REAL ZARAGOZA

Últimos 3 días para cambiar las claves del verano por las de la liga en el Real Zaragoza

Escribá trabaja en las 72 horas previas al partido inaugural de la liga 23-24 con el objeto de imbuir en el grupo el gen competitivo que requiere la competición, esa transición mental primordial tras 48 días de pretemporada.

Germán Valera, con botas rosas, en su primer entrenamiento con el Real Zaragoza este miércoles.
Germán Valera, con botas rosas, en su primer entrenamiento con el Real Zaragoza este miércoles.
Toni Galán

"Villarreal B, Villarreal B, Vilarreal B..." es el soniquete que suena en las cabezas del cuerpo técnico del Real Zaragoza desde hace un par de días y que, desde este miércoles, con la puesta en práctica de ejercicios tácticos específicos, se está trasladando por vena a toda la plantilla de jugadores. El equipo aragonés vive 72 horas claves para cambiar la sintonía de corto alcance de la pretemporada por la onda larga de la competición oficial. 

Es un momento crucial cada verano: el de la transición de los partidos intrascendentes del verano, esos bolos preparatorios repletos de sustituciones, de alineaciones alborotadas y entremezcladas con muchachos del filial, sin presión por el resultado ni la morfología del juego durante los 90 minutos, a la que pide ya el gen competitivo estimulado al cien por cien. Atrás deja el Real Zaragoza 48 días de trabajo sin exigencias de índole deportiva. A partir de este sábado en La Romareda, con la visita del referido Villarreal B, su primer rival de la nueva liga de Segunda División, ya todo vale oro molido. Tanto lo que se sume como lo que se pueda dejar de sumar. 

Fran Escribá y sus ayudantes tienen ante sí la fundamental tarea de meter en vereda a todos los miembros del plantel blanquillo. El futbolista profesional, como figura estándar del deporte de élite, tiende a vivir una desconexión de grandes dimensiones cuando se acaba una temporada (la pasada, fue en los últimos días de mayo). Y, después, en la reanudación de los entrenamientos estivales, se mueve entre la calma de un medioambiente amable -normalmente- que nada tiene que ver con el que se torna cuando los partidos ya tienen divisa de puntos y clasificaciones en el parqué de la Bolsa de las competiciones ligueras

Este sábado (finalmente a las 9 de la noche y no a las 7 de la tarde, por el cambio forzoso al que se ha visto abocada La Liga por su fallo en el cálculo de la temperatura que un 12 de agosto iba a haber en Zaragoza), la intensidad, el acierto y la solvencia individual y colectiva han de moverse ya en los cauces de los partidos de verdad. Ya no habrá goles encajados "anecdóticamente", ni goles fallados "accidentalmente", ni errores en el lanzamiento de un penalti decisivo "perdonables". Eso es para la pretemporada, donde nada -ni lo bueno ni lo malo- alcanza el grado de valoración trascendental que sí fluye en la liga desde el pitido inicial del árbitro en la primera jornada. 

Ahí está Escribá y ahí está la remozada plantilla del Real Zaragoza. Con el estribillo "Villarreal B, Villarreal B, Villarreal B..." repicando en sus cerebelos. El sábado hay que empezar con buen pie el año más ilusionante de la etapa moderna de la SAD. El filial amarillo es el rival de turno, como lo podía haber sido cualquiera de los otros 21 de la cuadrilla de plata. Lo importante es el Real Zaragoza: alcanzar una velocidad de crucero cuanto antes en el rendimiento y los réditos competitivos, empezar bien desde el primer día, algo que en el último trienio (de malos o pésimos resultados generales) nunca ha sucedido, es el objetivo primero a estas alturas agosteñas, en las que al futbolista español y, por extensión, también a la afición de siempre, tanto le cuesta engranar con el fútbol en serio. Es necesario saltar con pértiga el alboroto del mercado de fichajes y traspasos, que estará aún abierto hasta el primero de septiembre, con tres jornadas (casi cuatro) de por medio, disputando puntos de oro con las plantillas aún sin rematar, incompletas o descompensadas. La del Real Zaragoza, pese a las muchas operaciones consumadas por un hiperactivo Juan Carlos Cordero, su director deportivo, entre las afectadas.

Este miércoles, con la novedad de Germán Valera en el grupo como nuevo extremo de galones en el vestuario, Escribá y su tropa han dado varios giros de tuerca hacia la perentoria aclimatación a la competición. Ha sido el antepenúltimo ensayo antes del nacimiento de una nueva liga, la 11ª consecutiva en Segunda División del Real Zaragoza, un hito sin precedentes en sus 92 años de vida como institución. "Villarreal B, Villarreal B, Villarreal B... ", no hay otro lema. Con las menores distracciones que sea posible regatear. 

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