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El Real Zaragoza y el partido más difícil posible: en casa del líder durante 26 jornadas

El equipo aragonés jugará este sábado en Leganés el duelo más complicado que, a priori, se puede plantear cualquiera en una liga a solo 6 partidos para el final: un rival que es el mejor desde octubre.

Un momento del Real Zaragoza-Leganés (1-0) de la primera vuelta en La Romareda. Aguado cabecea un balón en actitud defensiva.
Un momento del Real Zaragoza-Leganés (1-0) de la primera vuelta en La Romareda. Aguado cabecea un balón en actitud defensiva.
Toni Galán

Objetivamente, el partido que aguarda al Real Zaragoza este sábado a las 16.15 en Leganés, el de la jornada 37, es el más difícil posible de toda esta liga 23-24 que ya tiene encarada su recta final. Es así porque el CD Leganés es el líder y juega en su campo. No hay una mezcla más potente.

Si se diera a elegir al cuadro zaragocista, en una hipótesis imposible, que eligiera un contrincante para afrontar estos 3 puntos que, de ganarlos, consolidarán casi definitivamente su permanencia un año más en la Segunda División, el Leganés y como local sería el último en la lista de preferencias. Habría 20 equipos que siempre asomarían como más accesibles y, como es obvio, nunca en su terreno de juego. 

Porque, además, el Leganés no es un líder puntual, accidental o de repunte reciente en la clasificación. El bloque madrileño, contra pronóstico de la inmensa mayoría de eruditos y versados en el fútbol de plata español, lleva instalado en la cima de la tabla tres cuartas partes del torneo. En concreto, nadie lo ha movido de ahí en los últimos 7 meses. Líder, el primero, el que siempre abre el ranquin de Segunda. 

Este Leganés rocoso, feo de ver en muchos partidos de alto grado de especulación, centrado siempre en guardar su portería a cero antes que en atacar con profusión a los de en frente, es el líder desde la jornada 12 y hasta la última, la 16. Es decir, en las 26 jornadas precedentes a esta. Y, antes, ya ocupó el primer lugar en la jornada 8, en septiembre, aunque ahí aún se movía en la igualdad generalizada que siempre tienen las ligas largas en sus albores, hasta que todo empieza a romper a hervir y manda a cada uno a su sitio. 

Es, por lo tanto, un partido en el que el Real Zaragoza tiene muy poco que perder y mucho a ganar. El favorito claro es el otro, este Leganés que, por otra parte, quizá esté notando en el último mes el miedo escénico que provoca la hora de la verdad. Tienen el ascenso, el retorno a Primera tan a mano, que el pulso se les altera más de lo que ha sido habitual durante el curso ordinario. Por eso suman cuatro partidos seguidos empatando a cero. Sin encajar pero sin marcar. Sin perder, pero sin saber ganar. Apostando por el mal menor del 0-0 que a tantos sirve a estas alturas en sus cálculos estratégicos. 

Es el más difícil de los escenarios para el Real Zaragoza en una evaluación apriorística, pero no es un imposible. En Segunda no hay imposibles. De hecho, hace 4 meses, en la primera vuelta, una de las escasas 7 derrotas del Leganés tuvo lugar en La Romareda. Ganaron los aragoneses 1-0, recién llegado Velázquez y cuando los optimistas del decreto ley aún trasladaban mensajes relativos al ascenso zaragocista en junio. Fue aquel gol de Maikel Mesa, tras un resbalón de un defensor madrileño, un mal remate de Mollejo que rebotó y quedó muerto a pies del canario, a placer, en el minuto 38. ¿Por qué no pensar que se puede repetir el mismo patrón? 

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