La honradez de Zapater, la insensatez de Verdasca

El capitán, que intentó callar a su compañero en sus ataques al árbitro sin respuesta positiva del portugués, pone en evidencia la falta de madurez en esa postura.

Cordero Vega muestra la tarjeta roja a Verdasca en presencia del capitán, Zapater, que intentó mediar para evitarla sin encontrar colaboración en su compañero.
Cordero Vega muestra la tarjeta roja a Verdasca en presencia del capitán, Zapater, que intentó mediar para evitarla sin encontrar colaboración en su compañero.
Guillermo Mestre

"Yo no puedo mentir. Es de roja. No voy a decir lo que ha pasado porque eso lo pondrá el árbitro en el acta. Yo estoy delante y es muy claro. Es culpa nuestra". Son palabras de Alberto Zapater nada más concluir el Real Zaragoza-Cádiz en Gol TV. El capitán respondía así a la pregunta sobre lo que había ocurrido en la tarjeta roja directa que el colegiado cántabro Cordero Vega mostró a Verdasca para expulsarlo del campo en el minuto 27.

El veterano centrocampista ejeano, santo y seña del actual Real Zaragoza por motivos que no requieren mayor explicación, todavía no daba crédito a lo que había sucedido en esa acción. Un suicidio deportivo de Verdasca, unilateral, pleno de insensatez y falta de madurez, que acabó arrastrando a todo el equipo a una nueva derrota, al enésimo tropiezo en La Romareda.

Verdasca le espetó al juez del partido: "eres muy malo". No una vez. Más de una. En las dos primeras, según se ve en las imágenes de televisión cuando ya acercan el plano, Zapater intentó mediar, sujetando al árbitro verbalmente y con un ademán gestual sobre la mano de Cordero para evitar la flagrante expulsión de Verdasca. Porque decirle eso a un árbitro es roja directa, sin defensa alguna, algo que no se sujeta con el reglamento en la mano. Zapater y el talante inicialmente razonable de Cordero retardaron unos segundos la desembocadura fatal para el Real Zaragoza.

De hecho, si Verdasca no hubiera insistido por tercera vez con su "eres muy malo", Cordero no lo hubiera echado, por ese criterio que pocos árbitros utilizan en casos así, el de considerar las altas pulsaciones de los futbolistas durante el juego y sus calenturas puntuales. Zapater estuvo a punto de tener éxito en su función con el brazalete de la cuatribarrada que lo señala como capitán del equipo. Pero Verdasca no atendió a su sugerencia de que se callase y se fuese del lugar (se aprecia perfectamente en el vídeo del partido).

Cuando Cordero vio la persistencia en el insulto, en la falta de respeto de Verdasca hacia él, ni Zapater ni todo el Colegio de Abogados salvaba al luso de su expulsión. Sacó la roja y la mostró al aire de Zaragoza. Y ahí, Zapater mandó a tomar viento a su colega de equipo por su ausencia de criterio cabal en esa protesta. También se ve con nitidez en la secuencia televisiva.

Resultó frustrante para Zapater la actitud de Verdasca. Tanto por la poca pericia del compañero en su desmedida protesta como por no haber sido capaz de evitarla pese a estar muy cerca de lograrlo.

Llegamos a otro punto de análisis posterior a este episodio: la honradez de uno versus la insensatez (siendo benévolos) del otro. La capacidad de ver durante el partido la envergadura de una acción, de una conducta, frente a la imprudencia de vivir el Real Zaragoza sin demasiada profundidad de raíces y sentimientos.

En el fútbol moderno, también en Zaragoza -por venir del periodo más turbio de su historia, el referente al agapitismo y sus múltiples y variopintos protagonistas-, se suele patrocinar hace días la marrullería, lo sucio, la mentira, lo subterráneo. Este tipo de divisas, en determinados ambientes y con determinados sujetos al timón, cotizan más alto que la limpieza, la rectitud, el sentido común, lo honrado, lo sensato. 

Entre los sujetos que gobiernan el primer escenario, quienes se rigen por los parámetros de vida del segundo suelen ser repelidos, se les intenta menoscabar, se les califica como personas menores por no atender al fullerismo, a lo tramposo.

Y a partir de ahí, en las últimas horas, comienza a fluir un bonito ejercicio de fotografía fija respecto de este asunto de Verdasca y, de rebote, la aportación de Zapater con su acción fedataria con la firma de capitán. Unos se retratan de un tenor, otros del otro.

En muchos casos, tratándose de personajes conocidos y con largos currículum vitae, en ningún caso extraña su posicionamiento. Al fin y al cabo, la cabra tira al monte. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión