REAL ZARAGOZA

El segundo peor inicio del Real Zaragoza en 7 jornadas en esta era en Segunda

Solo en el principio de curso 2017-18, con Natxo González en el banquillo, el equipo aragonés sumó menos que los 7 puntos actuales: entonces fueron 6 y ocupaba el mismo puesto, el 18º

Natxo González, contrariado en el banquillo del Real Zaragoza, en el partido ante la Cultural Leonesa en La Romareda que, en octubre de 2017, acabó 0-0.
Natxo González, contrariado en el banquillo del Real Zaragoza, en el partido ante la Cultural Leonesa en La Romareda que, en octubre de 2017, acabó 0-0.
Guillermo Mestre

Números, cifras, balances, clasificaciones, goles, resultados. La base documental, la vara de medir los asuntos consuetudinarios del fútbol desde que alguien lo inventó. Es el método para medir solvencias, tendencias y situaciones puntuales. En estos tiempos donde la inteligencia artificial, los GPS, las estadísticas que derivan de un cilindro cibernético que cada jugador lleva incorporado en su espalda, son moneda de curso legal para afrontar cada partido, cada fichaje y cada operación en un club, nada de esto debe sorprender. 

Y esos datos reflejan que el Real Zaragoza 21-22, con Juan Ignacio Martínez 'Jim' al mando del vestuario, ha firmado el segundo peor inicio de temporada, en sus primeras siete jornadas, en esta era en Segunda División que vive ya su novena campaña seguida en la categoría de plata. Los 7 puntos sumados hasta ahora, de los 21 dirimidos, solo tienen un precedente más escaso: en la liga 17-18, hace cuatro campañas, con Natxo González como entrenador, su Zaragoza solo logró 6 puntos en el mismo tramo inicial. 

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Entonces, como ahora, el cuadro blanquillo afrontó la siguiente jornada, la 8ª, desde el puesto 18º, en la frontera con la zona roja del descenso. Son las dos únicas temporadas, de estas nueve últimas, en las que el Real Zaragoza únicamente ha ganado uno de los siete partidos disputados, dejando escapar victorias y más puntos en los otros seis. 

Hay un aspecto importante en el que el actual equipo de Jim empeora a todos: los goles a favor. Solo ha anotado cinco. El que, hasta ahora, había presentado peores crecenciales a estas alturas del torneo era el de Ranko Popovic en la 15-16, con 6 goles transformados. Ese récord negativo ya está batido. 

También hay otro parámetro novedoso en los réditos de estas siete primeras jornadas en lo acreditado por el Real Zaragoza de Jim: nadie hasta hoy había empatado cuatro de los siete partidos del principio de liga. Lo máximo eran tres. 

Uno o varios escalones más abajo que con Baraja el año pasado

Para entender el valor real de estos números, ayuda cotejarlos con el inicio de la liga anterior, con Rubén Baraja en el banquillo, cuyas vibraciones desde el principio fueron malas y acabaron por ser nocivas con el discurrir de octubre. Aquel Zaragoza errático de Baraja, en la jornada 7, tenía un punto más que el de hoy (8), estaba en el puesto 15º (tres más arriba que ahora), había ganado dos partidos (uno más que ahora) y llevaba anotados 9 goles (4 más que los actuales). Y, aun así, el olfato general hizo gritar a las alarmas que, esta vez, aún no han saltado.

Esta comparativa esclarece la realidad y sostiene la necesidad de reaccionar cuanto antes que recae sobre el grupo que dirige Jim. Los dos próximos partidos, jornadas 8 y 9, ambos en La Romareda, frente al Oviedo y el Huesca, se presentan como de obligadas victorias para romper con esta dinámica, cuyas cifras advierten de curvas de persistir las deficiencias mostradas por el equipo, tanto en ataque como en defensa. 

Cierto es que la superposición con el presente del año referido de Natxo González, el que sigue siendo el peor hasta ahora en las siete jornadas iniciales, sugiere un final de tesis más agradable del que se barruntó entonces (17-18) por estas fechas. Y es que, aunque aquel Zaragoza se fue a la Navidad hundido en el fondo de la tabla y con nubarrones serios (a Natxo solo lo salvaron de la destitución, en un par de ocasiones, sus amarres directos con los responsables de la dirección deportiva, Lalo Arantegui y José Mari Barba), fue capaz de rehacerse en una segunda vuelta sobresaliente y acabó escalando hasta la 3ª posición final y jugando una promoción de ascenso. Un colofón que, eso sí, fue decepcionante, cayendo con el Numancia en medio de la espantada histórica del entrenador vitoriano hacia La Coruña. 

Meros modelos orientativos, referencias de navegación

Este tipo de análisis parciales no dejan de ser meros modelos orientativos. En un club tan necesitado de buenas nuevas desde su descenso de Primera en 2013, los comienzos dubitativos de las temporadas han sido tan habituales como perniciosos para muchos proyectos en marcha. De hecho, solo una de las nueve temporadas todo fue sobre ruedas antes de octubre, según lo previsto desde el primer día: hace tres años, con Víctor Fernández abanderando la idea del ansiado ascenso, a fecha de hoy el Real Zaragoza era 4º en la tabla, ya tenía 14 puntos en sus alforjas (el doble que ahora) y su diferencial goleador (11-4) anunciaba el éxito que la pandemia y otras vicisitudes anejas terminaron por arrasar en el verano de 2020. 

Pero estas referencias de navegación zaragocistas evidencian también un cambio en los baremos utilizados, tanto desde el club como entre la afición, a la hora de imprimir la exigencia sobre el equipo, respecto de los jugadores y los entrenadores. Lo acontecido en 2014, con el plan que empezó liderando Víctor Muñoz, y lo sucedido dos años después, en 2016, con Luis Milla, son ejemplos de que la presión ha bajado muchas atmósferas en Zaragoza en relación a las aspiraciones de ascender a Primera como sea. 

Entonces, en los primeros tiempos en Segunda, cualquier cosa que no fuera estar siempre entre los seis primeros en la tabla y pelear por la cabeza era sinónimo de fracaso, de malos derroteros. Así, Muñoz era 7º con su equipo blanquillo en este trecho inicial con 12 puntos (5 más que ahora), pero acabó despedido poco después. Y Milla era 6º, con 11 puntos, y no pasó de la jornada 10ª en su puesto. 

En 2021, que el Real Zaragoza camine por la zona baja, que le cueste carburar, que se pasen meses y meses sin oler los puestos de promoción, es algo asumido en general. Ya no hay tanto afán por formar parte del grupo cabecero desde el primer día. Se tiene aceptado, por fuerza del destino, que el club zaragocista es un clásico de Segunda que requiere de paciencia, comprensión y apoyo constante en la dificultad cuando, como es el caso, arranca una liga con titubeos. 

Y en este escenario, Jim soporta con espaldas anchas y fortaleza moral estos primeros malos pasos en siete jornadas, más llenas de 'sensaciones' que de rentas verdaderas. Hace un tiempo, esto no habría sido posible en Zaragoza. Ahora, sí. Mucho más para quien, como Juan Ignacio, pasó al listado de héroes blanquillos al liderar una salvación milagrosa del descenso a Segunda B hace breves meses. 

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