Catástrofe del Real Zaragoza en Almería en el peor partido de la temporada

Los de Natxo cayeron 3-0 frente al antepenúltimo clasificado con un juego carente de todo rigor y sin orden en ninguna faceta táctica.

Catástrofe del Real Zaragoza en Almería en el peor partido de la temporada.
Catástrofe del Real Zaragoza en Almería en el peor partido de la temporada.
Carlos Barba

Se esbafó en seis días el efecto balsámico del triunfo zaragocista ante el Rayo Vallecano el pasado sábado. En Almería, este viernes, regresaron los fantasmas de la crisis de identidad del equipo que dirige Natxo González, aquellos que salieron en jauría alrededor del equipo blanquillo en la triste noche de Huesca. No le fue a la zaga este capítulo en campo almeriense. Incluso, si cabe, superó la sensación de incapacidad para jugar al fútbol colectivo que padece el Real Zaragoza desde hace ya un tiempo. Ante un rival casi en estado catatónico en la tabla desde hace dos meses, el cuadro zaragozano fue su aspirina, su antiinflamatorio, su analgésico, su antipirético. Todo. Su mejor medicina. La imagen de los de Natxo fue sencillamente inadmisible.

Deplorable fútbol vertieron ambos equipos durante una soporífera primera mitad. Entre que el ambiente del graderío era de torneo de verano y que los dos rivales se empeñaron en no dar una a derechas, los minutos fueron pasando como martillazos en las rodillas de todos los espectadores, los escasos 5.000 que sufrieron en las gradas semivacías del estadio y los telespectadores que, con seguridad, dieron más de una cabezada en el sofá. Qué lamentable espectáculo. Dos escuadras sin capacidad creativa, sin iniciativas técnicas del nivel que requiere la Segunda División española. Un feo y desagradable envite que, en la recta final de esos primeros 45 minutos, supo decantar hacia su lado el Almería a base de coraje y de observación de los problemas morrocotudos que tiene el equipo de Natxo González para domar la pelota y ser alguien.

Cuando Fran, exzaragocista para más inri, marcó el 1-0 a falta de 2 minutos para el descanso, hacía ya un rato que los almerienses habían empezado a buscar las cosquillas a una defensa, a un portero,a un medio campo del Real Zaragoza que era una máquina de perder balones, de despejar fatal (siempre hacia donde había un rival para montar la segunda jugada), de conducir de mala manera en vez de pasar al compañero para acabar perdiendo la posesión en cinco segundos… un caos generalizado. Natxo estuvo media hora de pie en el banquillo, corrigiendo, abroncando, sin parar de dar indicaciones. En el minuto 30 se sentó. Quizá cansado, enfadado como un basilisco, aburrido. No supo, no pudo reconducir el errático camino escogido por sus muchachos. Y, para que el roto fuera completo, Fran tumbó en la lona al Zaragoza con su golazo por la escuadra, al rematar desde la frontal una falta ensayada.

El Zaragoza apenas pisó el área de René en todo el primer tiempo. Solo un remate fallido de Borja Iglesias en el minuto 26, en un pase de Febas en el que el ariete gallego se durmió literalmente hasta que se le cruzó para tapar el tiro el central Morcillo. No hubo ocasión finalmente. Y, por citar otro cierto acercamiento al marco andaluz, un centro-chut de Toquero (error de golpeo) que se envenenó en el 38 y casi encontró portería con René rebasado. Nada de nada en combinación, en intenciones, en sistema atacante. Qué fiasco de equipo en este primer periodo.

En frente, el Almería, atenazado por su histérica posición en la tabla, también era un flan permanente, incapaz de ligar una jugada con criterio. Pero al menos lo intentaban. En las bandas, el dos contra uno permanente de Gaspar y Nano por el lado de Delmás, y de Fran y Motta por el de Ángel Martínez, fueron abriendo camino poco a poco a base de centros al área y de ataques con percusión más o menos insistente. Gaspar, Pozo y Owona probaron a Cristian Álvarez en los primeros 20 minutos, pero no atinaron en sus remates. Vivía tranquilo el Real Zaragoza pese a su penoso caminar sobre el campo porque los andaluces estaban igual de ciegos en las inmediaciones del portero argentino, dubitativo en un par de balones colgados al área pequeña (para que no faltara de nada).

Y en los 10 últimos minutos llegó la leve inspiración del Almería para tomar la mano en la partida. Alcaraz amagó en el 36 con un voleón lejano que rozó la escuadra. Pozo, en el 41, solo en el área, remató a placer y Grippo, con el cuerpo, tuvo la fortuna de taponar un gol que se empezaba a cantar. Y, a la tercera, llegó el tanto demoledor de Fran. Un merecido castigo para el peor Real Zaragoza de la temporada en una primera parte de muy baja estofa. Bajísima.

El descanso quedaba como un tiempo de reproches, de bronca, de propósito de enmienda en la caseta avispa (así vistió el Real Zaragoza). Todo era mejorable, aunque sin saber bien por dónde empezar por orden jerárquico. Era un día para haber podido haber hecho los 11 cambios, como en pretemporada. Lo merecían. De entrada, ante el aluvión de problemas, Natxo decidió seguir con los mismos a ver si eran capaces de salir de su propio atolladero mental. Y arrancó la segunda parte con semejante reto por delante para los zaragocistas: evitar un bochorno más serio aún que el último de Huesca.

