"El que quiera ver espectáculo, que vaya al circo". Frase célebre de Paco Flores en su presentación como entrenador del Real Zaragoza en el verano de 2002, un anuncio cristalino de intenciones.

"El que quiera ver buen fútbol, que se pase por La Romareda". Aseveración, con cierto tono de inmodesta pero cierta en su momento, de Víctor Fernández en pleno auge del equipo de la Recopa en 1995.

"Venía mirando el calendario de los siete partidos que nos quedan, y no he encontrado a nadie que nos pueda ganar", dijo Marcos Alonso en su puesta de largo en abril de 2002, cuando acudió a Zaragoza a intentar salvar del descenso a un equipo que había devorado ya a Luis Costa y, antes, a Chechu Rojo. No lo logró. De hecho, su vaticinio es histórico, por fallido en su completa concepción: fue el Real Zaragoza el que no ganó a nadie en esa recta final de la liga. Como vidente, Marcos Alonso fue una catástrofe.

Son tres ejemplos históricos, ubicados en puntos bien dispares de la horquilla de opciones futbolísticas en un equipo, que dejaron en la época moderna tres entrenadores zaragocistas respecto de sus criterios de calidad y solvencia a imperar en el Real Zaragoza de cada momento cronológico.

En el permanente tsunami de entrenadores que vienen desfilando por la sala de prensa del estadio en los últimos tres lustros, de presentación en presentación, de cara nueva en cara nueva, Natxo González adoptó la tesis del pragmatismo para dar un mensaje inicial a la decepcionada y escéptica afición zaragocista de 2017: "Yo no vengo a vender humo", espetó con contundencia, para que todo el mundo sepa que lo suyo no va a ir nunca de cara a la galería y que tiene asumido un trabajo de tintes espartanos, estajanovistas, a destajo.

Como frases anejas a esta, que es la madre de todas las demás, González dejó claro que su Real Zaragoza no va a entender de figuras individuales, de futbolistas estrella que sean el núcleo de cualquier sistema táctico. No van por ahí sus conceptos. Al contrario: "El fútbol es algo colectivo, por eso solo me importa la cohesión del grupo. Los jugadores solo pueden brillar individualmente si, antes, el grupo funciona como tal", expandió como ideal de su filosofía. "Por eso, mi primer objetivo es hacer un grupo fuerte, que sea fiable", apostilló en referencia a este importante punto de partida del nuevo equipo que aguarda de aquí a agosto.

Natxo González, ante lo que va a ser el 5º año consecutivo en Segunda División después del último descenso, el de 2013, a cola del periodo agapitista, no responde al perfil de técnico que pida jugadores al club, al área deportiva. Parece que, en contra de lo que suele ser habitual, no habrá ruegos por su parte ni concesiones por parte de Lalo Arantegui. "El Real Zaragoza somos todos. Y hay un área deportiva que trabaja para traer todos los fichajes. Yo, por mi parte, consideraré a los jugadores que tenga como los mejores. Iré a muerte con ellos", expuso.

El vitoriano reitera que a él le gusta "dominar el balón". Pero también remarca que no le gusta "un único fútbol" y que un equipo "ha de manejar diferentes registros y saber dar soluciones diversas, porque hay momentos en los que puedes controlar y otros en los que hay que hacer otras cosas, como defender, contraatacar, ser más posicional..."

Es decir, todo muy generalista. Nada demasiado acotado. Un modelo amplio de conceptos, en el que viene a caber todo y de todo. De ahí que, como colofón a estas líneas básicas a instaurar en el nuevo plantel que Lalo le ponga a disposición a Natxo dentro de unos días, el recién llegado entrenador advierta de forma pragmática de su intención primera: "Aquí, el objetivo es ganar".

¿A cuál de las tres primeras frases históricas rememoradas al inicio de esta información se parece más este plan de Natxo González?