Un equipo roto

Partido Atzeneta-Real Zaragoza, de la Copa del Rey
Partido Atzeneta-Real Zaragoza, de la Copa del Rey
Moisés Castell / Prensa2

Solo se le exigía ayer al Real Zaragoza un mínimo de decoro en su aparición en la Copa del Rey, una suerte de eliminatoria cuyo fondo y forma fueran medianamente aceptables, dadas las circunstancias del momento. Pero nada de esto sucedió anoche en Onteniente. Al revés. El equipo de Escribá volvió sobre sus pasos, sobre sí mismo, para condenarse ante un conjunto de la Tercera División valenciana y ofrecer una imagen desangelada, desesperadamente pobre, de conjunto roto y mortecino, que sigue quemando etapas en un declive al que no se encuentra freno.

No se trata de fallos puntuales. De errores individuales. O de la figura del guardameta francés Gaëtan Poussin, otra vez iluminado por el foco de lo inexplicable. Si bien fue él, y solo él, de nuevo, la causa directa de un desastre, tampoco cabe señalarlo como la raíz de los diferentes males que padece y arrastra el conjunto de Fran Escribá.

Poussin -es cierto- no respondió a la confianza entregada por el técnico valenciano, quien es posible que quisiera recuperarlo como portero y para sus planes de futuro. Pero en este mismo plano de faltas y carencias anduvo el resto de alineados, quizá hechas algunas contadas excepciones.

La cuestión clave pasa por preguntarse por qué el Real Zaragoza se mostró absolutamente incapaz y triste ante un rival menor, mucho menor, por más que se jugara sobre un manto de césped artificial o en una competición que suele dejar grietas por las que de tanto en tanto se cuelan resultados sorprendentes.

Hace días que el equipo envía sus señales, sus mensajes, que poco o nada tienen que ver con el argumentario que utiliza el entrenador en las comparecencias públicas. Es evidente que existe una brecha. Una fractura. Ayer era, en principio, un buen día para restañar el espacio de las diferencias y comenzar cierta recuperación. Sin embargo, no se percibió ningún síntoma que fuera en la dirección adecuada. El Real Zaragoza abundó ante el Atzeneta en las deficiencias que le conocemos por su transcurrir en la liga, para situar al entrenador, a Fran Escribá, ante un abismo incómodo y que, por diversas razones, se ha negado cuanto se ha podido o no se ha querido mirar de frente. Pero esta es nuestra realidad: una crisis de libro y un derbi a la espera.  

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión