Un equipo ante el espejo

Víctor Fernández, sonriente y optimista, al frente del entrenamiento de ayer antes de viajar a Miranda de Ebro.
Víctor Fernández al frente de un entrenamiento.
Francisco Jiménez

Según viene sucediendo desde hace varias temporadas, el Real Zaragoza vuelve a estar, ante todo, frente un problema consigo mismo. Quizá la gran diferencia en este orden respecto a otros ejercicios sea el brillante comienzo de temporada firmado, que hizo pensar en que esta vez era posible la consecución del gran objetivo. 

Aquella inmaculada racha de cinco partidos victoriosos de inicio de campaña ha ejercido, sin embargo, una especie de efecto pantalla, distorsionando variados aspectos, unos sustanciales y otros de simple coyuntura.

Ha costado mucho leer las señales verdaderamente identitarias que enviaba el equipo, indicios que se vieron con Fran Escribá al mando y que no consiguió borrar Julio Velázquez. 

Dio la impresión de que el técnico castellano conseguía fijar un suelo para el equipo en sus primeros choques. Pero el discurrir de los encuentros vino a decir otra cosa.

Es este un declive que, analizadas las cosas desde fuera, comporta algo de incomprensible, hasta de esotérico. Futbolistas que llegaron con avales más que suficientes, como Sinan Bakis, se han diluido. El delantero estrella de la plantilla conformada por Juan Carlos Cordero, director deportivo, significa a ese respecto un ejemplo, un botón de muestra.

Pueden citarse otros casos. Son los de Manu Vallejo, German Valera, Moya o Marc Aguado. Su rendimiento actual en nada se comparece con el que mostraron en sus equipos de procedencia o con el que han atestiguado en sus trayectorias.

¿Por qué le ocurren al Real Zaragoza este tipo de situaciones, de forma repetida, con independencia de nombres propios o protagonistas del presente? Cuando se afronta esta pregunta, en el seno del club se suele mirar hacia el exterior. Se habla entonces de la presión externa, del entorno, la historia y su peso de la Romareda y la idiosincrasia de la afición, del periodismo y sus periodistas, de la crítica…. En fin, se ha llegado a construir todo un relato interno acerca de esta cuestión.

Para el común de los mortales, en cualquier caso, podría decirse que el Real Zaragoza está ante sí, frente a la imagen que le devuelve el espejo, ahora poco amable y nada tranquilizadora. 

Se trata, por tanto, de hacerse una idea cabal y realista de la situación propia.

A falta de diez jornadas para la conclusión de la temporada, dispone el Real Zaragoza de una ventaja de apariencia suficiente respecto a los lugares más comprometidos. Puede y debe gestionar esta renta, rédito que le favorece en una competición de liga que, a juzgar por los datos de la campaña, no será cara en asuntos de permanencia. Cabe que valgan tres victorias más.

Aquí descansa, seguramente, la clave del momento: que el conjunto ahora dirigido por Víctor Fernández encuentre argumentos futbolísticos para conquistar tres triunfos. O su equivalente. Los registros de los últimos encuentros abren espacios a la duda. Pero no se reclama nada extraordinario, al menos mientras no apuren más las circunstancias o se extienda el declive de juego y resultados en el que entró el bloque de La Romareda hace siete jornadas.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión