Como hermanos

La plaza Mayor de Soria se tiñó de rojo y blanquiazul, el color de dos hinchadas hermanadas, al son de sanjuaneras, jotas y reconocimientos.

Como hermanos
Como hermanos
Mario Tejedor

Hay una palabra, o concretamente tres que está calando con fuerza cada vez que Numancia y Zaragoza se enfrentan en un partido de competición: Derbi del Moncayo. Todo un eslogan que engloba mucho más que el derbi que enfrenta a dos equipos en el terreno de juego, una fiesta entre aficiones hermanas que ayer invadieron cada rincón del centro de la capital.


Lo que quedará en las actas y en los registros deportivos será lo ocurrido en el campo durante los 90 minutos oficiales del partido. Pero ese encuentro fue mucho más. Una fiesta que arrancó a las 11 de la mañana y se prolongó hasta bien entrada la madrugada.

A las 8.30 partían varios autobuses desde Zaragoza capital y varios pueblos hacia la conquista de Numancia. Y a las 11.00 desembarcaba la expedición maña en la capital, unos 2.500 aficionados, agregándose a ella la marea rojilla.


La plaza Mayor sirvió de encuentro para ambas aficiones, con un escenario, barras de bebida y mucha música. Que no faltara de nada para los vecinos. Y esa toma de contacto fue dando paso a unos cánticos donde cada uno defendía sus colores y que con el paso de los minutos, y de la cervezas, se fueron unificando, como también lo hicieron las camisetas, bufandas banderas...Y entre tanta armonía las jotas se abrieron paso ante las reclamadas sanjuaneras, con un concierto a cargo del Cuadro de jotas del Centro Aragonés de Calencia, gentileza Peña José Luis Violeta de Madrid.


Tras calentar motores llegó el evento oficial entre Directivas y Peñas de ambos equipos, donde la Virgen del Pilar se atavió con el manto del Numancia entre los numerosos actos de hermanamiento y reconocimientos sobre un emotivo escenario.

Ayer todo se compartía entre las aficiones, menos el resultado, pero antes de conocerlo había que reponer fuerzas, y en eso cada afición también pudo presumir con sus privilegiados productos. Los sorianos con sus preciados torreznos y los revueltos de setas y los maños con las clásicas migas.


Con el estómago lleno, en todos los sentidos, la marea rojilla y blanquiazul partió de la plaza Mayor ‘barriendo’ por el Collado a los más rezagados. Ya en la Herradores, con una batucada y una charanga de testigos y con todos los aficionados localizados, tocó bajar a Los Pajaritos. Eso sí, hasta la entrada, una vez allí juntos pero no revueltos. Apenas dos horas de margen. Tras el encuentro, los rojillos salieron con mejor cara, pero pronto la alegría y la armonía volvió a ser compartida. De nuevo las charangas volvieron a poner la sintonía en las calles, y una dicomóvil en el Tubo Ancho hizo lo propio hasta la madrugada donde, si todavía quedaba alguna, se terminaron por ahogar todas las penas..