REAL ZARAGOZA

Real Zaragoza-Elche: otro partido sin margen de error

El Real Zaragoza recibe este domingo al Elche en La Romareda (18.30) en su carrera por alcanzar la barrera de la salvación matemática. Víctor repetirá el once inicial.

Víctor Fernández, entre los futbolistas con el guion del entrenamiento en las manos.
Víctor Fernández, entre los futbolistas con el guion del entrenamiento en las manos.
Toni Galán

Otra vuelta a la noria. La enésima de este curso 23-24. La historia interminable de los últimos cuatro años. Este inacabable calvario del Real Zaragoza afincado por 11 campañas en cadena en Segunda División que, metidos de lleno en los problemas de la permanencia a falta de solo ocho jornadas para que la liga concluya, todo el zaragocismo firmaría con sangre que fuesen 12 y, así, la campaña próxima se repita episodio sin mayor novedad en este escalón de plata del fútbol español. Y es que el Amorebieta, en la noche del sábado, dejó el colchón de aire con el desastre a solo 4 puntos al ganar al Levante. Un bofetón tremendo. 

Esto es lo que significa y envuelve el partido de la tarde de este domingo entre el cuadro aragonés y el Elche CF, el 7º clasificado. Un rival, este sí de acuerdo a su rango de favorito, que está enganchado en la pelea por ascender a Primera, aunque llegue a La Romareda en un inicio de crisis, con tres derrotas consecutivas que también lo fuerzan a reaccionar como sea: 3-2 cayeron en casa del Levante; 1-0 en Ferrol; y 0-2 con el Oviedo como locales.

Es, pues, una pelea de necesitados. Cada uno para lo suyo, que no coincide en el fin. El Zaragoza, que alcanza ya el quinto partido bajo la batuta de Víctor Fernández, el tercer entrenador del fallido proyecto, llegado en marzo con el único objetivo de salvar la situación –como sea y lo antes posible para evitar taquicardias y riesgos de infarto –, está en la obligación de ganar a los ilicitanos para huir del lío.

En esta fase reciente de intento de desfibrilación del corazón de un equipo que Fernández recogió cadavérico, solo ha sido capaz de vencer al Tenerife, hace 15 días en el estadio municipal, con aquel 3-1 que tan bien sentó para calmar el pulso y los devaneos de cabeza de los más dandalosos.

Con solo 41 puntos en su haber, el cuadro zaragozano requiere de un empujón rápido y seco que lo ponga ya en 44 en esta jornada dominical a la hora de cenar y disuelva los inevitables cálculos, quinielas y pronósticos que por estas fechas, cada año, surgen mirando la tabla para cualquier aspiración en la que uno esté metido. Y esta vez, por cuarta vez seguida, esa pelea es por lo feo, por no bajar. No es por la deseada y añorada, la de ascender. Ahí, el que está es el adversario, el Elche. Un peligro en sí mismo.

Víctor sabe desde el día en el que dio el sí a la actual propiedad que la encomienda que tiene entre manos es un marrón. Y no pequeño. Una labor ingrata a la que, por supuesto, tratándose de su veterana y laureada figura, no le van a faltar palos en las ruedas. Porque en el mundo del fútbol las cuentas pendientes siempre afloran cuando las trayectorias de los que llevan lustros, décadas, tomando decisiones, rompen esquemas ajenos y anejos y, por pura cuestión presencial, taponan espacios a aspirantes y proyectistas.

Ganar al Elche, además de allanar el camino del equipo dentro de las matemáticas del esprint final de la liga, cubriría al técnico de una armadura, coraza o escafandra de acero para trabajar con algo de calma en lo que aún reste por solventar, que incluso en caso de triunfo, tendrá flecos.

Los hay que piden a Fernández que solucione en un mes lo que otros dos (entre otros más) reventaron e hicieron añicos en los ocho precedentes. Confunden al reparador con el fabricante. Al aparejador con el manitas. Son errores de percepción cognitiva muy propios del mundillo del fútbol. Desde siempre. Posturas que delatan a quienes las adoptan. En este partido frente al Elche de la jornada 36 (treinta y seis, sí), el delicado Real Zaragoza bastante hará con sacar adelante una victoria y tres puntos bajo el formato que sea. Lo mismo que sucederá en los próximos 59 días ante el Huesca, en Leganés, frente al Burgos, en Oviedo… o sea, en los últimos episodios de esta tortuosa liga que arrugaron y tiraron a la papelera todos los antecesores en cada puesto de responsabilidad.

El mismo bloque titular

Para que el zaragocismo se vaya a casa de nuevo con una sonrisa pintada en la cara al final del envite ante el afilado Elche, Víctor tiende a repetir su apuesta de los últimos dos partidos. Eso sí, con ese matiz en el flanco izquierdo del ataque que modificó el rol de Azón y Maikel Mesa en los dos anteriores. Ante el Tenerife, el canterano fue delantero centro, en comandita con el aún inédito Bakis en las lides goleadoras (alucinante dato) y el chicharrero se volcó a la banda. El último día en Valencia frente al Levante, Mesa entró por el centro como mediapunta y Azón fue el que se escoró hacia el extremo. Esta vez quizá pegue más la primera fórmula. En el resto de piezas, la única novedad en la citación es el portero Cristian Álvarez tras ganar forma física en la salida de su tercera lesión del curso. Pero a Badía no le va afectar tal situación.

Es un partido con este morbo añadido. Badía, portero del Real Zaragoza hoy, es realmente jugador del Elche, del que llegó cedido en enero. Y, en frente, Bermejo tiene el mismo rol como futbolista de los ilicitanos, pues está a préstamo por el Zaragoza. Y eso que aún falta una tercera pata, Raúl Guti, que llegó de las tierras del viejo Altabix del mismo modo que Badía y cayó gravemente lesionado el día de su redebut como zaragocista en el mercado de invierno. Meras anécdotas. Lo crucial, lo mollar, es ganar los tres puntos. Lo demás es acompañamiento, guarnición accesoria.

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