No se apreció nada extraordinario en los primeros devaneos del periodo definitivo. Al menos por parte zaragocista. Porque el Almería, calmado en sus vértigos con el gol de Fran, se plantó bien atrás y atacó de vez en cuando con criterio. Gaspar seguía rompiendo la cintura a Delmás. Pozo volvía locos a los centrales, los frágiles Grippo y Mikel González. Y Fran también encaraba a Ángel con una destreza que jamás se le vio en La Romareda. De la atonía inicial no sacó el partido el Real Zaragoza, que era lo obligado. Fue de nuevo el cuadro andaluz el que cuajó una gran jugada para levantar a su gente. Otro exzaragocista, Juan Muñoz, le robó la pelota a Grippo en la izquierda y encaró en velocidad un increíble mano a mano que culminó con una vaselina salvada in extremis por Cristian Álvarez con las yemas de los dedos. En el 55, el Zaragoza se libró así del 2-0 que lo hubiera rematado en su agonía.

Zapater y Guti no eran timoneles de ninguna nave. El joven centrocampista, extremadamente apresurado siempre, precipitado. Toquero y Febas, sin orden ni concierto con el balón. Borja Iglesias, fuera de onda todo el tiempo. Pombo, en su versión más alejada de la solvencia. Total, que mientras se esperaba la perentoria reacción aragonesa, el crono iba a toda marcha y se sobrepasaba el minuto 20 sin que el Real Zaragoza hubiese tirado aún a puerta, sin que hubiera pisado el área local con cierta picardía. O sea,que de restauración táctica, nada de nada una vez más. Natxo no se hizo con la riendas de sus chicos. El lío que se les venía encima empezaba a ser de órdago a la grande.

A falta de 25 minutos, el preparador vasco quitó a Guti, el primer señalado, y metió a Eguaras. Buscaba algún pase, alguna inspiración divina en el navarro. El Almería se pertrechó atrás con cierto descaro, a guardar su preciado tesoro en las circunstancias que lo abruman. Eso favoreció en la recta final que el Zaragoza tuviera la pelota casi siempre. Pero ese efecto, lejos de ser un beneficio para los de Natxo, aún agravó más la sensación de impotencia. A los aragoneses les resultaba imposible ligar tres pases. Qué desastre. Qué ceguera. Cuánto individualismo (de Pombo, sobre todo). Cuánta impotencia ante un contrincante en el estado de máxima necesidad. Qué mal se supo jugar este modelo de partido donde el poso y el saber hacer son vitales.

Juan Muñoz, de nuevo, poco antes de ser suplido, volvió a tener la opción del 2-0, de cabeza tras un rechace aéreo de Mikel González, que salvó en una palomita Cristian Álvarez. Era el Almería quien, saliendo desde su cueva en contadas ocasiones, daba señales de peligro. El Zaragoza, ni por asomo. Y, claro está, ese segundo tanto andaluz llegó por decantación. Fue a falta de 11 minutos, en un disparo lejano de Alcaraz que nadie tapó y que Cristian no atrapó junto al palo, raso. La suerte ya estaba echada. Con todo merecimiento, los de Natxo mordieron el polvo del desierto de Tabernas. Injustificadamente, el entrenador zaragocista hizo ahí los dos cambios que le quedaban. Y no entró Vinícius en ningún momento, el otro delantero de la plantilla una vez fumigado Raí Nascimento del primer equipo. Sorprendente el manejo de este género.

No se acabó ahí el desastre. Faltaba la guinda. Alcaraz, de nuevo, firmó el 3-0 para ganar premios estéticos durante el curso. Un golazo de esos desde 50 metros, dejando en evidencia a Cristian Álvarez, que andaba adelantado y no llegó a tiempo de salvar la vergüenza final. En el tiempo de aumento, la herida se hizo muy sangrante. A ver ahora cómo se cauteriza este chandrío, que ya no es el primero. Es lo que hay. Por más que las estadísticas vuelvan a dejar vías de escape a los escapistas, el Real Zaragoza de este año tiene cada vez un color más pálido. Lo dice el fútbol. El sexto sentido de cualquier analista aséptico. El ojo clínico de quien ha pisado vestuarios y se ha calzado botas de tacos durante años, en la categoría que sea. Toca remar una vez más. Y van...

Ficha Técnica

UD Almería: René; Motta, Morcillo, Owona, Nano; Mandi, Alcaraz; Fran, Pozo (Corredera, 87), Gaspar (Fidel, 63); y Juan Muñoz (Hicham, 76).

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Mikel González, Grippo, Ángel Martínez; Zapater, Raúl Guti (Eguaras, 65); Toquero (Oyarzun, 79), Febas, Pombo (Buff, 79); y Borja Iglesias.

Árbitro: Ocón Arráiz (Comité Riojano). Amonestó a Grippo (46), Delmás (58), Morcillo (68) y Owona (75).

Goles: 1-0, min. 43: Fran. 2-0, min. 79: Alcaraz. 3-0, min. 92: Alcaraz.

Incidencias: Noche muy agradable en la capital almeriense, con 16 grados tras un día de primavera. El césped del estadio de los Juegos Mediterráneos presentó un aspecto impecable. En las gradas hubo en torno a las 5.200 personas a un aforo de más de 15.000, una pobre entrada. Se guardó un minuto de silencio en memoria de un abonado del equipo local.

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