tomado este reto pese a haberlo dejado desde hace años y eso no es nada fácil. Estoy muy contenta, creo que las cosas pasan porque hay que pasar. Es como cerrar tres ciclos: Andrea-Gemma, Andrea-Ona y Ona-Gemma", ha opinado.


Para Mengual entrenar con Ona es como "haber vuelto al pasado" y recordar cuando tenía su edad. "Estoy muy ilusionada, feliz y a gusto y eso se nota. Estamos entrenando muy a gusto las dos juntas", insiste.


Ha comentado que está entrenándose al mismo nivel que hace 15 años, pero de otra manera. "La exigencia es la misma, pero la metodología es diferente. Ni estoy igual, ni las necesidades son las mismas. Es como si entrenáramos más calidad que cantidad", resume.


Ha asegurado que con sus obligaciones de madre, dos hijos y el día a día, lo que más duro que se le hace son los viajes o cuando los entrenamientos son más exigentes.


"Cuando llego a casa ya no puedo descansar tanto como antes, eso lo noto. Al día siguiente me levanto destrozada. Antes era diferente, llegaba cansada de un entrenamiento, me tumbaba en el sofá, ponía la televisión, me quedaba frita y no pasaba nada", asegura.

Ahora no: "Llego a casa: bañeras, cenas, hay que ir a comprar. Acabo, bufff.... Todo cambia muchísimo y eso que me ayudan muchísimo, mi madre está casi cada día en casa, Enric -su marido- también ayuda. Somos un equipo, pero son mis hijos y yo siempre quiero estar con mi familia", ha asegurado.

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